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De la liberación homosexual al Orgullo gay

El 28 de junio se conmemora la lucha por los derechos humanos para las personas LGTB. La jornada ha ido ganando carácter festivo sin perder de vista la reivindicación

El acto central del Orgullo es “una manifestación, no un desfile ni una cabalgata.” Así de rotundo se mostraba el secretario general de la FELGTB, Jesús Generelo, en la rueda de prensa de presentación de las fiestas del Orgullo LGTB de Madrid. “Por supuesto, es un evento lúdico pero también reivindicativo”, añadía.

El Orgullo de este año está dedicado a los derechos humanos LGTB. “Nos manifestamos por quienes no pueden” será el lema inscrito en la pancarta de cabecera. Detrás de ella desfilarán, junto con las asociaciones organizadoras, ONG como Amnistía Internacional, CEAR, Movimiento Contra la Intolerancia o Cesida.

Los colectivos COGAM (Colectivo LGTB de Madrid) y FELGTB (Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales) son los responsables de la organización de la manifestación que tendrá lugar el sábado 5 de julio. Sin embargo, la coordinación del resto de eventos de Mado (acrónimo de Madrid Orgullo) corre a cargo de AEGAL, la asociación de empresarios LGTB de Madrid.

Orgullo es protesta

Este interés en el “euro rosa” por parte de la empresa privada es uno de los aspectos más criticados por los grupos de activistas que, desde 2006, celebran en Madrid un Orgullo alternativo. Bajo el lema “Orgullo es decisión”, el manifiesto de este año hace un llamamiento contra la “mercantilización [de] nuestra existencia” y contra los privilegios basados en el consumo.

“Como muchacho trans, no siento el ‘Orgullo grande’ como algo mío”, afirma uno de los impulsores de la convocatoria de este año. La crítica también se centra en la paradójica uniformidad dentro de la reivindicación de la diversidad. La presencia de varones blancos con alto poder adquisitivo y unos cánones estéticos determinados es abrumadora, mientras que la participación de lesbianas o chicos trans es mucho más discreta.

El primer Orgullo fue una revuelta

Las lesbianas y gais más veteranos mantienen una postura ambivalente respecto a esta celebración masiva que, en palabras de Empar Pineda, “supuso una salida de armario colectiva ante la sociedad”. Esta activista recuerda la primera Jornada de Liberación de Lesbianas y Homosexuales del Estado convocada por el Front d’Alliberament Gai de Catalunya, asociación que no estuvo legalizada hasta 1980.

Ese 28 de junio de 1977 unas 500 personas recorrieron las Ramblas de Barcelona. Pineda recuerda la preocupación por transmitir una imagen de normalidad y el consiguiente malestar cuando un grupo de transexuales y travestis se situó en la cabecera. Cuando los «grises” empezaron a disolver la manifestación, sólo estos les plantaron cara mientras el resto del grupo desapercía por las bocacalles.

Hace 45 años, transexuales, drag queens y homosexuales negros y latinos, hartos de los abusos policiales y el hostigamiento a los bares de ambiente, se revelaron contra la policía de Nueva York. Los enfrentamientos iniciados en el bar Stonewall Inn se extendieron a todo el barrio de Greenwich Village y supusieron un giro radical en la defensa de los derechos LGTB. Sólo un año después, se celebraba el primer día de Liberación Homosexual, que rápidamente se convertiría en Gay Pride, cuya traducción más adecuada sería Dignidad Homosexual.

La revuelta de Stonewall del 28 de junio de 1969 se conmemora actualmente en todo el mundo. En Madrid, la manifestación se celebra desde hace años el primer fin de semana de julio. La explicación oficial del cambio es posibilitar que los colectivos LGTB organicen actos en sus localidades coincidiendo con la efemérides y, el fin de semana siguiente, acudan a la manifestación estatal. Sin embargo, desde posturas críticas con la celebración oficial del Orgullo apuntas a motivos económicos, ya que a principios del mes de julio es más probable que la gente tenga vacaciones y dinero para dejarse en la ciudad.

“El Ayuntamiento no nos apoya”

La celebración del Orgullo tiene un innegable tirón turístico. Hace apenas 4 meses la alcaldesa Ana Botella firmaba un acuerdo con su homólogo berlinés para promocionar el ocio LGTB en Madrid. Sin embargo, las asociaciones organizadoras denuncian la falta de apoyo y compromiso del consistorio con una fiesta que supera en afluencia a otras más castizas, como las de la Paloma.

Desde 2010, la gran semana LGTB de Madrid se salda con una multa del Ayuntamiento a la organización por superar los límites de decibelios permitidos que, el año pasado, ascendió a 160.000 euros. Para evitarlas, este año se han recortado las horas de programación, la superficie ocupada por escenarios y barras en la zona de Chueca y, sobre todo, se ha reducido en un 50% la capacidad de los equipos de sonido.

El principal punto de fricción con el gobierno municipal es el recorrido de la manifestación del próximo sábado. Por segundo año consecutivo, el Ayuntamiento no ha autorizado el uso de la Gran Vía aduciendo problemas de seguridad. Juan Carlos Alonso, coordinador de Mado y secretario general de AEGAL, recordaba que otros eventos multitudinarios sí ocupan esta calle. El próximo sábado, la manifestación LGTB más grande y visible del Estado partirá de Atocha hacia la plaza de Colón atravesando el eje Prado-Recoletos.

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