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En defensa de los festivales de cine de la Comunidad de Madrid
Las ayudas para la realización de festivales cinematográficos han desaparecido. "Es una decisión errónea que deja un panorama desolador", sostiene el autor
Madrid no tiene un gran festival de cine generalista al estilo de San Sebastián o Valladolid. No ofrece un solo color, la ciudad se ilumina con una mirada de tonalidades distintas que le proporcionan las decenas de festivales llamados “de nicho” que se suceden a lo largo del año: documental, animación, cortometrajes, experimental, iberoamericano, indio, gay y lésbico, social, de óperas primas, etc. Festivales todos que conforman uno de los abanicos más diversos y potentes de todo el continente europeo.
Los festivales de Madrid ofrecen este variado menú a través de un calendario que lleva a casi 300.000 espectadores a lo largo de 12 meses a descubrir más de 2.000 películas de estreno en la región.
Así de potente es el circuito de exhibición que generan los festivales de cine en Madrid, con una propuesta cinematográfica diferente, en espacios alejados de los centros comerciales y las grandes avenidas. Un terreno reservado a los sueños que han venido desarrollando principalmente las asociaciones culturales de la Comunidad de Madrid, verdaderos núcleos de la creación de la región.
Pero todo este ecosistema único está en verdadero peligro.
Se nos informa a los Festivales Cinematográficos desde el área de Cultura de la Comunidad de Madrid de que las ayudas para la realización de festivales cinematográficos han desaparecido, igual suerte corren disciplinas como la música y otras actividades artísticas que impulsan las asociaciones culturales. Así como suena. No es que hayan disminuido, como venían haciendo los últimos años, es que directamente se han suprimido. Sin previo aviso.
Estas ayudas constituían un apoyo fundamental para los cada vez más debilitados presupuestos de los festivales madrileños. Ahora el panorama es desolador.
Esta decisión deja muchos afectados. Repercute principalmente en los directores y productores de cine, sobre todo los españoles, que encontraban en estos festivales la puerta de acceso a la industria. Empobrece la marca Madrid a niveles difíciles de describir. Afecta también de manera directa a los profesionales de la Cultura. Es desoladora para los espectadores de cine madrileños que ven gravemente reducida la oferta cinematográfica y cultural. Pero no todo son malas noticias, las grandes majors norteamericanas estarán felices. Únicamente podrán verse en Madrid las películas que ellos decidan o lo que los festivales asociados a marcas comerciales propongan.
Es una decisión tremendamente errónea. La cantidad asignada para la realización de festivales impulsados por las asociaciones era pequeña. Cada euro invertido en un festival se multiplica, de media, por seis en retorno de la inversión para la ciudad. Siendo este un dato importante, lo son aún más los intangibles: la celebración de la diversidad, la libertad de elección, la defensa de nuestro patrimonio cinematográfico y la cultura sostenible.
Desde aquí un abrazo y todo el aliento a los equipos organizadores de los más de 20 festivales de la Comunidad de Madrid que dan servicio a una población de 5 millones de habitantes. Gracias a su esfuerzo y dedicación año tras año se han levantado estos espacios de creación y libertad.
Me gustaría instar a las administraciones correspondientes a realizar un ejercicio de reflexión y responsabilidad. Es necesario valorar el enorme daño que esta decisión conllevará y las dificultades que supondrá volver a generar una red desarrollada a lo largo de los últimos 20 años.
Esperamos que impere la cordura y que los festivales de cine , elementos vertebradores de la cultura de la Comunidad de Madrid, no pasen al olvido.
*Diego Rodríguez Blázquez es director del festival Márgenes
Yo soy madrileña de toda la vida y creo que Madrid está muy mal explotado a nivel turístico, otras ciudades como las mencionadas lo hacen genial y el abanico de posibilidades es bien amplio.