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¿Cómo vamos a cambiar el mundo? Adiós a Conxa Pérez
"Hoy decimos adiós a Conxa Pérez, la miliciana anarquista cuyo testimonio recogimos para Vencidxs. Participó en las colectivizaciones barcelonesas y regresó del exilio con un hijo que más tarde rescató de la muerte en la maternidad"
«La guerra fue una monstruosidad, las guerras no sirven para nada. Nosotros queríamos cambiar la sociedad, encaminarla poco a poco hacia lo nuestro. Las cosas cambian de muchas maneras, por ejemplo con la persuasión y el ejemplo, pero si de vez en cuando hay que romper algún cristal, yo no lo veo tan mal»
La Revolución existió. Para Conxa, la Revolución fue un momento feliz. Y los primeros años de la República también significaron un episodio luminoso para ella, «representaron una explosión del movimiento libertario». No pudo ir a la escuela, pero le enseñaron sus lecturas de Federica Montseny, de Víctor Hugo, de Federico Urales, de Bakunin. Afiliada a las Juventudes Libertarias y a la FAI, que su padre fuese uno de los fundadores de la CNT le permitió ser la primera mujer que asistía a las reuniones de la Confederación.
La vida de Conxa ha sido muy larga. Participó en las huelgas del transporte; creó redes de ayuda de hijos de obreros; abrió una escuela Racionalista; pasó cinco meses en La Modelo; se independizó muy joven del machismo de su padre y hermanos; aprendió a disparar y a fabricar armas. Vivió el frente en Aragón corriendo entre las balas pero «con mucho entusiasmo».
En mayo del 37 «la ilusión por la Revolución se fue esfumando»: la guerra estaba perdida y «los conflictos entre las diferentes fuerzas de izquierdas» no ayudaban a tener esperanzas. Las buscó cruzando la frontera al año siguiente, pero su camino fue a dar con el campo de Argèles-sur-Mer. Deseaba volver a España. Y lo hizo. Con el pequeño Ramón llegó a una Barcelona desoladora, «me costó mucho levantar cabeza». Dejar temporalmente a su hijo en la Maternidad no la ayudaba: «Si llego a tardar un poco más me lo matan: cuando me lo dieron estaba completamente desnutrido.»
Pero la vida de Conxa ha sido muy larga. Y salió adelante. Con su compañero. Con su pequeño negocio en el Mercat de Sant Antoni. Transmitiendo «la memoria a muchos jóvenes que se interesaban en ella» cuando murió Franco. También penando porque la Transición no hubiera traído la creación de un sindicato fuerte.
«Hoy les diría a todos los jóvenes que cuestionaran su juventud. Que miren cómo viven y qué es lo que es necesario cambiar». Y que trabajen contra la falta de unión. También les pediría unión, porque «si no nos entendemos 15 o 20, ¿cómo vamos a cambiar el mundo?». Hoy que nos ha dejado, tenemos el deber moral con Conxa de buscar esa unión, de seguir transmitiendo su memoria. Nuestra Memoria.
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El de Conxa Pérez es uno de los 107 testimonios que recoge Vencidxs, un proyecto de memoria histórica realizado por la asociación de comunicación y periodismo Datecuenta
Gracias, Concha. Por tu ejemplo y tambien porque me reafirmas en mi convencimiento de que ante este global enemigo, sanguinario y despiadado como es el capitalismo salvaje, es necesario aparcar nuestras diferencias y hacerle frente todxs juntxs. De otra forma nos irá engulliendo de pocos en pocos.
Contamos contigo.
Te quiero.
Que la tierra te sea leve querida compañera. Siempre estaréis en nuestra memoria como ejemplo de dignidad.
¡Salud y rebeldía!
Un ejemplo del que tenemos que aprender. Que descanse en paz.