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Ciencia y milagros

¿Cómo verificaría un científico si un candidato a santo ha hecho un milagro? ¿Por qué no basta con comprobar que al menos en un caso, tras un rezo, hubo una mejoría no explicada por los médicos?

Es sabido que la correlación no implica la relación de causa-efecto, pero es que parece que el protocolo de verificación de milagros empleado actualmente ni siquiera está comprobando la correlación como debería. Para verificar científicamente curaciones milagrosas, yo propondría (pero no lo hago, por los motivos que explico abajo) el protocolo que resumo aquí:

1) Cuantificar el número de personas que rezan a un candidato a santo en un periodo de tiempo, digamos un año.

2) De esas personas, ¿cuántas experimentan una mejoría no explicada por los médicos?

3) Y, en cambio, ¿cuántas empeoran por motivos que no se explican los médicos?

4) Repetir el proceso tomando como referencia a un santo patrónalguien que sepamos que funciona: ¿cuántos rezan, cuántos mejoran y cuántos empeoran?

5) Repetir el proceso con un grupo control. Dado el dogma católico, seguramente servirá cualquiera que se encomiende a falsos ídolos, o quizá fuera más certero tomar a católicos que pidieran intercesión a familiares fallecidos, que en su inmensa mayoría no serán santos, al menos no en sentido técnico.

Y con todo estos datos bajo el brazo ya tocaría aplicar el poder de la estadística para buscar correlaciones y ver si hay diferencias significativas entre un grupo y otro. Ahora bien, como comentaba arriba, yo no propondría un estudio así. ¿Por qué? Porque, aunque tendría la apariencia de ciencia, no estamos verificando una hipótesis científica, y ese es un punto crítico. No existe un cuerpo teórico que acompañe a este supuesto protocolo experimental: ¿qué es un milagro? ¿qué es o dónde está el Cielo desde el que intercede el Santo? ¿qué procesos físicos y reacciones químicas tienen lugar durante esa curación? ¿De qué estamos hablando?

Es poco conocido, pero de hecho sí hay intentos científicos (¿o seudocientíficos?), publicados en revistas científicas, por determinar el efecto del rezo en los ingresos hospitalarios. Mi artículo favorito es este de 2001 en el que estudiaban los efectos del rezo remoto y retroactivo. Es decir: años después de que los pacientes salgan del hospital, divido sus nombres en dos listas, rezo por los de una y no por los de la otra, y me pongo a hacer estadísticas buscando correlaciones. El punto de partida es que si admitimos el milagro no tenemos motivos científicos válidos para limitar el poder de Dios al presente: lo mismo podría modificar milagrosamente el pasado. Usando métodos aceptados en la literatura médica, llegan a la sorprendente conclusión de que rezar por un paciente años después de que salga del hospital puede acortar su estancia hospitalaria. Ese artículo, claro, no es más que una forma práctica y jocosa de denunciar mediante el esperpento a otros despropósitos similares.

La conclusión real es que no es válido aplicar métodos científicos a hipótesis que no son científicas: si la superstición se viste de ciencia, no pasa de seudociencia y no nos podemos tomar en serio sus conclusiones. Nos encontramos con lo que Feynman llamaba «la ciencia de culto al cargamento»: «En los Mares del Sur hay un culto al cargamento. Durante la guerra vieron aviones que aterrizaban con gran cantidad de bienes, y quieren que esto vuelva a suceder. Así que imitan cosas como pistas de aterrizaje, ponen fuegos en los lados de esas pistas, hacen una cabaña de madera para que se siente un hombre, con dos piezas de madera en su cabeza como auriculares y antenas de bambú -es el que hace de controlador aéreo- y esperan a que aterricen los aviones. Lo están haciendo bien. Las formas son perfectas. Tiene exactamente el aspecto que tenía antes. Pero no funciona. No aterrizan aviones. Así que llamo a estas cosas ciencia de culto al cargamento, porque aparentemente siguen todos los preceptos y formas de la investigación científica pero se están perdiendo algo esencial porque no aterrizan aviones».

