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El teniente Luis Segura ingresa en un centro disciplinario

Permanecerá recluido al menos dos meses tras ser acusado de dos faltas graves por haber publicado un libro en el que denuncia abusos y casos de corrupción dentro de las Fuerzas Armadas

MADRID // El teniente Luis Segura ha ingresado esta mañana en un centro disciplinario donde permanecerá, al menos, dos meses, tras ser acusado de dos faltas graves por haber publicado un libro en el que denuncia abusos y casos de corrupción dentro de las Fuerzas Armadas. Segura ha denunciado en varias ocasiones el linchamiento del que está siendo víctima por intentar que se realice ”una auditoría, una externalización de los elementos de control y que a los militares se los trate con dignidad”.

Según las declaraciones que realizó por teléfono a La Marea en el día de ayer, y dado que no solo no se están atendiendo sus peticiones, sino que está siendo criminalizado «por tratar de hacer del Ejército una institución trasparente y fiable», el teniente Segura ha decidido comenzar una huelga de hambre que finalizará “cuando alguien decida instalar la cordura. No puede ser que quieran encerrar en un centro disciplinario, expulsar de su trabajo y tratar como un delincuente a quien denuncia lo que todo el mundo sabe que sucede”. Según asevera, «no es propio del siglo XXI y, por desgracia, me veo abocado a tomar una postura más propia del siglo XX que de este. Pero, como siempre digo, es que estoy tratando con una institución del siglo XX”.

Además de perder su destino dentro de las Fuerzas Armadas y de que, según explicó a este diario, la fiscalía castrense está estudiando imponerle una pena de hasta seis años, Segura afirma tener la conciencia tranquila. “De momento estoy bien, hidratándome mucho y con calma”, dice en referencia a la huelga de hambre que comenzó ayer. “Como ya publicasteis en La Marea, se ha visto cómo es la justicia militar, cómo sacaron de contexto unas declaraciones, en las que lo único que hacía era alabar la función de las Fuerzas Armadas, para utilizarlas contra mí”, dice. “Estoy tranquilo y sé lo que me espera. La justicia militar entiendo que lo que hará será dar otro giro más de tuerca a una situación ya delicada”.

A pesar de ser él quien está cargando con las consecuencias de haber hecho públicas las carencias que presentan las Fuerzas Armadas, confiesa que no se siente solo. “Hay mucha gente que me está arropando, lo que pasa es que también hay mucha gente que tiene miedo, que no sabe si dar la cara o no, hay una situación de tensión”, explica. “Pero hay que recordar que los militares somos los únicos trabajadores del Estado que suscribimos un compromiso. Hay militares que tienen un compromiso a lo largo de 27 años y son expulsados a la calle prácticamente sin ningún tipo de compensación por ello”.

Respecto a la huelga de hambre que inició ayer, el teniente Segura incide en el hecho de que él es solamente la punta del iceberg. “Esta huelga no la voy a hacer por mí, sino por la cantidad de militares que están siendo atacados y perseguidos”, recalca. “Incluso madres militares con reducción de jornada a las que se les obliga a dejar a sus hijos para acudir a las guardias cuando no hacer ese tipo de servicios es un derecho reconocido. Se están cometiendo auténticas aberraciones en el mundo militar y esto se tiene que acabar”.

Dado que no confía demasiado en una reacción positiva por parte de la justicia militar, el teniente Luis Segura espera que “la cordura y el sentido común de la Unión Europea” no permitan “que una situación de esta naturaleza se prolongue en el tiempo. Estamos hablando de la vida de una persona. Entiendo que al ser un ciudadano europeo debo tener unas garantías legales y espero que, si no es España, al menos desde Europa se presione lo suficiente como para que toda esta situación se reconduzca, que haya una auditoría de las Fuerzas Armadas y un compromiso serio de regeneración, en lugar de atacar y machacar a quien lo está contando”, reitera.

