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La crisis, el neoliberalismo y los servicios públicos
El autor analiza lo que él define como una "estrategia" para acabar con el papel del Estado como garante de los derechos de las personas o la eliminación de los servicios públicos
La actual crisis económica mundial esta siendo utilizada para realizar un ataque desmedido contra los sistemas de protección social a escala global, si bien existen diferencias notorias según las zonas del planeta mediatizadas tanto por las políticas de los gobiernos como por los movimientos sociales.
Se trata de acabar con el papel del Estado como garante de los derechos de las personas, la eliminación de los servicios públicos (Educación, Sanidad, servicios sociales) y la desregulación de las relaciones económicas y comerciales a nivel internacional. En esta estrategia han tenido un papel relevante organismos internacionales como la Organización Mundial del Comercio, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, etc., que han promovido la privatización de los servicios públicos (Acuerdo General Sobre Libre Comercio- GATSS), la reducción de los gastos sociales, la precarización de las condiciones laborales y la eliminación de las reglas que controlaban la circulación de capitales (favoreciendo la libertad de especulación).
En cualquier caso, hay que ser conscientes de que en Sanidad este proceso se ha producido con una gran flexibilidad y capacidad de adaptarse al terreno concreto y a las circunstancias de cada país, por lo que, mientras que en los países con sistemas sanitarios públicos se hacía hincapié en la ruptura de la integralidad de los mismos introduciendo mercados internos, desregulación y empresarización de los centros sanitarios, en los sistemas más liberalizados se fomentaban los copagos, las subvenciones al sector privado, la disminución de las coberturas públicas, etc. (Sánchez Bayle 2005).
En este escenario surgen dos dinámicas simultáneas.
1.- Una brutal lucha entre los distintos países occidentales endeudados por captar el ahorro, que está básicamente en manos de los países emergentes y algún país desarrollado como Alemania o Japón. La actuación de los lobbies anglosajones por captar ese ahorro para sus economías altamente endeudadas ha sido perfecta, desacreditando a Europa, y distrayendo la atención del auténtico foco de peligro de la economía global, la quiebra de Estados Unidos y Reino Unido, cuyo volumen de endeudamiento público y privado no se podrá devolver. Por cada dólar de deuda que se emite diariamente en el planeta alrededor del 57% corresponden a Estados Unidos y a Reino Unido.
2.- Alemania lo ha hecho rematadamente mal. Como principal país acreedor de la zona Euro reaccionó de manera tardía a la crisis griega, por intereses electorales de la señora Ángela Merkel, permitiendo que los mercados, por definición especulativos, devoraran a Grecia y a sus ciudadanos. Después vinieron Portugal e Irlanda. Y ahora está pasando lo mismo con España, luego vendrá Italia y a la postre toda la UE, incluida Alemania. Conviene recordar el poema de Martin Niemöller atribuido habitualmente a Bertold Brecht: “Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas, guardé silencio porque yo no era comunista. Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata. Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté, porque yo no era sindicalista. Cuando vinieron a llevarse a los judíos, no protesté, porque yo no era judío. Cuando vinieron a buscarme, no había nadie más que pudiera protestar.”
El modelo de Globalización Neoliberal ha tenido una importante repercusión para la salud de los ciudadanos, empeorando los factores que determinan la salud-enfermedad: ha contribuido al deterioro del medio ambiente (que está detrás del cambio climático), a incrementar la pobreza y la marginación social por la depredación de materias primas, a la destrucción de las economías de los países menos desarrollados, a la deslocalización de empresas, a la precarización de las relaciones laborales y a la explotación de la mano de obra, a facilitar la expansión de las multinacionales del tabaco, el alcohol y la comida basura, a la eliminación de controles a la producción y circulación de drogas ilegales, a la difusión de epidemias de enfermedades asociadas a la explotación y exportación incontrolada de animales para la alimentación (vacas locas, gripe aviar, gripe A), a la expansión de los alimentos transgénicos que afectan a la salud y someten la producción agrícola de los países en desarrollo, a la generalización de centrales nucleares, etc.
Deteriorando los servicios sanitarios públicos: imponiendo las relaciones de mercado, abandonando las políticas de salud por las de enfermedad y deteriorando los servicios públicos de salud.
