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Nakba, memoricidio y la historia que nos grita

Diego San José // Hace más de un año que escuché por primera vez el término nakba. Una charla bien dada sobre la historia del conflicto palestino-israelí y el cómo se ha llegado a la situación de hoy. Si bien es cierto que investigando sobre la situación actual del pueblo palestino uno ya se estremece y coge conciencia y se decanta por uno de «los bandos», escuchar y estudiar, aunque sea de manera muy superficial, la historia de Palestina y del fenómeno de la nakba provoca en uno sensaciones que abarcan desde la pena por todas las muertes que ha supuesto este hecho, hasta rabia y sobre todo, indignación; esa palabra que tenemos casi de moda y de la que parece que no hagamos pleno uso y que en Palestina llevan esperando una respuesta a esta indignación durante ya 66 años.

Como dije, hace más de un año que escuché por primera vez aquella palabra; yo me consideraba pro-palestino sin saber todo lo que había detrás, estaba en contra de la opresión contra un pueblo que sabía que vivía en megacárceles como Cisjordania o Gaza, que sufrían constantes abusos militares y que tenían problemas de abastecimiento, pero después de escuchar por primera vez aquel término que significa ‘desastre’ o ‘catástrofe’, el conflicto adquirió sentido. O quizás en ese momento tuviera menos sentido que nunca, pero se hacía evidente la injusticia.

La nakba es una conmemoración a la catástrofe que resultó para la población palestina la «declaración de independencia del Estado de Israel» el 15 de mayo de 1948. Catástrofe no es que Palestina había perdido una final de fútbol, o se había quedado sin zonas de playa o sin una zona productora o no; catástrofe significa que a partir de ese momento Palestina, su historia y su pueblo comenzarían a ser poco a poco borradas del mapa. Pero esto empieza antes, en 1947, la ONU había dictaminado plan de partición a partir de la Resolución 181 donde se reconocía un 55% del territorio para Israel, un 44% para Palestina y un 1%, Jerusalén, que sería capital de los dos estados bajo auspicio internacional, todo ello con una población judía del 33% que tenía entre un 6 y un 8% de la propiedad de la tierra, y es que Israel, a parte de ser una aberración por querer ser un Estado marcado por una religión, nació de un proyecto internacional marcado por una sentencia injusta que mostraba quién tenía intereses en esa zona y a quién iban a beneficiar. Posteriormente, en 1948, estalla una guerra civil donde el ejército israelí consigue tras firmar unos armisticios, aumentar su territorio en un 23%.

Lógicamente, no voy a explicar toda la historia, primero porque es imposible contarla en unos pocos párrafos y segundo, porque me siento incapaz. Solo diré que como resultado de este ‘desastre’ entre 1947 y 1948, hubo entre 700.000 y 800.000 palestinos expulsados de sus hogares, con varios miles de asesinados y diferentes masacres como la de Deir Yassin y la destrucción de 531 municipios, pueblos que han sido totalmente transformados en lugares hebreos marcados con nombres bíblicos judíos. Las casas del pueblo de Israel están manchadas con sangre palestina, cada farola, cada escuela, cada sinagoga, cada estadio donde compiten los mejores equipos de baloncesto de toda Europa están construidos sobre la sangre y la historia de un pueblo que sigo vertiendo sangre y vidas a día de hoy por los ideales colonialistas del sionismo.

Por ello se conmemora la nakba, por ello escribo esto, porque cada año que pasa -y ya van 66- y se queda impune el Estado de Israel, es una nueva herida sobre la historia del pueblo palestino, es una nueva gota de sangre que cae sobre los campos de olivo. La historia y la memoria es nuestra principal arma para salvar a Palestina. Realmente tengo miedo que llegue un día donde solo cuatro gatos alrededor del mundo recuerden este día y tengan que hablar del pueblo palestino en pasado, como una ‘tribu’ que estuvo y desapareció. Recuperemos la memoria, honremos a todos los que lucharon contra el sionismo de Israel y ayudemos a que hoy cambie la situación y que la lucha no haya sido en vano, porque si todos fijamos la mirada y señalamos a quien mata y oprime un pueblo, quién sabe, pero torres más altas han caído…

Escuchen amigos, ¿no lo oyen? Palestina sigue gritando, escúchenla, » nos seguimos negando a que nos roben la memoria colectiva; la sal de este, nuestro mar» . Hoy más que nunca, viva Palestina libre.

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Comentarios
  1. Sería interesante para mostrar como se elimina un pueblo y borra su huella, comparar la relación entre población judía actual(traida de todo el mundo) y la palestina; la actual relación con la propiedad de la tierra y la original expuesta en el artículo; que porcentaje de territorio esta hoy bajo control palestino … .
    La resistencia del pueblo palestino en los gethos aislados de Cisjordania y Gaza, recuerda no ya a los gethos semitas de los nazis, sino a las reservas de tribus indias norteamericanas previas a su desaparición como pueblos.

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