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A Goya le duele España dos siglos después

'Lucientes (¿Sois almas en pena o sois hijos de puta?)' parte de una selección de los 'Caprichos' del pintor para retratar los paralelismos entre la España del siglo XIX que criticaba el artista y la actual

MADRID// La directora teatral Rakel Camacho explica que “cuando Goya presentó sus Caprichos, los describió como ochenta estampas originales, más o menos fantásticas, que ridiculizan los errores y vicios de toda sociedad consagrados por la ignorancia, la autoridad y el interés”. Estas palabras fueron el punto de partida desde el que la compañía La Intemerata comenzó a elaborar Lucientes (¿Sois almas en pena o sois hijos de puta?), una obra que podrá verse en el Teatro del Arte de Madrid todos los jueves hasta el 1 de mayo y que también estará en el Teatro del Mercado, en Zaragoza, los días 11, 12 y 13 de abril.

Lo primero que llama la atención de este proyecto es que está creado de forma colectiva a partir de una selección de los Caprichos y otros grabados del artista español; es decir, que partieron de las imágenes para, mediante la improvisación, elaborar un montaje de cuya dramaturgia se ha encargado Pilar G. Almansa. A esto hay que añadirle que no es una obra de teatro al uso, sino que está planteada de forma multidisciplinar donde la música en vivo, la danza, la interpretación y el lenguaje audiovisual se combinan para hablar de los paralelismos entre la España del siglo XIX y la actual y plantear una pregunta: ¿Cuál sería la crítica social o la denuncia que haría hoy Goya por medio de sus pinturas?

Para tratar de responder esto, la obra parte de la última noche que pasó Goya en la Quinta del Sordo antes de su exilio a Burdeos. “Lucientes se sitúa en ese momento en el que hacía más o menos un año que Fernando VII estaba persiguiendo a Goya para matarlo –cuenta Camacho-. En ese sentido, el Goya auténtico huye para no ser ejecutado, aunque en nuestra obra, de lo que trata de escaparse es de un país que le duele. Aquí encontramos uno de los paralelismos con la actualidad; cómo un artista tiene que huir de su país porque están pasando cosas que no soporta más”.

Pero aunque la acción se localice en esa última noche, Lucientes no trata de ofrecer una historia con presentación, nudo y desenlace, sino que utiliza ese momento concreto para hablar de los Caprichos, de la critica que hizo el pintor a partir de su obra y de cómo, en la España del siglo XXI, todavía se mantienen muchos de los vicios que hicieron de este país un lugar insoportable para Goya. Una de las actrices del reparto, Rebeca Matellán, cuenta que, “en realidad, cada escena surge de uno de los Caprichos o de los grabados más críticos del artista, que asociamos a una noticia de la actualidad. La función, más bien, es un viaje por una selección de sus pinturas como base para comparar la España de entonces y la de ahora”.

Pero, ¿qué paralelismos son estos? ¿Qué tiene en común el contexto socio-político de 1824 y el de 2014?  “En uno de los monólogos que hay en la obra, que hace Lorena Benito, se habla de los orígenes del bipartidismo actual –responde Rakel Camacho-. Queda clarísimo dónde se sitúan los orígenes de un problema tan actual y que no ha evolucionado desde entonces”. Lucientes también pretende hacer un recorrido por la idiosincrasia española. Para ello, asocian “varias pinturas de Goya con noticias actuales. Algunas son políticas, otras sociales y otras más humanas, como Los Chinchillas, en el que aparecen dos personas comiendo insectos en un manicomio. Esto lo relacionamos con la recomendación de un grupo de científicos alemanes que aseguró que comer insectos podría salvar del hambre a gran parte de África”.

La función pedagógica del teatro

Dado que el montaje está elaborado a partir de diferentes disciplinas dentro de las artes escénicas, podría suponer un obstáculo para que un público acostumbrado a las propuestas más clásicas o poco habituado al teatro en general pudiera entender lo que trata de expresar. Sin embargo, según la experiencia que han tenido con los espectadores, tanto a finales de marzo, cuando tuvo lugar el estreno absoluto de la obra en Albacete, como en su primer día en el Teatro del Arte, la realidad habla de todo lo contrario.

“Al espectador le gusta reconocer y reconocerse –cuenta Camacho-. Pero, en palabras del director de cine David Lynch, que trabaja mucho desde el instinto y la abstracción, el espectador sabe más de lo que cree. Incluso, a veces, más que el que está haciendo una película o una obra de teatro porque recibe cada imagen, cada cosa que se crea. Nos hemos encontrado con gente de todas las edades y con gente muy ajena al teatro que no ha tenido ningún problema para entender Lucientes porque se basa en estímulos”.

Para la actriz Rebeca Matellán, “esta obra, más que de saber de arte o de Goya, pasa por vivir y sobre todo por sentir a través de las imágenes y de la historia que se cuenta. Es más de estar recibiendo muchos estímulos o sensaciones que de razonar lo que ocurre”. Una afirmación que comparte otra de sus compañeras de reparto, Lorena Benito. “Nosotros proponemos algo y, en función de la sensibilidad o de las vivencias de cada uno, se recibe de una u otra manera. Si un desahucio te provoca de una manera especial porque has conocido a alguien o has participado en tratar de frenar uno, te va a llegar y te va a mover algo por dentro diferente al de otro espectador”.

Además de hablar de la crítica social que subyace en las pinturas del artista, una de las motivaciones de la compañía, y de Camacho en particular, reside en la difusión de la cultura. La directora asevera que “en España, la parte crítica que más se conoce de Goya son las Pinturas negras; sin embargo, no son tan duras como los Caprichos, los Desastres de la Guerra o los Disparates”. De hecho, estas obras “tuvieron un éxito tremendo en todo el mundo por su denuncia de la nobleza y el clero, pero en España fueron censuradas y ni siquiera han llegado a los libros de texto; estas pinturas no se estudian en los institutos. Esa descripción del clero y la aristocracia, por cierto, también tiene un paralelismo claro con la España actual”, señala Camacho.

Y la labor pedagógica que se desprende de la voluntad de dar a conocer en España esta parte de la obra de Goya es uno de los aspectos más relevantes del montaje para su directora. “A mí lo que me gustaría es que el espectador que venga a ver Lucientes quiera llegar a casa para ponerse a buscar las imágenes que proyectamos, que entre los caprichos y los grabados a lo mejor serán treinta; que le entren ganas de saber más sobre ellas y despertar su curiosidad para acercarlo más la cultura. Porque, al fin y al cabo, este es un proyecto artístico y cultural por medio de las artes escénicas”.

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