Otros elementos a considerar son la influencia de la industria farmacéutica y de las multinacionales de la tecnología sanitaria, el apoyo de los sistemas mercantilizados en modelos basados en la curación por encima de la prevención y promoción de salud y en la utilización intensiva e irracional de los recursos tecnológicos. Todo ello lleva a un crecimiento exponencial del gasto sanitario no acompañado de mejoras en los niveles de salud.
Las consecuencias para la salud pública tienen que ver con los conflictos entre la lógica del mercado y la protección sanitaria: cambios de hábitos alimentarios, crisis de las vacas locas, dioxinas, gripe aviar…, las desigualdades en los niveles de vida individuales, grupales, regionales y nacionales, la reducción de los presupuestos públicos en servicios sociales, pensiones y desempleo y el aumento de la precariedad laboral: más mortalidad y morbilidad, descenso de la natalidad, aumento de la economía sumergida, etc.
Además de amenazas para los sistemas sanitarios, como son la dotación de infraestructuras de los llamados modelos de “colaboración público – privada” (iniciativas de financiación privada, mas conocidas como PFI, concesiones administrativas, etc.), la excusa para las privatizaciones y las repercusiones sobre los profesionales: menos empleos y empeoramiento de las condiciones laborales. Otra vía es la limitación de prestaciones, el establecimiento de copagos (impuestos sobre la enfermedad) y el deterioro de los sistemas sanitarios públicos.
La crisis económica ha venido a incrementar, aún más, los problemas de salud generados por la Globalización en una doble dimensión: reduciendo los recursos disponibles por los servicios sanitarios públicos e incrementando las necesidades asistenciales asociadas al aumento del paro, la pobreza y la marginación social (Sánchez Bayle, 2009).
La manera de salir de esta crisis puede suponer una profundización de estos problemas o una oportunidad para iniciar el camino de su superación: La crisis se cerrará en falso si se mantiene y profundiza la actual estrategia de desregulación de los mercados y de las relaciones laborales, privatización de los servicios públicos, reducción de impuestos a los sectores privilegiados, libertad de actuación de las multinacionales o disminución del papel del estado como proveedor de los servicios sanitarios. Todo ello a pesar de que no son los responsables de la crisis y de que las soluciones que se pretenden avanzan en la óptica del neoliberalismo que la ha generado.
Se conoce hace tiempo que los sistemas sanitarios con gestión pública son más baratos y más eficientes, como señalan todos los informes internacionales, recientemente la Agencia Bloomberg 2013, comparando gasto sanitario total y público con esperanza de vida y esperanza de vida libre de incapacidad: España el 5º más eficiente del Mundo, el 1º de Europa. Los motivos son también muy conocidos: los sistemas públicos tienen menores gastos administrativos, una menor sobreutilización tecnológica y la posibilidad de socializar los riesgos mediante sistemas de cobertura universal.
En este contexto la gestión pública de la Sanidad es fundamental por los siguientes motivos: para orientarse a la consecución de niveles de salud y de satisfacción de todos; para corregir los fallos del mercado como la información asimétrica, la presencia de externalidades y la incertidumbre y variabilidad de las enfermedades, y sobre todo para mejorar la equidad social.
En los sistemas sanitarios es importante recuperar la lógica solidaria asegurando la sostenibilidad económica a través de los presupuestos públicos, la sostenibilidad fiscal imponiendo impuestos progresivos, evitar la división entre financiación y provisión (la puerta del mercado), evitar la competencia entre instituciones públicas, tener clara la ineficacia de los copagos y recuperar el discurso de la superioridad de lo público sobre lo privado.
Sergio Fernández Ruiz es vicepresidente de la Asociación para la Defensa de la Sanidad Pública de Madrid (FADSP. España)
Nuestros neoliberales gobernantes y su cohorte de voceros instrumentales nos repiten una y otra vez que la única solución para salir de esta pavorosa crisis consiste en recortar y recortar hasta conseguir el desmantelamiento de los servicios públicos en general y el de la sanidad en particular, pero los hechos son tozudos y la realidad muestra que esos recortes tan publicitados como ahorradores son en realidad una criminal forma de despilfarro económico que conlleva además el sufrimiento y en algunos casos la muerte de los más desfavorecidos. http://diario-de-un-ateo.blogspot.com.es/2014/05/al-final-los-recortes-en-sanidad-en.html