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‘Batalla’ tras la acampada en Recoletos

La zona de acampada en el Paseo de Recoletos fue perdida y recuperada un par de veces por los manifestantes, transformada en una especie de frontera

MADRID // Nadie se explicaba muy bien por qué la policía cargaba una hora antes de que acabase el plazo permitido de la manifestación (21.30 horas), mientras la plaza de Colón estaba aún llena, con miles de manifestantes que escuchaban los discursos de cierre de las Marchas de Dignidad.

El dirigente del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT) Diego Cañamero acababa de hablar desde el escenario, ante la atenta mirada de jóvenes, familias y personas mayores, y la Orquesta Solfónica arrancaba algunas notas de sus instrumentos. Entonces comenzaron las carreras.

Al mismo tiempo, en el Paseo de Recoletos, junto a Colón, decenas de personas levantaban toldos, carpas e incluso tiendas de campaña. Allí el ambiente era aún festivo y esperanzador. En las redes sociales comenzaba a extenderse la etiqueta #AcampadaRecoletos y también cierto eco del espíritu del 15-M, de aquella acampada en 2011 que dio paso al movimiento. Sin embargo, la policía siguió barriendo, poco a poco, a los manifestantes en dirección a la plaza de Cibeles. Hasta que llegaron a la acampada.

En ese momento comenzaron los enfrentamientos más intensos, y los manifestantes se dividieron entre los que corrían, los que se enfrentaban a la policía y los que decidieron quedarse bajo las lonas con gritos de «¡Resistencia!» y «¡Nos quedamos!».

La zona de acampada fue perdida y recuperada un par de veces por los manifestantes, transformada en una especie de frontera. El pulso duró unos 30 minutos, de avances y retrocesos, en los que grupos de manifestantes comenzaron a arrancar adoquines y recoger piedras para arrojarlos sobre los antidisturbios. Estos respondieron con cargas y balas de goma.

Tras un rato de mucha tensión y fuertes enfrentamientos, la policía fue ganando poco a poco terreno por el Paseo de Recoletos hasta llegar a Cibeles, donde había ya preparado un fuerte dispositivo de antidisturbios. Allí, después de algunas escaramuzas pequeñas, las persecuciones continuaron hasta acabar en más cargas en el barrio de Lavapiés.

Según han denunciado posteriormente desde la organización de las Marchas de la Dignidad, «dos o tres encapuchados, ajenos a la manifestación, que fue absolutamente masiva y pacífica, tiraron unos petardos cerca del cordón policial que protegía la sede del PP con el fin de provocar a la policía». Fue entonces cuando los antidisturbios, «en un ejercicio de inaudita irresponsabilidad profesional», afirman en el comunicado, interrumpieron el acto de cierre de la manifestación «con una plaza llena de familias».

Por su parte, la delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, ha culpado a «grupos muy violentos» que han actuado «con una violencia que hasta ahora no se había visto». «Han actuado con verdadera saña contra la policía», ha asegurado. Además, ha dejado claro que la policía «no va a permitir que haya ningún tipo de acampada».

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Comentarios
  1. Y ahora me entero de que los probos ciudadanos de la izquierda, los del mundo mejor, pinchan las ruedas de las ambulancias. También me entero de que los policías «asesinos» mantenían sus armas en las fundas mientras que los ciudadanos responsables y que luchan por los derechos les apuñalaban; ponían en serio riesgo su vida al tirarles adoquines en el suelo e impedían que fuesen atendidos. Y La Marea calla. Una persona, con tan sólo un mínimo de sentido de la dignidad y del respeto no se puede mostrar indiferente ante esto. Sin respeto y sin humanidad si. Se puede esto y más.

    • A otro con ese cuento. He hablado con unos cuantos policías que estuvieron de servicio. A lo largo de la tarde insultos y más tarde bastante más. Igual que en el 15 M. Algún policía comentaba que inicialmente estaba de acuerdo con los manifestantes pero después de pasarse varias tardes de servicio en Sol aguantando de todo no quería ni oír hablar de ellos. Y es lo que tiene la gente fanática y violenta. Afortunadamente eran una minoría frente a una mayoría pacífica.

