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“Vamos a llegar a Madrid para golpear al Gobierno y a este sistema”

La marcha afronta su cuarta etapa, la más larga y dura de todas. En este caso son más de treinta los kilómetros que la separan de su próximo destino, Seseña

“Estoy operado de corazón pero aun así he decidido venirme andando a Madrid”. Ésta es la historia de Manuel, un hombre que con 76 años encabeza la columna de Andalucía de las Marchas de la Dignidad. “Me duele todo pero creo que la causa lo merece”, dice convencido. Manuel es una de las más de 900 personas que el pasado domingo salieron de Santa Elena, en Jaén, camino a la capital.

El día anterior, una multitudinaria manifestación en Córdoba daba el pistoletazo de salida a la columna Andalucía. “Vamos a llegar a Madrid para golpear al Gobierno y a este sistema. Ya no representa al pueblo”, clamó el secretario general del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT), Diego Cañamero, al finalizar la manifestación. Esa misma noche, los caminantes durmieron en el colegio Rey Heredia, ocupado y autogestionado desde hace algunos meses.

El domingo la columna se desplazaba en autobuses hasta Santa Elena, lugar elegido para comenzar la marcha a pie. Aunque en principio estaba planificado que la caminata fuera por autovía en todo momento, la Guardia Civil obligó a realizar un desvío por la A-4 para cruzar Despeñaperros, lo que aumentó considerablemente la duración de la marcha.

Los caminantes aceptaron de buen grado esta dificultad y cruzaron las montañas entre canciones de Carlos Cano, como Verde, Blanca y Verde, para muchos el verdadero himno andaluz, y algunas típicas de jornaleros.

La sorpresa llegó cuando a la llegada al restaurante Casa Pepe, conocido por su simpatía hacia el régimen franquista, estaba desplegado un cordón de la Guardia Civil para proteger al restaurante de un posible altercado. “Ni que le fuéramos a hacer algo. Esto es absurdo” comentó uno de los caminantes al ver el despliegue.

El destino de esa etapa era la localidad de Villacañas, lugar donde pasaron la noche. Los vecinos recibieron a la columna con gritos de ánimo como “sí, se puede” y aplausos. Esto se ha repetido en todos los pueblos por los que ha pasado la columna Andalucía para descansar, excepto en el municipio de Ocaña, donde nadie salió a recibirla.

También se volcaron con la comida, preparando desayunos, almuerzos y cenas para todos los caminantes. Entre algunos de los platos típicos que pudieron disfrutar estaban las migas de Almuradiel o el caldo de pollo de Villacañas. Además, en todas las ocasiones la columna se ha alojado en pabellones polideportivos cedidos por los gobiernos locales.

Las historias que componen la columna Andalucía son tantas como personas van en ella. Hombres y mujeres de todas las edades y con situaciones personales muy diferentes se han conocido durante la marcha y han compartido sus experiencias. Charlas sobre sus familias y el futuro que les espera, bromas e incluso debates políticos han amenizado las largas horas de camino.

“Nos quieren quitar lo poquito que nuestros viejos consiguieron” comenta José Antonio, apodado El Largo. Con 47 años, es una de las víctimas de la burbuja inmobiliaria. Trabajador de la construcción, lleva cuatro años en paro. Dice que marcha a Madrid porque “si la gente no hace algo ahora, esto va a ir a peor”.

No todos los que marchan están en situación de desempleo. Algunos, como Susi o Francisco, han perdido días de sueldo para poder asistir a la Marcha. Profesora la primera y podólogo el segundo, ambos coinciden en que no lo hacen por ellos y que “es el momento de cambiar el sistema”.

Actualmente, la marcha afronta su cuarta etapa, la más larga y dura de todas. En este caso son más de treinta los kilómetros que la separan de su próximo destino, Seseña, en la comunidad de Madrid. El viernes llegarán a Getafe y de allí a Madrid, para acudir a la manifestación convocada el 22 de marzo a las cinco de la tarde en Atocha.

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Comentarios
  1. Ahora mismo el mejor aliado de las políticas del PP son partidos como IU o BNG. Ellos solitos se valen para desprestigiar a la izquierda. Y, como no, su potencial mediático. Pero señores periodistas ¿no entienden ustedes que tomar siempre las palabras de los contrarios al gobierno y criticar absolutamente todo les resta credibilidad? Si, ya sé que alguno se lo creerá todo. Esto y más. Tienen unas tragaderas profundas, pero para ser alternativa hace falta convencer a mucha más gente y este no parece el mejor camino. A favor teneis que en situaciones de crisis extremas la población se polariza y radicaliza. Esto si que lo haceis bien.

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