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Comentarios
  1. Si una curación cualquiera que sea se le atribuye a un milagro es porque no se ha encontrado una explicación lógica y verificable a tal curación. En el momento en que se le encuentra a esa mismísima curación la explicación causa efecto correspondiente inmediatamente pasa a ser una curación científica (solo para el que la comprende). Dada la complejidad de la cantidad de variables manejadas por la ciencia que siempre se va corrigiendo es mucho mas sencillo decir que es un milagro y no comprender todo el proceso que sucede en el medio (si me tomo un analgésico no me interesa como funciona, para mí es un milagro y listo). Saludos.

  2. Está muy bien el ensayo como gracieta, pero la argumentación de un milagro no está basada en hipótesis científicas, sino teológico-filosóficas. Los intentos de encontrar los fundamentos teológicos de la fluorescencia no han tenido tampoco mucho éxito.

    • Permíteme que te corrija. Cómo filósofa que soy te puedo asegurar que la filosofía y los milagros no pueden tener ninguna relación, como no la tienen la razón y la fe. La fe consiste, precisamente, en aceptar lo incomprensible, el misterio, el dogma… y aceptarlo a ciegas y acríticamente. Mientras que la filosofía indaga, desde la racionalidad y las dimensiones últimas de la realidad.
      Amparo Ariño
      Doctora en Filosofía y Profesora Titular. Universidad de Valencia

      • Se lo permito. Sin embargo, no me siento corregido. Pero yo soy sólo un creyente acrítico que allá donde ve un misterio pone dogmas a ciegas y se va tranquilo a dormir, así que mi opinión no vale gran cosa. Pero no se lo puedo asegurar, no soy doctor en filosofía ni profesor titular de universidad. Más quisiera.

    • Ojo, que no soy yo quien mezcla churras con merinas, ciencia con milagros. Yo lo denuncio pero no me lo invento. Un par de ejemplos:
      -http://www.livescience.com/38033-how-vatican-identifies-miracles.html «The process of certifying miracles in the Catholic Church goes back centuries and involves an investigation by scientific experts.»
      -http://sciencenordic.com/pope%E2%80%99s-scientists-study-miracles
      «This is a special task force consisting of medical scientists who investigate whether alleged saints can really cause miracles.»

      • Gracias por responder. Lo que te quería señalar es que el punto de partida para la evaluación del milagro es descartar que el fenómeno pueda ser explicado por el corpus de la ciencia actual (esto, al parecer, lo hacen unos señores científicos, no teólogos, muy ilustres que piensan mucho y muy bien, como la señora del comentario anterior). Si es el caso, entran los teólogos a valorar el caso, con argumentos tan poco respetables como los de Santo Tomás de Aquino. Pero esto lo sabe cualquier estudiante de religión de 1º de BUP. Los profesores de universidad, doctores en filosofía, lo han olvidado ya.

        • La filosofía y la fe son inconmensurables. Pretender, como Tomas de Aquino, hacer de la filosofía la sierva de la teología, es una contradicción en los términos. La fe, en cualquier cosa, no puede discutirse racionalmente, puesto que no atiende a criterios lógicos ni de racionalidad. La fe no busca comprender, sino aceptar y asombrarse con lo supuestamente sobrenatural, lo que viene de un mundo que no es este y una una divinidad cuyos designios, caminos etc. son incomprensibles, inescrutables para los humanos. Eso, por hacerlo breve, en los 3 monoteísmos: judaísmo, cristianismo e islamismo (por orden de aparición en la escena histórico) Los monoteísmos los reconocía Aguste Comte como los estadios superiores de las religiones,los más abstractos y elaborados, pero inferiores -en la evolución humana hacia la comprensión del mundo- a la filosofía en general y al positivismo en particular. Pero los monoteísmos no son las únicas creencias religiosas. Hay otras, según Comte, más primitivas, más elementales, más sencillas y menos elaboradas, como el animismo, el fetichismo, el politeísmo, que han tenido y tienen sus fieles, sus cultos, sus ritos, y todas se sustentan en una fe, cuanto más ciega y acrítica, más eficaz.
          Si los estudiantes de BUP aprendieran religión en el ámbito privado: en las parroquias, salones del reino, sinagogas, o mezquitas, y estudiasen en el Instituto esa asignatura de Filosofía, que por algo el ministro Wert quiere eliminar de los planes de estudios, no ignorarían la diferencia entre fe y razón. Entre teología y filosofía. Entre superstición y ciencia.
          Te aseguro que para eso no es necesario un doctorado , ni siquiera una licenciatura, en filosofía.

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