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La ‘macro’ es facha
"Durante el año pasado, además de la miseria, el menosprecio y la vergüenza, el pueblo tuvo que soportar la cursilería de la armada metafórica sobre el fin de la crisis", sostiene el autor
Este artículo fue publicado en el número de febrero de La Marea, a la venta aquí
Hace un año poco más o menos me vino a visitar el espíritu de Niño Becerra y me puse en modo futurólogo y ya les dije aquí que el gran peligro del 2013 sería la propaganda sobre la recuperación. Y, efectivamente, durante el año pasado, además de la miseria, el menosprecio y la vergüenza, el pueblo tuvo que soportar la cursilería de la armada metafórica sobre el fin de la crisis. La socorrida luz del final del túnel, el “esto va pa’ rriba” y, cómo no, las advocaciones de la “prestigiosa prensa económica internacional” a la gestación de un nuevo milagro español. Y nuestros plasmas, pues emitiendo a tope señales sobre el paso de lo peor, el brillante futuro, los deberes entregados y unas reformas que no han sido más que un golpe de Estado. Un golpe del Estado al pueblo.
El fin de la crisis, pues, se ha convertido en el Relato. Pero lo curioso es que, desde el 2008, el poder del Relato ha sido creado por el pensamiento crítico y por la gente. La idea de asalto, de estafa. La poderosa imagen de la puerta giratoria entre empresas y poder político. El foco sobre la desigualdad como objetivo último del proceso de expolio. Los ejemplos latinoamericanos sobre deuda y soberanía. Los escraches. El “no nos representan”, o el ya célebre eslogan obra de la revista Adbusters del 99% , han ido dando una explicación a lo que para muchos era inasible, imposible de entender. Y mientras la gente señalaba causas y culpables, los entes del sistema callaban o farfullaban cosas sobre desajustes, disfuncionalidades y la necesidad de contrición.
Pero, por citar al manoseado elefante de Lakoff, el frame, el paquidermo, se encuentra ahora en el campo gubernamental. Un lustro de crisis puede hacer que mucha gente no quiera seguir indagando en lo pasado y se aferre al improbable futuro que dibuja el PP. Escribía entonces, y temo ahora, que nos encontremos en el preludio del combate mortal entre Gamonal y Campofrío. Entre la ira justa de la gente y la resignación neorrural, la Marca Martínez Soria del “no tenemos remedio” y “somos como somos: manguis pero simpáticos”.
La estadística es la ciencia del Estado
Un poco más allá del combate entre símbolos y discursos se encuentra otro tema muy interesante: el dato, la cifra como nueva arma de disuasión popular del capitalismo. O dicho de manera más genérica: la dictadura de la macroeconomía como entidad a la que acogerse en busca de un dibujo preciso de la realidad. Las cifras macro son fachas, eso no hace falta repetirlo mucho. Si nos acogemos a la etimología, “estadística” es la ciencia del Estado. Nace, según parece en el siglo XVIII, del término alemán Staatskunde, conocimiento del Estado. Es decir, que de alguna manera se encuentra siempre a su servicio o en relación a las realidades que éste emite aunque sea para criticarlas. Lo hemos visto en esta última cutreoleada de optimismo pepero: cifras del paro, de inversión extranjera, de exportaciones… Cifras absolutas o, lo que es lo mismo, parciales. En la ciencia económica cualquier dato, tasa o porcentaje necesita de otro similar que lo matice, que lo contextualice. Aumentan los contratos. ¿Pero de qué tipo? Parciales. ¿Pero jóvenes o mayores? ¿Jóvenes formados o en permanente rotación? Y así hasta lo indigerible.
Para obtener un buen retrato de lo que pasa en una sociedad de la complejidad, la cascada de cifras debe desbordar siempre los bordes del iPhone. Por ello los emisores sistémicos se acogen siempre a la cifra macro mientras que la economía crítica debe bucear entre los índices de Gini y otros indicadores tan profundos que la voz llega lejana y confusa.
Ante su optimismo macro, ¿qué hacer? Me refiero a si, ante la economía y las políticas antagonistas, no deberíamos dejar de jugar con sus números y aplicar nuevas categorías. ¿Y si el dato no fuese nuestro centro y sí lo moral? ¿Y si no les discutiésemos las cifras, que están creadas para justificarles, y combatiésemos en otros terrenos? Justicia, sentido común, sentido del límite y la proporción…Si la macro es facha, lo pequeño, como dijo Ernst Friedrich Schumacher, sigue siendo hermoso.