Una de las características más preocupantes de su ingreso en el centro penitenciario es la ausencia de garantías de respeto a los derechos humanos que su encierro supone. “Para que este arresto se produzca, España tuvo que firmar una reserva a dos artículos en el Tratado Europeo de los DDHH para poder seguir arrestándonos”, denuncia. Esta reserva, según explica, son algo así como excepciones que se le conceden a España para que, en los casos que describen dichos artículos, no tenga que respetar los DDHH. “Eso ya demuestra que voy a perder mi libertad sin ningún tipo de garantía judicial”, señala.

Un ejército sin transición

“Lo que he denunciado es una situación generalizada, casi cultural, y puedo anticipar que aportaré pruebas de ello para que las evalúe la sociedad civil, porque a la justicia militar no parecen interesarle”, advierte. La raíz de la corrupción y el abuso de poder que pretende erradicar está en la ausencia de transición que han experimentado las Fuerzas Armadas desde el final del franquismo. “Hay hechos que se han criminalizado desde la Transición hasta ahora”, afirma. “Por ejemplo, si un coronel le pega un puñetazo a un soldado y el soldado lo denuncia, al coronel le van a meter en la cárcel seguro. Si esto hubiera pasado hace 40 años, ese coronel se podía ir tan tranquilo a casa”.

Lo que no parece haberse logrado es condenar los casos de corrupción. “El que un alto mando se lleve dinero, trapichee con dinero, es algo que no se ha conseguido criminalizar”. El motivo, según explica, es que “hay un falso sentido de la lealtad al compañero por encima de la lealtad a España, a la institución y a los ciudadanos”. En este sentido, a pesar de admitir que puede ser un reflejo de la sociedad civil, dado que las Fuerzas Armadas también lo son, considera que, en este último caso, también han influido tanto su “historia reciente como la ausencia de una transición en el mundo militar», por lo que cree que «es mucho más acusado”.

Al contrario de lo que está sucediendo actualmente en la sociedad civil, donde desde hace algún tiempo forma parte de la opinión pública el debate sobre la Transición, en el ámbito militar no es que no se hable sobre ello, sino que no ha existido. “Los mismos generales que estaban antes son los que están ahora”, explica. Durante el franquismo, “la cúpula militar gozaba de una impunidad que aún permanece intacta”. El teniente Segura revela que “ha habido una especie de pacto entre los dirigentes de la sociedad civil y los del mundo militar por el que nadie se quería meter en el terreno de nadie. Aunque pudo tener un sentido hasta el año 90 por el riesgo del golpe de Estado, a día de hoy no se entiende que se siga sosteniendo”.

Pero, a pesar de la gravedad de sus denuncias y de las consecuencias que han tenido, considera que no solicita nada extraño. “Lo que estoy pidiendo es, por ejemplo, tener una justicia militar como la que tienen en Francia; es decir, independiente”. Para que quienes no conocen en profundidad el mundo militar puedan hacerse una idea, Segura pone un ejemplo. “La sociedad militar es exactamente igual que la civil pero con los jueces, los dirigentes de los policías (que son los dirigentes de la Guardia Civil) y los auditores, formando parte de los partidos políticos”, narra. “Si ahora hay corrupción, sensación de impunidad y de ausencia de independencia judicial en la sociedad civil, imagínate en la militar. Es como si los jueces, los dirigentes de la policía y los funcionarios de Hacienda, en lugar de pertenecer cada uno a su organismo, fueran afiliados de los partidos políticos. Sería un disparate”, señala.

Finalmente, Segura considera que la mala imagen que pueden tener las Fuerzas Armadas en la sociedad se debe al abuso de poder y los casos de corrupción que impulsaron su denuncia. “No me cabe ninguna duda”, afirma tajante. “Es una pena, porque los militares hacen un trabajo extraordinario. Cada vez que hay un terremoto, ahí hay un militar con una manta. O en el mismo chapapote, donde fui, ahí estuvimos limpiando petróleo. Pero, por desgracia, tenemos una cúpula que no es digna del resto de los militares”, concluye.

 

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