La Uni en la Calle

Efectos biológicos de los campos electromagnéticos

El autor es Doctor Ingeniero de Telecomunicación por la Universidad Politécnica de Madrid

En los últimos tiempos se oye mucho hablar en los medios de comunicación del tema de los posibles efectos perjudiciales de los campos electromagnéticos de alta frecuencia en los seres humanos. Esto se ha debido fundamentalmente a la generalización del uso de la telefonía móvil, que ha expuesto a una gran cantidad de población a dichos campos.

Se toma especialmente en consideración el riesgo del usuario del terminal de mano, ya que es la primera vez que se tiene un transmisor de energía electromagnética tan próximo a la cabeza, manos, etc., siendo además estos usuarios personas sin conocimientos específicos sobre el tema, de los que no se puede esperar que sean conscientes de los posibles riesgos de dicha exposición. Aunque son las antenas de las estaciones base instaladas en las azoteas de los edificios de nuestras ciudades las que han causado más alarma pública, la realidad es que, en la práctica, la radiación electromagnética recibida, a no ser que nos encontremos a una distancia muy pequeña de ellas (típicamente por debajo de 6 ó 10 metros) es mucho menor que la que absorbemos al hablar por nuestro pequeño terminal portátil.

La potencia transmitida por estos ha de ser suficiente para comunicarse con la estación base más próxima, y el primer obstáculo al que se enfrenta la señal es al propio usuario del teléfono. Este ser vivo, formado, desde el punto de vista electromagnético, por materiales absorbentes y dispersores, constituye un medio adecuado para que la energía electromagnética emitida por los teléfonos móviles se disipe en él, especialmente dado el rango de frecuencias de microondas en el que trabajan.

Hay muchas cuestiones que se plantean ante este problema:

-¿Esta energía electromagnética absorbida por el usuario causa efectos perjudiciales en su salud?
-¿Son los posibles efectos térmicos asociados con esta absorción de energía los únicos que existen?
-¿Hay otros mecanismos no térmicos asociados con la absorción de energía electromagnética de alta frecuencia que puedan causar efectos perjudiciales a la salud?
-¿Estamos protegidos por la normativa actual de los posibles peligros derivados de esta exposición?

De hecho, hay diferentes normativas en distintos países con valores muy distintos. Básicamente, la diferencia entre los diferentes estándares estriba en que los occidentales sólo reconocen como resultado negativo comprobado el efecto térmico de las microondas. El estándar limita a un nivel 50 veces por debajo del umbral de efectos térmicos la radiación permitida para público en general y a 10 veces por debajo la del personal especializado. Los estándares de varios países de este europeo consideran también la existencia de efectos no térmicos, de manera que cuando hay un efecto biológico comprobado, aunque no se tenga la seguridad de que sea perjudicial para la salud, se limita el nivel de radiación permitido para que no se alcance ese valor.

Con este panorama, es patente la urgencia de obtener resultados más precisos sobre este tema a corto-medio plazo que garanticen la seguridad de la población afectada. La conclusión de la situación actual sería la necesidad de seguir investigando de la manera más coordinada y seria posible para intentar responder a las numerosas preguntas que todavía no tienen una respuesta definitiva.

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Manuel Lambea Olgado es Doctor Ingeniero de Telecomunicación por la UPM (año 1998). Subdirector del Departamento de Electromagnetismo y Teoría de Circuitos en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Telecomunicación de la Universidad Politécnica de Madrid. Áreas de interés con impartición de asignaturas relacionadas: Campos Electromagnéticos, Efectos biológicos de los Campos Electromagnéticos y Cooperación para el Desarrollo Humano. Coautor del libro Contaminación Electromagnética, junto a José Mª Gil Gil.

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