      • Hombre, es mucho mejor que te roben la paga extra con educación. Y dándote las gracias, incluso.

        Venga hombre. Que hagan análisis de sangre en ese momento para ver si han consumido drogas. Quizás nos sorprendamos con los resultados.

        • Tus argumentos son similares a los de la Alemania de hace 80 años. Y las formas que defiendes también. Tan sólo se cambia el gas por el adoquín. La mentalidad es la misma, fanática, totalitaria y violenta. Frente a eso se ha inventado hace mucho la democracia; pero la democracia requiere de personas formadas para ella que es lo que la izquierda violenta no entiende. Prefiere el argumentos placebo que se repite como un mantra y como sucedáneo del argumento.
          Todo esto es el motivo por el que con un 26% de desempleo el PP siga en las encuestas como el partido más votado.

          • Ah, perdón, tu no has hecho apología del adoquín, tan solo lo haces, implícitamente, del insulto. Aunque tan poco he visto críticas en tu comentario ni en este periódico al salvajismo con en que actuaron algunos delincuentes, incluso deseando la muerte de aquellos funcionarios públicos a los que apalearon.
            Este medio también habla, con el silencio. Parece que la violencia es el medio de parte de la izquierda y pretenden ser los referentes de una sociedad mejor. Cuanto falta por aprender!

    • Y yo me plantearía creer a quien interesadamente manipula los vídeos. El original es mayor y recoge los momentos previos al que tu enlazas. En ellos se ve como tiran piedras y petardos. También se ve como muchos de los manifestantes ya portaban palos.

  2. Cuando empezaron a tirar piedras había un grupo numeroso de jóvenes que no atendían mucho a la manifestación, habían ido a montarla que es lo que han hecho.
    Pero bueno, cada uno se retrata con quien quiere y algunos prefieren hacerlo con los fanáticos violentos.

  3. Cifuentes avisó sus intenciones en jornadas previas con el apoyo de los suyos, su partido y sus medios, y ejecutó con maestría la sinfonía de porras, multas y detenciones para aquilatar su fama y desacreditar el ejercicio de la democracia. Se necesitan broncas y, si no se producen, hay que provocarlas. http://wp.me/p2v1L3-ux

  4. Lo de los petardos en Génova es cierto y fue vergonzoso: eran tres y los podría haber detenido hasta yo. Sin embargo, el grupo de antidisturbios que los estaba mirando a 10 metros prefirió seguir charlando de sus cosas, hacer la vista gorda y esperar 10 minutos para meterse en las furgonetas y cargar contra la gente que estaba pacíficamente en la plaza de Colón.

    • Sospechosamente parecido a aquellos tipos de las banderitas rojas (unas) y negras (otras) del 25 S. Los que luego gritaban cuando les metían palos «Que Soy Compañero».
      Por una vez y sin que sirva de precedente la Sra. Cifuentes tiene razón, grupos organizados de una inusitada violencia han campado por el centro de Madrid, asaltando el derecho de manifestación de cientos de miles de personas. Estos grupos criminales y el gobierno que los sustenta lo que estaban buscando es provocar disturbios para justificar su antidemocrática ley mordaza. Lo corroboran los propios anti(pro)disturbios al denunciar que sus mandos no les dejaron utilizar todo el material (http://www.eldiario.es/sociedad/antidisturbios-manifiestan-mala-gestion_0_241826191.html)del que disponen para masacrar a las familias con niños, los abuelos, y por supuesto, los marchadores por la dignidad de la clase trabajadora.

      • Si todo el mundo ha visto quienes son los violentos. Todos menos los fanáticos de la izquierda que como siempre no saben hacer otra cosa que imponer su criterio por la fuerza ya que democráticamente no lo consiguen.
        Para que iba la policía a provocar nada si sobran delincuentes que lo hagan. Ahora solo queda que los jueces hagan su trabajo; espero que a alguno le condenen por intento de homicidio. Esta gentuza está mejor en la cárcel. Así puede estudiar y formase que falta les hace.

        • Porque hay que ser salvaje y despreciable para tirar un adoquín a la cabeza a una persona inconsciente. Vaya asco de homínidos y de ideología cuando es capaz de tal cosa.
          Y algunos callan. Un silencio nauseabundo.

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