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Defendernos, no nos queda otra

"Una premisa para la nueva alianza es que los movimientos sociales introduzcan en su agenda la cuestión social y laboral en su centro y foco allí su intervención", defiende el autor

Foto: Fernando Sánchez / Archivo

Montoro dice que Caritas miente sobre la pobreza en España. Fátima Báñez nos anuncia la recuperación económica y afirma sin sonrojo que ha comenzado a crearse empleo en el país. Juan Rosell afirma que los salarios en el país subieron excesivamente en 2008 y 2009, que es preciso seguir moderándolos y que se podrá crear empleo juvenil si la juventud acepta un salario mínimo inferior al general. Ni los “malos” de los cuentos de Dickens decían esas cosas. ¡Qué gente nos mal gobierna!

Ante este relato hay que levantar el relato alternativo que restablezca la verdad, la justicia y la cordura. Lo cierto es que la inestabilidad y desprotección del empleo se han generalizado. El paro también. Lo cierto es que la pobreza se disparó incluyendo también a gentes con empleo y el déficit fiscal –la gran excusa austeritaria- sigue por las nubes. Pero quienes desde abajo pensamos con nuestra cabeza no estamos en las nubes. Tenemos los pies en tierra y no renunciamos a asaltar los cielos.

Al empleo indefinido no se le puede llamar “fijo”. Hay contratos indefinidos, como el de emprendedores, que permiten un año de periodo de prueba y que se celebre a tiempo parcial. Las actuales bonificaciones a la seguridad social, cuyo objetivo es abaratar costes empresariales está produciendo un efecto de sustitución entre colectivos de trabajadores que intercambian empleo y paro y viceversa. El conjunto de los empleados públicos también han sufrido retrocesos salariales -del 5% en 2010 y la pérdida de una paga extra en 2012, más una congelación por cuarto años- y corren riesgo por motivos presupuestarios de ir al paro.

Mientras se ha extendido el empleo a tiempo parcial, concentrado en las mujeres que suponen el 72,5% de ese tipo de empleo, donde se paga menos por cada hora de trabajo y con horarios que imposibilitan la dignidad y la autonomía. En el año 2000 el trabajo a tiempo parcial rondaba el 7% del total en la actualidad alcanza el 16%. Se está llegando ya en algunos casos a una percepción de miseria fuera de la ley. Es un hecho el incremento de las horas extras no pagadas. En el caso del tiempo parcial acorde a la legislación, el coste salarial total medio –incluyendo el salario y las cotizaciones- del trabajo a tiempo parcial es 10,81 euros por hora frente a los 16,20 del empleo a tiempo completo. La otra cara del problema es que quienes tienen un empleo “normal” están teniendo que aceptar condiciones más leoninas y de hecho trabajan más tiempo que antes. Estamos por tanto ante lo que los economistas califican de un incremento de las plusvalías relativas y absolutas.

A pesar del miedo, las resistencias populares y los conflictos de empresa han aumentado, si bien no en la medida que la situación requiere. Los grandes sindicatos no están cumpliendo con el papel que les corresponde, simplemente acompañan desde la retaguardia la iniciativa de los movimientos sociales, a la par que le regalan fotos a Rajoy escenificando la posibilidad de “retomar el diálogo social”, idealizan el retorno a la concertación, lo que es una aspiración inútil, contraproducente e imposible. Urge que los sindicatos restablezcan la confianza y la complicidad con los y las trabajadoras desde su compromiso con reivindicaciones que se enfrenten a la reforma desde arriba emprendida por el capital. Deben impulsar el único camino viable: la resistencia y la lucha social, en la que se produzca una alianza con los movimientos populares indignados. Ello tendría un efecto positivo inmediato: insuflar esperanzas entre los desesperados. Y otro a medio plazo recrear un sindicalismo participativo y próximo a los espacios laborales donde los y las trabajadoras puedan labrar nuevas prácticas de solidaridad. Tanto dentro como más allá de su centro de trabajo. Una premisa para la nueva alianza es que los movimientos sociales introduzcan en su agenda la cuestión social y laboral en su centro y foco allí su intervención, y que el sindicalismo se abra a la participación de los movimientos.

Las propuestas más idóneas para agrupar los intereses populares y del mundo del trabajo y dar cuerpo a la nueva alianza son sencillas: de forma urgente la reconquista de los servicios públicos bajo control social, la reducción del tiempo de trabajo sin reducción de ingresos, y la gestión del empleo disponible por un instituto de público. A la vez es preciso acabar con la supuesta “neutralidad” económica neoliberal, desde el gobierno es necesario impulsar una política de inversión ecológicamente sostenible en áreas de generación de empleo útiles socialmente que garantice el pleno empleo, por ejemplo en el cambio de modelo técnico-productivo basado en renovables o el impulso a las actividades públicas de cuidados a las personas. Todo ello acompañado de una nueva fiscalidad justa y progresiva y la regulación de los excedentes empresariales para que se destine a áreas de interés general. En suma, una serie de reivindicaciones que responden realmente a las necesidades sociales y del mundo del trabajo, y que han de cuestionar las bases del trabajo asalariado. Eso no se logrará con diálogo social, sino con fuerza laboral, social y política. O sea defendernos desde abajo frente a la austeridad impuesta desde arriba. No nos queda otra.

* Miguel Urbán es gestor cultural e impulsor de Podemos

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Comentarios
  1. Los sindicatos mayoritarios vendidos a cambio del bienestar de sus cúpulas, liberados y apoltronados, corrompidos, no defienden al obrero. Los sindicatos alternativos o bien repiten los mismos errores, crecen para asentarse con los mismos privilegios, o tienen poca fuerza, les hace falta un empuje. ¿Para cuando un Podemos sindical?

  2. Los Mercados matan.
    La vida está fuera del capitalismo.
    Empecemos a prescindir, en la medida que se pueda, de este criminal sistema.
    No veo otro camino.
    A no ser que se quiere tropezar una y otra vez en la misma piedra de la que muchos compañeros ya no se levantarán jamás.

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