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Las relaciones naturaleza-sociedad en el contexto del cambio ambiental global
El autor es Doctor en Ciencias Biológicas por la UCM y profesor del Departamento de Ecología de la UAM desde el año 2005
Estamos inmersos en una crisis de carácter sistémico, resultado de la confluencia de varias otras crisis (financiera, ambiental, alimentaria, energética…) que interactúan de forma sinérgica. En especial, la crisis financiera presenta importantes vínculos con la crisis ambiental; y la falta de atención a los problemas ambientales globales está dificultando tener un buen diagnóstico de la situación actual, así como la generación de soluciones innovadoras para abordar los grandes retos a los que se enfrenta nuestra civilización en el siglo XXI.
Todas las señales apuntan a que el periodo de estabilidad ambiental que nuestra especie ha disfrutado durante el Holoceno, y que ha permitido el nivel de desarrollo alcanzado por nuestras sociedades, está tocando a su fin. Los científicos hablan ya de un fenómeno denominado Cambio Global, entendido como el impacto conjunto de las actividades humanas que afectan al funcionamiento del sistema Tierra. Y no son pocas las voces que afirman que hemos entrado ya en una nueva era geológica, el Antropoceno, en la cual el ser humano se ha convertido en la principal fuerza transformadora de la ecosfera. Nuestra Huella Ecológica se ha incrementado en más del doble en los últimos 50 años y excede hoy en un 50% la biocapacidad del planeta. El resultado es que estamos topando claramente con los límites biofísicos del sistema Tierra, habiéndose sobrepasando ya los umbrales de seguridad para tres procesos clave como el cambio climático, el ciclo del nitrógeno y la pérdida de biodiversidad.
Y todo ello acontece en un planeta repleto de desigualdades sociales, con más de 850 millones de personas que siguen pasando hambre mientras amplios sectores de la sociedad viven consumiendo muy por encima de sus necesidades. Un Norte global consumidor de servicios de los ecosistemas y claro “deudor ecológico” del Sur. Y un Sur global que actúa como sumidero y receptor de los impactos socio-ecológicos generados por el estilo de vida consumista del Norte global.
Ante este panorama bastante desolador de injusticia social y ambiental, las viejas recetas ya no sirven para abordar los grandes problemas socio-ecológicos que afronta la humanidad. La receta de unos es consumir más para volver a la senda del crecimiento, mientras que la de otros es consumir menos para evitar un colapso ecológico. En el Antropoceno no valen ya los diagnósticos parciales o sectoriales, que se han mostrado como incapaces de hacer visibles las interacciones recíprocas entre las dimensiones social, económica y ambiental de la crisis sistémica en que estamos inmersos.
Son varios los estudios científicos que muestran dos errores fundamentales que subyacen a la actual crisis, relacionados ambos con los pilares que sustentan la mayoría de las políticas de gestión de los sistemas naturales. El primero sería la presunción de que las respuestas de los ecosistemas al uso humano son lineares, predecibles y controlables, cuando en realidad no es así. Si algo caracteriza al mundo actual es la incertidumbre y la impredecibilidad, con cambios cada vez más rápidos, intensos y globalizantes. Las políticas de gestión deberían basarse no en controlar esta incertidumbre inherente al sistema Tierra, sino en abrazarla, buscando potenciar la capacidad adaptativa (resiliencia) de los ecosistemas para afrontar las perturbaciones sin perder su integridad ecológica y su capacidad para generar servicios a la sociedad.
El segundo gran error se relaciona con el supuesto de que los humanos y la naturaleza son entidades diferentes que pueden ser conceptuadas y gestionadas de forma independiente. La escasa conciencia por parte del habitante urbano de su estrecha dependencia de los ecosistemas, a través de los servicios que éstos le suministran (servicios abastecimiento, regulación y culturales) es una de las raíces de la actual crisis ambiental: la conservación enfrentada al desarrollo. Ante esta visión reduccionista, el emergente marco conceptual de los “sistemas socio-ecológicos” (humanos en la naturaleza) brinda un nuevo paradigma de carácter holista e integrador, necesario para gestionar de forma sostenible los vínculos entre los ecosistemas y el bienestar humano, constituyendo por tanto una excelente herramienta para abordar los grandes problemas de la humanidad en el actual contexto de cambio ambiental global.
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José A. González es profesor del Departamento de Ecología de la UAM desde el año 2005. Doctor en Ciencias Biológicas por la Universidad Complutense de Madrid, ha dedicado parte de su carrera profesional a la investigación y la cooperación al desarrollo en América Latina. Su labor científica se ha traducido en seis libros y más de una veintena de artículos publicados en revistas científicas y libros especializados. Imparte docencia en las asignaturas de “Ecología” y “Conservación y Gestión de Recursos Naturales”. Sus líneas de investigación actuales se centran en el estudio de los servicios de los ecosistemas y la resiliencia en sistemas socio-ecológicos, así como el análisis de los vínculos entre pobreza y medio ambiente.
¿Cuando entrara en esas limitadas cabecitas, aferradas a la desfasada idea de que la Tierra es inmensa y es capaz de absorber y aguantar todo, que la Humanidad a día de hoy está explotando los recursos a escala planetaria y que si no paramos de alguna manera seremos como esos virus que crecen y crecen sin control hasta acabar finalmente matando al hospedador, en este caso nuestro planeta? http://diario-de-un-ateo.blogspot.com.es/2014/02/negacionismo-del-cambio-climatico-y.html