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Investigadores del CREAL recomiendan el deporte al aire libre a pesar de la contaminación
Expertos en salud aseguran que los beneficios de realizar actividades físicas en la calle superan el daño que puede provocar la contaminación
MADRID// El 60% de la población mundial no practica el suficiente deporte como para que le genere beneficios. Una realidad que, para la Organización Mundial de la Salud (OMS), se ha convertido en un problema de salud pública. Entre los motivos que la organización ha encontrado para que esto suceda, se encuentran el aumento de pobreza, la ausencia de parques, aceras e instalaciones deportivas en las que ejercitarse, así como la gran densidad de tráfico y la mala calidad del aire.
A pesar de estos condicionantes que, a priori, parecen contraindicar que se haga deporte en la calle, el estudio TAPAS, efectos inflamatorios y sobre la salud respiratoria de la contaminación del aire y la actividad física, elaborado por el Centro de Investigación Epidemiológica Ambiental (CREAL), revela que los beneficios que tiene para la salud realizar actividades físicas en la calle superan el daño que la contaminación puede provocarle a las personas. Uno de los investigadores que formó parte de esta investigación, David Rojas, explica que, según sus hallazgos, y a pesar de los niveles de contaminación que tienen las grandes ciudades -que incumplen la normativa de la OMS-, “es recomendable realizar actividades físicas. Especialmente porque el deporte estimula ciertas vías metabólicas que pueden contrarrestar el daño que produce la contaminación”.
¿Cuándo y para quién es mejor no hacer ejercicio en la calle? Primero, asevera Rojas, cuando hay contingencia ambiental. “Es decir, cuando las características del día, por temperatura, humedad y movimiento del viento, en el conjunto de los últimos días no han favorecido para dispersar las sustancias contaminantes. Cuando pasan dos o tres días sin que haya dispersión de estos contaminantes, la concentración aumenta. Esto ocurrió hace uno o dos meses en Madrid y Barcelona, pero es la excepción”. Además, las personas con enfermedades pulmonares son más susceptibles a la contaminación, por lo que “la actividad física podría favorecer que se agudizaran o se complicaran sus enfermedades”. Por ejemplo las personas asmáticas, aquellas aquejadas de enfermedades pulmonares derivadas del tabaco o con bronquitis crónica. “Y, si son las partículas más finas las que presentan mayor concentración en el ambiente, podríamos decir que para las personas con enfermedades cardiovasculares (angina de pecho, infarto previo, hipertensión asociada, colesterol en sangre muy elevado) podría estar también contraindicado porque estas partículas son las que logran pasar del alveolo a la sangre y puede producir daños a nivel cardiovascular”, asevera el investigador.
Estas partículas de menor tamaño son las más nocivas para la salud porque, al llegar a la sangre, pueden viajar por todo el cuerpo y dañar cualquier órgano o producir lesiones más severas. Sin embargo, la actividad física estimula la segregación de determinadas sustancias en la sangre que pueden contrarrestar este perjuicio. Rojas cuenta que “al inicio de una actividad física se liberan unas partículas que son inflamatorias, pero cuando se incrementa la intensidad de esta actividad se produce el efecto inverso, uno anti-inflamatorio”. Por tanto, cualquier daño que se produzca en un órgano del cuerpo que sea producto del contacto directo con el contaminante será contrarrestado por los efectos de un ejercicio cualquiera, por ese anti-inflamatorio natural.
Además, el ejercicio “también produce una neutralización de los oxidantes, de los reactivos de oxígeno que producen daños directos en las glándulas celulares”, prosigue David Rojas. “Y el tercer beneficio es la regulación de la frecuencia cardiaca, de la elasticidad del pulmón y del corazón, lo que favorece la presión sanguínea. Todos estos beneficios sobrepasan a los riesgos de la contaminación”, asevera.
Recomendaciones para un deporte saludable
David Rojas coincide con las conclusiones del informe que ha publicado la Organización Mundial de la Salud, que recomienda un mínimo de 150 minutos semanales (media hora al día) de actividad física. “Caminar es lo más fácil de conseguir y produce muchos beneficios en la salud”, explica el investigador. Y, dado que su estudio se basa en las rutinas diarias de los ciudadanos, Rojas cuenta que para incluir esta actividad física en su día a día, basta con “sugerir unos ligeros cambios”. Como por ejemplo bajar una estación antes en el metro o el autobús, sustituir trayectos cortos en moto o en coche por un paseo, subir a pie las escaleras y dejar de lado los ascensores y las escaleras mecánicas.
Sin embargo, este investigador advierte de que “no es recomendable sustituir una actividad física por otra. Es decir, no se debe dejar de ir al gimnasio un día porque has vuelto a casa caminando”. Al contrario. Rojas recuerda que son varios los estudios que demuestran que “al sustituir se pierden algunos de los beneficios de la actividad física. Estos hábitos no deben sustituir otros hábitos de actividad en el día a día para no perder este extra de esperanza de vida”.
¿Es recomendable utilizar mascarillas para tratar de obstaculizarle el paso al aire contaminado a la hora de hacer ejercicio en la calle? David Rojas lo tiene claro: no. Según explica, los estudios no han podido demostrar que las típicas mascarillas que venden para ciclistas en tiendas de deportes bloqueen todos los contaminantes. “Están hechas para detener las partículas grandes, las que se quedan en la nariz, en las faringes, que no son las más nocivas, tipo polen y derivados de las plantas”. Existen otras, las que se usan en las fábricas para impedir el paso de las partículas más finas, “que sí podrían servir, pero son más especializadas y no se consiguen en cualquier tienda”. Además, aunque en mayor o menor medida las mascarillas consigan filtrar determinadas partículas, los gases, que también dañan la salud, siempre las van a traspasar.
Rojas considera que las personas alérgicas o asmáticas, por ejemplo, sí podrían evitar que se agudizara su estado gracias al uso de estas mascarillas que evitan el traspaso de las partículas más gruesas. “Para el resto de la población, es más efectivo y más fácil alejarse de la fuente de emisión, es decir, de los vehículos de motor”. Para ello, quienes quieran salir a la calle a hacer deporte o quienes decidan realizar determinados trayectos caminando, deberán “elegir una ruta con un trafico motorizado menor. Solo con este gesto, pueden reducir la exposición a las partículas y los gases contaminantes entre un 70% y un 80%”, destaca Rojas.
Realizar media hora de actividad física, al menos, cinco días a la semana, tratar de acudir al gimnasio para complementar este ejercicio con un deporte algo más intenso, evitar las calles más congestionadas de tráfico y tratar de frecuentar en la medida de lo posible las zonas verdes de nuestras ciudades, puede llegar a tener importantes beneficios en la salud de las personas. “Cada hora de actividad física nos aporta enormes beneficios. Si somos constantes, en un año podrían traducirse en días o semanas de aumento de esperanza de vida”, concluye Rojas. Merece la pena, al menos, intentarlo.
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