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¡Pan, trabajo y techo!

El autor anduvo junto a profesores de secundaria, estudiantes universitarias, parados, jubiladas… es la marcha de la Dignidad

Ayer acompañé durante una jornada a una de las ocho marchas que plantarán cara a los recortes en Madrid el 22 de marzo: la etapa de Valencia a Torrent. ¿Por qué lo hice? No porque las cosas estén muy mal: eso lo tiene claro la mayoría. Lo hice porque pensé que valía la pena hacerlo. Hace poco me leí Teoría e historia de la revolución noviolenta, un esfuerzo de divulgación desde el mundo académico que me dejó convencido de la firme base histórica que tiene la organización y la acción noviolenta,[1] condición necesaria para que cambien las cosas. Uno no puede leerse un libro así, quedar convencido y no actuar en consecuencia.

Así pues, marché junto con profesores de secundaria, estudiantes universitarias, parados, jubiladas. Con dolor de pies y con cansancio. Junto con una mujer joven en silla de ruedas, con un gotero. Marchamos con camisetas de STOP desahucios, chalecos de iaioflautas, banderas republicanas, de CGT, de CCOO, de Esquerra Unida. Veteranos de otras marchas y personas que lo hacíamos por primera vez. Por el camino, charlas y cánticos. «¡Estas son las marchas – de la dignidad!» «¡Que viva – la lucha – de la clase obrera!» Los que más saben hablan de tácticas a corto plazo, los que sabemos menos hablamos de política y economía a largo plazo.

Por el camino, participamos en otras luchas: el apoyo a una protesta por la recuperación del espacio público en el puerto de Valencia, ‘El Litoral per al Poble’ hace que la marcha llegue con una hora de retraso al centro de Valencia.

Comemos, muy tarde, paella preparada por la agrupación local de Esquerra Unida en Aldaia. Parece ser que la policía que nos guía y protege del tráfico nos ha hecho dar un rodeo considerable para no incomodar a unos altos cargos del PP que estaban reunidos en el centro del pueblo. En la sobremesa, nos relajamos. Una broma con un petardo -es Valencia y ya estamos de Fallas- es respondida con sorna: «¡Cuidado, que el camino a Madrid es muy largo!».

Después de comer, seguimos apoyando luchas locales: nos acercamos a un colegio que está amenazado de cierre, el Ceip Ciutat de Cremona, en Alaquàs. Madres, padres y alumnos nos reciben con honores, emoción, hojas de firmas, música, merienda, baile. «¡El Cremona – no se cierra!» «Educació, pública y de qualitat!«. En este momento llega una sensación de irrealidad: esto es muy importante y muy bueno. ¿De verdad mañana voy a seguir haciendo vida normal en vez de seguir hacia Madrid? Si cambio esto por la ciencia, más me vale hacer buena ciencia.

Más cansancio. Las chicas de Acontracorrent se cuelan en el coche de la megafonía. Energía, alegría, feminismo, comunismo, anticlericalismo, risas. Cánticos no-noviolentos que resultan provocadores, hilarantes y vigorizantes entre pueblos, pero que me incomodan cuando pasamos por poblados.

Nos acercamos al final de la etapa. Como en cada pueblo, se nos unen algunas personas durante un rato. Dos jóvenes, ella con bandera negra, él con bandera rojinegra, me hacen sonreir: esta es mi gente. Quizá sean del local que nos recibe para cenar y -quien se quede- dormir: el Centro Social Autogestionado La Llavor en Torrent. Resulta sorprendente que los anarquistas que se encargan de la cena tengan más recursos -un local más grande, con huerto- que los comunistas que se encargaron de la comida.

Me vuelvo para casa. Agotado, y a la vez cargado de energías. Ya no le veo el sentido a esas cuentas de costes y beneficios que me hacía antes («¿qué me cuesta y qué se va a conseguir?»). Claro que sirve, claro que se puede, claro que hay que hacerlo.

La mujer del gotero en silla de ruedas y la profesora de Historia jubilada con sus botas de caminar no se vuelven a casa como yo: hacen noche en Torrent y mañana continúan con la marcha.

«¡Sí, sí, sí, nos vemos en Madrid!»

[1] Aquí hay mucho que contar, otro día resumo el libro».

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Comentarios
  1. Hay vídeos de todas las columnas que han salido de todas las Comunidades del Estado español.
    Cuando llegan a alguna ciudad importante suelen recibir un amplio respaldo que les compensa de las ampollas, del cansancio de la carretera, y de otras incomodidades propias de tantos días de Marcha.
    Es emocionante ver los vídeos.

  2. Yo creo Alejandro que las cosas están ya muy mal para miles de personas y que los que todavía no han sido golpeados por esta crisis que a los poderosos, como ellos mismos reconocen, les ha dado pingües beneficios, les preocupan muy poco los miles de personas que lo están pasando muy mal. No nos duele el dolor ajeno.
    Estamos embrutecidos.
    Si aumenta la delincuencia la gente pedirá más policía en lugar de estar exigiendo ahora mismo justicia social para todxs.
    Las carreteras de España llenas de caminantes y aquí nadie sabe, nadie ha visto…

  3. Muy interesante la información directa de una jornada vivida en la «marcha de la dignidad».Contagia activismo y energía positiva. Contagia hasta optimismo. Anima a sumarse. Sería no sólo interesante sino creo que necesario, que algún participante en las distintas marchas nos informara también.»Si estirém tots, segur que tomba», como canta Lluis Llach, o, lo que es lo mismo, entre todas conseguiremos que caiga.
    Abrazos solidarios.

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