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‘Rosetta’ alcanza el cortejo definitivo de su cometa

La misión espacial europea comienza a orbitar por primera vez en la historia un cometa, el 67P/Churiumov-Guerasimenko, un hito que tiene un objetivo posterior: posar un artefacto en su núcleo para estudiarlo

Impresión artística del encuentro entre estos dos desconocidos, Rosetta y 67P.

JAVIER SALAS // El verano es tiempo de amoríos peculiares, fuera de nuestro ambiente natural, con chicos de tierras lejanas o muchachas de extraños acentos. Y como si fuera un amor estival, hoy comienza el cortejo entre dos objetos de procedencias muy distintas. Por un lado, un cometa desaliñado de acento ruso que se deja caer cada varios años, llamado 67P/Churiumov-Guerasimenko. Por otro, la europea Rosetta, una sonda espacial que busca acercarse a 67P como nadie lo ha hecho, después de acompañarle en su paseo alrededor del Sol. Tras de varios rodeos en forma de maniobras de aproximación, Rosetta se ha acercado hoy hasta el cometa y, con mucho cuidado, le ha alcanzado para comenzar a orbitarle a 100 kilómetros de distancia, según acaba de confirmar la Agencia Espacial Europea (ESA), responsable de la misión y de este logro.

Rosetta salió hace diez años de casa con el propósito de llegar hasta este cometa frío, sucio y rocoso —”oscuro y polvoriento”, en palabras de la ESA— para estudiarlo más de cerca, tan de cerca que esta misión marca varios hitos: la primera vez que una misión orbita un cometa, la primera que posa un artefacto en él, también la primera que observa de cerca cómo le afecta la radiación solar al acercarse al astro, y la primera que analiza in situ el núcleo de un cometa durante un periodo de tiempo prolongado.

Los técnicos de la ESA insisten en recordar la dificultad de este abordaje, después de 10 maniobras en pleno vuelo, y tras un crucial encendido de un propulsor durante 6 minutos y medio, han conseguido colocar a Rosetta en posición de preguntarle a 67P —que apenas tiene cuatro kilómetros de ancho— si le importa que le acompañe a 25-30 kilómetros de distancia en su trayectoria, que implica una vuelta alrededor del Sol cada seis años y medio.

Un paseo en pareja hacia el Sol

Como explica la propia ESA, el objetivo era hacer coincidir el ritmo de Rosetta con el del cometa, que viaja a 55.000 km/h, para que camine a su lado manteniendo una diferencia de menos de 1 metro por segundo, más o menos la velocidad relativa que llevan dos personas al caminar juntas. Este paseo se está monitorizando en todo momento desde tres puntos clave: uno está en España, la antena de transmisión de 35 metros ubicada en Cebreros, a 77 kilómetros al oeste de Madrid. Los otros dos están en Australia y Argentina.

La ESA hace esa referencia a una pareja que pasea y, como muchos paseos, es sólo el principio de algo mejor. A partir de este momento, y después de este logro, Rosetta podrá investigar de cerca en su camino hacia el Sol cómo le afecta a 67P, para posteriormente, tras superar a nuestra estrella, comenzar la última fase de la misión: aterrizar a Philae sobre la superficie de este cometa de nombre impronunciable (la ESA nos ayuda a hacerlo).

Después de la maniobra de hoy, Rosetta tendrá la perspectiva necesaria para elegir con precisión el lugar, entre cinco candidatos previos, en el que es más apropiado enviar en noviembre a Philae, que permanecerá operativo durante un año pero cuyo reto será ofrecer en la primera semana de operaciones los mejores análisis del núcleo del cometa.

Mientras se acercaba, Rosetta ya ha podido aprender más cosas de quien será su pareja de ahora en adelante. Primero descubrió que su forma era como la de un patito de goma, con dos bloques redondeados unidos por el medio, lo que sería el cuello del patito. Ese punto puede ser el más interesante para analizar, porque será interesante saber si inicialmente eran dos rocas que se juntaron en pleno vuelo. Además, hace un par de días se supo que 67P no está tan helado como pensaban: de hecho, está a 70 grados bajo cero, entre 20º y 30º más caliente de lo esperado.

¿Cuál es el interés de los cometas? Estos cuerpos que viajan grandes distancias son como fósiles del Sistema Solar, ya que han sufrido pocos cambios desde que surgieron en la época en la que se formaron los planetas, por lo que pueden aportar importantes claves sobre aquellos momentos. Además, el estudio de su agua y otros elementos químicos puede ofrecer claves sobre una teoría muy interesante: que los ingredientes de la vida llegaron a la Tierra viajando en uno de estos cometas.

Rosetta es otra prueba palpable de que la ciencia trabaja a largo plazo. Este logro de hoy, que ha costado 1.300 millones de euros, se puso en marcha por parte de la ESA en su plan Horizon 2000 aprobado en 1993, hace más de 20 años, cuando la Unión Europea la formaban únicamente 12 de los 28 países actuales.

[Artículo publicado en Materia]

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