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¿Azafatas o científicas?
En San Petersburgo acudí a una conferencia que, pese a ser una experiencia de gran interés científico y personal, aguardaba una sorpresa de lo más desagradable
En julio asistí a la Conferencia Internacional sobre Imanes Basados en Moléculas. La conferencia tuvo lugar en San Petersburgo (antes Leningrado, Petrogrado, otra vez San Petersburgo y, antes aún, un poblado sueco junto a una fortaleza en terreno pantanoso). Como esperaba, la experiencia fue de gran interés científico y personal. La sorpresa desagradable fueron las azafatas-científicas.
En la mayoría de los congresos científicos, al final de las charlas se reservan unos minutos para la discusión y preguntas a quien acaba de exponer los resultados de su trabajo. Cuando la sala es grande y el público numeroso, como era el caso, quien da la conferencia tiene un micrófono, y hay varios más para el público. De esta forma, quien plantea la pregunta puede ser escuchado con claridad.
Es muy habitual que sean investigadores predoctorales quienes se encarguen de llevar el micrófono a quien lo va a usar, entre otras muchas tareas necesarias para que el congreso salga adelante. Suelen ser más dinámicos que doctores o catedráticos y les viene bien el empujón en el currículum, ya que participar en la organización de un congreso da puntos. Y desde un punto de vista clasista/jerárquico, tiene más sentido que el último mono sea el encargado de las tareas serviles.
Mi mejor experiencia en ese sentido fue en Sendai, Japón (no muy lejos ni en el espacio ni en el tiempo de lo de Fukushima). Allí, los tres chavales parecían volar sobre sus zapatillas de deporte por la sala, cedían el micro e inmediatamente se acuclillaban junto a la persona que planteaba la pregunta, para no distraer la atención del público. (¿Habéis visto? A un investigador en fase temprana, que en cinco o diez años me puede estar dando sopas con honda, le ponemos a hacer una tarea servil y ya lo rebajo a «chaval».)
Hasta aquí, lo normal. ¿Qué me encuentro en San Petersburgo? Primero, que se ha elegido a tres investigadoras predoctorales para llevar el micro. No es casualidad, pero bueno, digamos que lo es. Lo que no es casualidad es que día tras día las científicas que llevan el micrófono de un lado a otro de la sala lleven vestidos cortos y tacones altos. ¿Resultado? Por un lado, eficacia mermada, y por otro el espectáculo de científicos adultos revirtiendo a la adolescencia, y refiriéndose a las científicas-azafatas como «la rubia» – «bueno, rubias son las tres». Bochornoso.
Quiere uno pensar que sus jefes no les dieron instrucciones sobre cómo se tenían que vestir y maquillar para el congreso, como sí ocurre en Mercadona. ¿Pero es mejor la situación si esas instrucciones ya las habían recibido de la sociedad durante toda su vida? La pregunta realmente es: ¿vamos a hacer algo al respecto, o somos de ciencias y esas cosas no van con nosotros? Siento que quienes estudiamos el mundo natural estamos muy poco equipados para detectar y corregir nuestro machismo y nuestros micro-machismos: no solo no recibimos formación específica, sino que sabemos tanto de nuestra disciplina que nos cuesta darnos cuenta de nuestra ignorancia en cuestiones de humanidades. Los hombres científicos, encima, estamos aquejados de la ceguera del privilegio: es más difícil detectar el problema si no estás sufriendo en carne propia.
A sugerencia de una compañera científica, reviso la lista de ponentes en Sendai, donde científicos en zapatillas deportivas en lugar de científicas en tacones altos movían los micros. Me encuentro con que no es que en la conferencia en Japón no hubiera científicas-azafata, es que directamente apenas había científicas: dos de entre treinta ponentes, y los diez ponentes japoneses eran hombres. Tampoco parece el modelo a seguir.
No se si lo estoy entendiendo bien.
Yo me indignaría por el echo de que las llamen rubias o las vistan de muñequitas. Que sean científicas o no es irrelevante. A no ser que consideréis que si es azafata es normal
Pues yo creo que, no siendo esencial, pues lo esencial es la opresión, no es irrelevante, porque los grados son importantes.
Que la categoría social inferior que tiene una mujer por serlo sea tan importante que pase por encima de su categoría profesional es un agravante de la opresión. Como lo fueron los comentarios de Berlusconi sobre el cuerpo Merkel. Significa: «ser mujer te hace inferior socialmente a un hombre de forma tan fundamental que es irrelevante lo que hagas con tu vida».
Ayudaría a resolver el tema que cuando los científicos sociales hacemos investigaciones profundas sobre estos temas y las presentamos en congresos y revistas científicas -o en ls prensa- no aparezcan los de las ciencias naturales a decirnos que eso no es ciencia y que ellos tienen otra opinión (equiparando una opinión a una conclusión científica).
