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El caldo de cultivo del asesinato de mujeres
"El igualitarismo no corrige la inercia machista milenaria. Hacen falta décadas de leyes que discriminen positivamente a la mujer", sostiene el autor
Todavía hay quien piensa que es lo mismo el asesinato de una mujer a manos de un hombre que el de un hombre a manos de una mujer. Pero hay un hecho incontestable: en la última década han sido asesinadas por hombres (sus parejas o exparejas) casi 700 mujeres. En lo que va de 2014 ya son 20 las asesinadas. Imaginemos qué ocurriría, qué estaría haciendo nuestro presidente del Gobierno y qué espacio le dedicarían los medios de comunicación adictos al PP si fuese ETA la que hubiera asesinado a 20 personas en tres meses…
Igual que el Estado se dotó de una Ley Antiterrorista que castiga con más dureza ese tipo de delitos, el Estado necesita castigar más severamente la violencia machista, porque cada asesinato de una mujer no es un delito asilado y no se puede enjuiciar aisladamente: responde a un fenómeno delictivo fomentado por un caldo de cultivo machista que dura milenios. Cuando en 2004 se tramitó el Plan Integral contra la Violencia de Género, muchas voces masculinas (y alguna femenina) se quejaron de que no se podía imponer penas mayores a los hombres que a las mujeres por los mismos delitos.
Es indignante escuchar a los ‘igualitaristas’ que dicen que a mismos delitos, mismas penas, o que la paridad no debería ser obligatoria, que no debería haber cuotas y que reniegan de la discriminación positiva, ‘porque todos somos iguales’. Todavía es más sangrante cuando es una mujer la que dice: “¿Por qué iba a tener prioridad una mujer sobre un hombre para un puesto de trabajo determinado si ocurre que justo es un hombre el que es mejor para dicho puesto? Lo importante es que lo desempeñen los mejores, independientemente de su sexo”. Este tipo de afirmaciones presuponen que el punto de partida es igual para hombres y mujeres, y no lo es. Hay algo que en España diferencia a hombres y mujeres desde el origen, y es que el 22% de las españolas ha sufrido violencia de género alguna vez.
La inercia de miles de años de machismo no se vence ni se corrige poniendo la balanza en el centro, con leyes ‘igualitarias’. Lo demuestra, por ejemplo, el hecho de que en 2013 el número de adolescentes varones procesados por violencia machista creció un 5%. El Instituto Nacional de Estadística mostró que de las más de 32.000 mujeres que denunciaron en 2011 sufrir maltrato, 571 tenían menos de 18 años… El igualitarismo no corrige la inercia machista milenaria. Hacen falta décadas de leyes que discriminen positivamente a la mujer, leyes que castiguen más la violencia machista que la ejercida por mujeres, para empezar a corregir esa deriva machista. Hace falta, sí, discriminar a los hombres frente a las mujeres. Y hace hacerlo durante décadas. Sólo así se podrá enderezar el timón hacia la igualdad real.
Pero no son necesarias sólo leyes. En las familias, en las escuelas, hay que dar la voz a las niñas. Tienen que hablar, dar su opinión, imponerse y, en muchas ocasiones, callar a los hombres. Todavía son muchas las chicas que no se atreven a hablar en público y que se excusan en inseguridades. La inseguridad viene de que en sus familias y en sus escuelas no se les ha prestado atención o se las ha ridiculizado cuando han osado opinar. Esa ridiculización, o las críticas contra una mujer que dice lo que piensa, que se impone y que decide, vienen a menudo por parte de hombres, pero en no pocas ocasiones también por parte de otras mujeres. Y mientras tanto la publicidad sigue perpetuando los roles de género del pasado y el Gobierno ha recortado en tres años un 30% las partidas destinadas a la prevención de la violencia machista.
El machismo es como una nevada que, copo a copo, acaba tronchando la rama de un árbol. Los gestos del ‘micromachismo’ cotidiano, los celos, no dejar hablar, no preguntar, reírse o insultar a la mujer que opina y a la que manda, piropear, controlar las amistades de la pareja, ridiculizar sus iniciativas, sentarse despatarrado en el metro o el autobús, ‘rozarse’ sin querer… y un larguísimo etcétera, son copos que, por acumulación, acaban tronchando la vida de miles de mujeres.
Gracias por esta entrada tan clara y coherente. Felicidades por sintetizar el problema de la violencia machista y el machismo en tan poco espacio. Cada cosa que leo tuya me gusta más.
Le sugeriría al autor que se informase sobre el número de asesinados por sus parejas y sobre la naturaleza de la violencia en pareja, donde curiosamente existen numerosos estudios que señalan que la mujer es mucho más violenta con los seres cercanos. Lógicamente, el pico estadístico muy violento y letal está copado por hombres, aunque, como digo, también existen bastantes asesinatos a manos de mujeres (el año pasado si no recuerdo mal, unos 20). Con esto quiero decir que estos asesinatos es más bien un fenómeno de pareja que un asunto de ese machismo-cliché que señala el articulista.
Cuando leo cosas como » El igualitarismo no corrige la inercia machista milenaria. Hacen falta décadas de leyes que discriminen positivamente a la mujer,…..leyes que discriminen a los hombres frente a las mujeres….» se me ocurren varias cosas:
-¿por qué usamos el lenguaje de manera tan retorcida?, una discriminación siempre es negativa ¿Qué es eso de discriminación positiva? ¿Quién inventó un término tan absurdo? se puede, digo yo expresar mejor diciendo «hacen falta décadas de leyes que defiendan a la mujer» o » hacen falta décadas de leyes que protejan a la mujer», creo que sería mas correcto.
-¿hasta qué punto una discriminación se combate mediante otra discriminación? es absurdo (y mezquino) ¿la violencia se combate con violencia? ¿el hambre en el tercer mundo se combate haciendo que pase hambre el primer mundo? Por ese camino vamos mal y no creo que se consiga nada.
Eso es, y mientras tanto se habla de la noticia de que se plantea la discriminación positiva a favor del hombre en puestos de la administración porque hay más mujeres que hombres..
Demencial.
El único sector donde las mujeres son mayoría precisamente por poder acceder igualitariamente en pruebas de acceso que no pueden discriminar, ahora, al ser los hombres infrarrepresentados durante.. ¿cuánto? ¿los últimos 10 años?.. se pretende invertir esa tendencia. No han entendido nada.
Gracias por el artículo Toño, acertado como siempre. Aún hay mucho que explicar, defender y argumentar.
Si no entiendes que si se establece un sistema de cuotas es para lo bueno y para lo malo… o sigues la ley del embudo o entiendes pocas cosas en la vida.