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Javier Gallego Crudo presenta su poemario Abolición de la pena de muerte
El responsable del programa radiofónico Carne Cruda publica un poemario que dispara con violento amor a la vida contra todo aquello que intenta aniquilarla
El volumen, editado impecablemente por la editorial Arrebato Libros, consta de tres partes: Manual de desvelos, Manual de supervivencia y Cantos de la ceniza. Su estructura adelanta la idea que orbita en todo el poemario, acaso de manera involuntaria, y que no es otra que considerar a la poesía misma como una herramienta imperfecta pero útil para poder seguir viviendo, a pesar de todo, o precisamente por todo ello.
Así, la geografía de Abolición de la pena de muerte emerge a través de un hilo conductor sumamente pedagógico que diluye las partes en favor de una coherencia global de la obra. Definidos desazón y dolor, el autor traza una singladura, sin puntos cardinales, que desemboca en la urgente necesidad de crear una belleza palpitante, incómoda e insoslayable desde el centro mismo de las cenizas colectivas: «Despertar en los brazos] de un desconocido] en un banco de la calle] y decirle simplemente:] estoy contigo».
El poemario es trepidante, especialmente doloroso en su primera parte, pero candente en su totalidad. No describe, dispara y lo hace no desde los púlpitos embelesados del parnasianismo, sino desde la actitud humilde de quién se manifiesta como si fuera un partisano de las palabras en combate abierto con la muerte: «Miro los pedazos de mi vida arder] y aún me siento con ganas de vivir] un segundo más».
Si el valor esencial que enfatiza la obra de Crudo es la vida, arraigada en una sólida y armónica miscelánea en la que encajan Nietzsche, algunas notas primigenias de Leonard Cohen o las secuencias más intensas y filosóficas de Blade Runner, las referencias estéticas son igualmente múltiples. Ejemplo de lo anterior es el ritmo incontenible y a bocajarro de algunos poemas que podrían beber de media generación beat, como es el caso de Gregory Corso o de mi amado Ginsberg.
Hallazgo especialmente curioso es el de su poema Consumación, que desde un lugar radicalmente distinto concluye en el mismo territorio que la mismísima Rosalía de Castro en su intemporal «unha vez tiven un cravo».
En esta compilación poética se desvela como una arremetida incompatible la superficialidad, ya que opera como artefacto de agitación que anima a volar a ras de suelo, superando pesimismos sin esquivar la realidad, viviéndola hasta las últimas consecuencias. Pura artillería poética. Se advierte al futuro lector que Crudo dispara a dar.
Javier Gallego Crudo emite ondas de insumisión a la muerte desde las antenas de papel de Abolición de la Pena de Muerte. Imprescindible para quienes decidan seguir volando aún sabiéndose ángeles caídos. El próximo miércoles 26 de febrero, a partir de las 22,00 h., en el madrileño Teatro del Barrio, el responsable de Carne Cruda hará una representación poética y musical imprescindible.
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