La Uni en la Calle
Deseducando: Reflexionando y proponiendo cauces hacia otra educación
Miguel Ángel López Sáez y Olga Bautista Cosa. Universidad Complutense de Madrid: "Marino, poeta y pirata"
Miguel Ángel López Sáez y Olga Bautista Cosa // Dice Gabriel Celaya que hay que ser “marino, pirata y poeta”. Al menos ser un poco de todo. De ese todo que forma el gran reto de la educación.
Hay que ser marinero en un mar donde el que lleva el timón se encuentra con procesos de exclusión, discriminación y con falsas soluciones de segregación.
Cuestiones que la actualidad se ponen de manifiesto en pleno siglo XXI a pesar de que desde 1990 la idea de “Educación para todos” en la Conferencia de la UNESCO quedase más que explícita.
El proceso de inclusión educativa es un proceso largo y complicado que requiere de un “cambio de concepción” no sólo por parte de los docentes, si no por parte de toda la comunidad escolar (incluida la sociedad), ya que aunque se reconoce la igualdad de oportunidades al acceso a la educación, no hay una igualdad de respuesta ante personas que presentan necesidades diferentes.
Para ello, no debemos circunscribir la inclusión al ámbito de a educación. Tiene que haber un pensamiento social para abordar la reestructuración escolar. Para una inclusión real hay que adaptar la educación común a las necesidades de cada aprendiz. Ayudar y dar más recursos al que presenta mayores necesidades, sin caer en el error de la segregación de la etiquetación o categorización ni por los demás ni por el propio demandante. No se trata de no valorar la diferencia, se trata de reconocer la igualdad. En palabras de Parrilla (2000, p. 14) se trata de “luchar contra la desigualdad, no contra la diversidad”. Y esto pasa porque no sólo hay que dar una “participación física- geográfica” (Booth, 2000) en la que las personas con necesidades diferentes estén dentro del aula, sino que hay que dar una “participación democrática”. “Hablar de diversidad es hablar de participación y lucha de barreras al aprendizaje, procurando una educación de calidad”. Así el marinero tendrá que tener “un compromiso educativo”.
Y una vez que hayamos sido marineros, pasemos a ser piratas, ser un poco “Robin Hood”. El caso es, ¿qué hay que repartir?, ¿hay que repartir educación? Según decía Theodore Shultz en 1960, era de lógica que al invertir en educación esto repercutiría en la riqueza del país. Pero la realidad es que por muchos esfuerzos que se pongan en las políticas educativas, esto puede servir de poco o nada si no hay voluntad política para crear una conciencia social que procure e incentive el “educarse”. Esto nos conduce como piratas a tener en cuenta la noción de “educabilidad”; ese “conjunto de condiciones materiales, sociales, culturales y emocionales necesarias para el aprendizaje” (Bonal, Tarabini y Klickowski, 2005, p. 65).
Por último, hay que ser “poeta”. Los poetas de la educación “promueven y manejan el cambio que se necesita”. El poeta ha de tener en cuenta las estrategias básicas de repuesta educativa a la diversidad: compensación, adaptación de formas, métodos, objetivos y el tiempo del que se dispone y que se requiere (Coll y Miras, 2001).
Algo que nos preocupa en este reto, en los días que estamos, es sí las políticas socio- educativas están en peligro en el periodo de crisis económica. Los datos son poco halagüeños: se reduce o elimina en la plantilla profesional que, junto con profesores, procuran una labor educativa de inclusión; se recorta el presupuesto en educación primaria, secundaria y en universidades hasta un 60%; la inmigración se ve como un problema y se hacen escuelas-guetos que al sacar menos puntuación en la prueba de la Comunidad de Madrid reciben menos prestaciones; se elimina cualquier rastro de educación en valores y afecto sacando fuera Educación para la Ciudadanía.
Como profesionales estamos convencidos de que siempre hay que tener ese afán de superación y espíritu de lucha, porque el proceso de inclusión requiere un reto sin fin. Si nos vamos a dedicar a esto de “la mejora educativa”, nos tenemos que esforzar en: ser socialistas de la realidad educativa, dando la voz y la palabra; y a ser algo “utópicos en exigencias”. En definitiva tenemos que ser marineros arduos e incansables en generar igualdad de oportunidades y en querer una “inclusión radical” (Fielding, 2003) ¡nada de medias tintas! , piratas que no quitan y roban, sino que evalúan la necesidad y así dan. Y poetas inconformistas con la organización social que genera “los nadie: los ningunos, los ninguneados” (Galeano, 1989, p. 59), la exclusión.
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Olga Bautista Cosa es Licenciada en Periodismo, Diplomada en Educación Social y Doctoranda en el Máster “Artes aplicadas a la Intervención Social” de la Facultad de Formación al Profesorado de la Universidad Complutense de Madrid. Actualmente, desarrolla su labor profesional en el ámbito del desarrollo comunitario dentro de los Servicios Sociales del Ayuntamiento de Madrid, y está realizando un ensayo documental sobre los procesos de solidaridad y autogestión surgidos a raíz de la crisis.
Miguel Ángel López Sáez es doctorando en el Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la UCM. Realizó estancias en la Freie Universität de Berlín y en la Simon Fraser University de Vancouver, especializándoseen temas de género, inmigración y movimientos sociales. En 2012 presentó su Diploma de Estudios Avanzados acerca “el respeto a la diversidad afectivo-sexual dentro de la escuela”.
Hacer mayor hincapié en la diversidad afectivo-sexual por considerarse aún tabú en pleno siglo XXI.