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¿Sabes de quién es la culpa?

"Los políticos están vendidos. Y los sindicalistas, que en realidad también son políticos. Tú no tienes ninguna culpa (...) Tú eres un mandado, un ciudadano indefenso", apunta el autor.

La culpa es de los políticos. Qué a gusto se queda uno cuando dice eso. Los políticos podrían poner coto a la codicia de la banca, las grandes corporaciones y las grandes fortunas. Los políticos están vendidos. Y los sindicalistas, que en realidad también son políticos. Tú no tienes ninguna culpa. La culpa es del sistema que han diseñado los políticos. Tú eres un mandado, un ciudadano indefenso. No te interesa esto que llaman política, para ti la política debería ser otra cosa, pero tienes algo claro: la culpa de lo que te pasa a ti es de los políticos. Tu responsabilidad llega como mucho a ejercer un voto de castigo cada cuatro años, aunque no valga de nada. Y si no vale de nada la culpa es de la ley electoral que han decidido los políticos (que son los auténticos culpables).

Tú, ya decimos, como mucho un voto de castigo o, mejor: no votar. Así permaneces aún más puro: no tienes las manos manchadas, como los políticos, los culpables, esos que no quieren una auténtica democracia, que sirven a
intereses personales, que solo quieren hacer carrera. Tú no te manchas las manos porque esto no es una auténtica democracia, así que no merece la pena.

‘Fulanito se ha afiliado a un partido o a un sindicato’. Uf, qué asco. Querrá medrar, querrá forrarse, querrá vivir del cuento, como todos los políticos: los culpables. Fulanito, como se ha afiliado a una organización, ha perdido su capacidad crítica, acatará todo lo que le digan, se venderá. Porque ya se sabe: en los partidos nadie piensa, todos son iguales, marcando el paso, no hay debate, nada cambia. Esto no es una democracia, es una partitocracia.

La democracia es otra cosa: tú sí que sabes cómo debería ser, sabes qué es lo que hace falta. Pero mejor dejarla en manos de otros. Los políticos, los culpables. ¿Para qué vas a afiliarte a un partido e intentar cambiarlo? ¿O afiliarte a uno pequeño, distinto, o incluso a fundar uno? Uno que, por ejemplo, quiera cambiar la ley electoral. ¿Sabes el esfuerzo que requiere eso? Perder horas y horas en papeleo, estatutos, debates. Además, ¿cuántos años tendrían que pasar para lograr la influencia necesaria que permitiera forzar un cambio de la ley electoral, o cualquier otra medida que suponga, de verdad, más democracia? Muchos años, mucho esfuerzo y muchas probabilidades de no conseguir nada. Sería la única vía, pero no merece la pena. Que lo intenten otros, si quieren. Pero cuando lo intenten se convertirán en políticos, o sea, en culpables.

Pero tú sabes que la democracia no sólo se construye desde un partido o un sindicato. También desde fundaciones, ONG, asociaciones, medios de comunicación… Uf, ya se sabe lo que buscan: sacar tajada, desgravar impuestos, buscarse un modo de vida con la coartada de ayudar a los demás. La culpa no es sólo de los políticos y los sindicalistas, es de todos los que se impliquen en cualquier organización: algo querrán.

Todo el que salga a la palestra, opine en voz alta, monte algo, se haga notar o se exponga a la crítica, aunque haga sacrificios, aunque se arriesgue dando la cara: algo turbio querrá. Protagonismo como mínimo.

Es más: ¿Para qué ir a manifestaciones, si no sirven prácticamente de nada? Tampoco sirve de nada hacer huelga, ni firmar manifiestos o campañas ciudadanas. Como mucho alguna victoria parcial, poca cosa. Nada, nada, tú mejor en casa, sin mancharte las manos. Puro. En paro o explotado en el curro, sin expectativas, jodido, pero puro.

Si esto no es una democracia o no la democracia que a ti te gustaría, ya sabes de quién es la culpa.

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Comentarios
  1. A la mayoría de la gente el consumismo la ha tenido muy enganchada las últimas décadas. Más que a pensar se han dedicado a vivir el momento del «pan para hoy y hambre para mañana» que es lo que ofrece, muy bien publicitado, la especulación capitalista. Les hicieron creer que ésto era la meta del «progreso» y que venía para instalarse definitivamente. Ya no tenían razón de existir ni sindicatos ni oposición política alguna.
    Ahora que nos están robado todas las conquistas sociales conseguidas con luchas, cárcel y sangre del pueblo trabajador va a ser momento para que nos saquemos las legañas, reaccionemos y veamos como y donde podemos aportar nuestro granito de arena en la construcción de otro mundo más igualitario hermano y justo.

  2. 1. Me gusta este Debate; echo de menos este debate. Desde hace dos años empujo en las asambleas en las que participo con que el mensaje en los aniversarios del 15M deben ir enfocados en este sentido.
    2. Parece que nos vamos acercando a la música, de los modelos que pueden ser armónicos, para Reiniciar esta Democracia transformándola en una Democracia Participativa Radical. Pero para poder tener claro el Modelo para generar un proceso Constituyente primero tenemos que ganar «colinas» de experiencia, reiniciando los sindicatos, partidos, asociaciones sociales, de consumidores, de vecinos… reconvirtiendo Estatutos Orgánicos basados en la Representación, en Estatutos que garanticen la Participación de la ciudadanía. La inmensa mayoría de los modelos colectivos de organización que utilizamos se basan en modelos de representación cuando no falangistas (p.e. los empresariales). Estos modelos cercionan la participación (no digamos ya cuando se convierte en costumbre social cómo es el caso), y potencian la corrupción. La Participación, por sus propios mecanismo inherentes la minimiza.Por otro lado, muchos pensamos que ya estamos en proceso Destituyente desde el 25S; Cuando experimentemos esa participación de modo masivo, naturalmente iniciaremos el Proceso Constituyente.

    Salud y Mucho Movimiento por la Democracia

  3. Es un poco más complejo. La falta de participación se debe a la herencia de la dictadura, a la traición al pueblo de las fuerzas de izquierda parlamentaria en la transición, a la falta de cultura y de civilización que ha arrastrado históricamente la mayoría del estado español. La falta de conocimiento y el miedo a sentirse utilizados explica en parte ese proceso. Hay un descrédito de la política que fomentó desde el poder durante 40 años el fascismo. Pero también, de parte de las organizaciones políticas, no hay ninguna voluntad para adecuar la estructura de esas organizaciones a la democracia. Los cargos siguen siendo ejecutivos y no revocables, el poder de decisión no está en las bases, se sigue identificando de forma antinatural democracia con jerarquía y verticalidad, y además no se presenta ningún proyecto emancipatorio, todo lo más reformista. Además hay una disuasión constante de todos los valores de la izquierda por parte de los medios de control de masas. La reacción es el cinismo, el nihilismo, la hipocresía. Y ante eso enviar a los individuos atomizados a tratar de cambiar desde dentro las estructuras del régimen es arrojarlos como kamikazes a la muerte. El positivismo con el «esto es lo que hay» traerá infinitas desilusiones, como si no hubiera gente que lo intenta cada día y sale quemada dos años después. La solución, pienso yo, pasa por recuperar el prestigio del radicalismo político, por formar personas que no tengan miedo al discurso hegemónico y que se impliquen en organizaciones coherentes con los programas de máximos, y por ser total y completamente refractarios al sistema ideológico dominante. Aunque sólo sea por puro egoísmo pragmático, pide 10 y te darán 5, pide 5 y no te darán nada.

    Salud.

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