Salu2 con rencor.
Cuando era investigadora predoctoral, tras la que creo recordar que fue mi segunda charla en un congreso, un investigador se refirió en público a mí, ante un público que llenaba la sala,como «la chica del polvo». Vale, mi tema de investigación es el polvo atmosférico, pero sobraba la bromita, sobre todo porque ya había tratado de ponerme en apuros en el turno de preguntas. Señores mayores disfrutando de poder reírse de jovencitas. En este mundillo las cosas no son muy diferentes a cualquier otra área.
Gracias por el comentario. Lamentable, ciertamente.
Aprovecho, por afán de completar (quizá fruto de años de trabajo bibliográfico) para añadir estos enlaces de hace unos meses sobre el tema general «machismo y ciencia»:
http://francis.naukas.com/2008/12/14/machismo-y-ciencia-feminismo-y-literatura-topicos-y-topicazos/
http://retalesdeciencia.wordpress.com/las-mujeres-y-la-ciencia/
http://www.aecomunicacioncientifica.org/cazadoras-de-trols-2/
Acaban de publicar esto, que me parece muy relacionado y de gran interés:
«Acoso y abuso sexual en el mundo académico; una realidad incómoda»
http://www.aecomunicacioncientifica.org/acoso-y-abuso-sexual-en-el-mundo-academico-una-realidad-incomoda/
Sr Alejandro a mi corto entender pues no soy un científico, sin embrago he vivido de las comunicaciones, el habito no hace al monje se tiene que valorar mas la esencia y síntesis de los exponentes, si he tratado con muchísimos rusos y tienen un nivel que ya lo quisiéramos los españoles tener solo algunos como es su caso lo alcanza, los demás lamentablemente NO..
Resumo algunos otros comentarios que me han hecho a raiz de este texto:
-Confirmación de que muchas mujeres en Rusia cursan estudios superiores para encontrar marido; justificación de esto mismo porque las mujeres allí (como aquí) ganan menos y sin marido se mueren de hambre
-Anécdota sobre que las trabajadoras de las guarderías también van de azafatas-estupendas, hasta el punto de no sentarse en el suelo con los niños o tocarlos cuando hay riesgo de mancharse.
-Anécdotas algo menos duras pero en la misma línea en congresos organizados en España: la última mona está un poco peor que el último mono, y encima es «nena» o «la rubia». Y/o directamente se contratan azafatas.
Soy científico, he hecho casi toda mi carrera rodeado de rusos. De hecho visité Moscú tres veces en un año por motivos científicos y hubiera ido más veces si no fuera por motivos de agenda. Es repugnante como entre las mentes más privilegiadas del país, ampliamente respetadas por la sociedad, el machismo impera abiertamente. Las chicas van a la Universidad con la idea de que encuentren marido. Las pocas que se atreven a romper los cánones y estudiar un doctorado son tratadas hostilmente y como científicas de segunda respecto a sus compañeros varones. No sólo se les dan tareas como las descritas pero incluso se hacen comentarios sobre su apariencia, abiertamente machistas incluso fuera de Rusia o delante de ellas. Si criticas tales puntos de vista te miran como un bicho raro o incluso intentan razonar su discriminación. No creo que sea sólo en ámbitos científicos sino que sucede en la mayoría de la sociedad rusa.
¡Gracias! Qué lamentable, no tenía ni idea.
Un apunte positivo: la que para mi gusto fue la mejor intervención de ese congreso, con diferencia, la hizo una científica (senior) rusa. Una de esas pocas conferencias en las que, pese a estar muy alejado de la especialidad de la que se está hablando, te interesas y te apasiona su trabajo.
Ayudaría bastante a hacer avanzar el feminismo y a cambiar el mundo, que hubiese muchos hombre feministas. Hombres que sean conscientes de estar inevitablemente aquejados de la ceguera del privilegio y mantengan una postura autocrítica sobre machismos y micromachismos, tal como hace el autor de este artículo.
Gracias, Alejandro. Y que cunda el ejemplo.
Empar
Muy oportuna la observación de esa compañera científica. Claro, ella no está afectada por la ceguera del privilegio. Todo lo contrario.
Empar
Fantástico artículo. Ya que el papel de la mujer en diversos ámbitos como el de la ciencia esta tan invisibilizado, es de agradecer, y mucho, a quien como tú Alejandro, visibilizais esta real discriminación.
Efectivamente hay que hacer algo, muchas cosas empezando por conquistar ese espacio público, algo que se esta intentando en el I Congreso Internacional de Mentes Femeninas (Arte, cultura, politica, ciencia, salud, feminismo, TICs, emprendimiento…) http://www.mentesfemeninas.com A visibilizar y conquistar espacios.