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España aumentó un 67% las emisiones de gases contaminantes en 12 años
El consumo privado de los hogares acumula dos terceras partes de las emisiones actuales, señalan los autores de 'La responsabilidad de la economía española en el calentamiento global'
MADRID// Cuando las instituciones públicas intentan medir los niveles de emisión de gases contaminantes de una determinada región, la forma tradicional de hacerlo es fijarse en el lugar en el que se producen estas emisiones. Esta perspectiva fue la base sobre la que el Protocolo de Kyoto fijó como referencia para establecer los distintos objetivos de los países firmantes en los años posteriores. Y sobre la base de este enfoque, España ha aumentado sus emisiones contaminantes en un 40% desde 1995 hasta 2007.
Sin embargo, existe otra forma de medir la influencia de cada región en la emisión de gases contaminantes; una que fija su mirada en la llamada responsabilidad del consumidor, tal y como explicaron el pasado jueves Jordi Roca e Iñaki Arto, dos de los autores de La responsabilidad de la economía española en el calentamiento global (coeditado por Fuhem Ecosocial y La Catarata), en un encuentro organizado por Fuhem en colaboración con la Asociación de Periodistas de Información Ambiental (APIA).
“Hablar de la responsabilidad del consumidor- según explicaron Roca y Arto- significa hablar de la huella de carbono de un continente, un país o una región. Es decir, a las emisiones que se han generado en cualquier parte del mundo para satisfacer la demanda interna de estos lugares”. Y, desde este punto de vista, España ha aumentado su nivel de emisión de gases contaminantes en un 67% entre 1995 y 2007; casi 30 puntos porcentuales más que al analizarlo desde el enfoque tradicional.
De los tres factores que componen esta huella de carbono, es el consumo privado de los hogares españoles el que acumula las dos terceras partes de las emisiones actuales, y que ha aumentado en un 50% entre 1995 y 2007. La contaminación se puede producir de dos formas: emisión directa (los gases contaminantes que se emiten al encender la caldera, usar la electricidad o utilizar el coche) y las indirectas, que son todas aquellas actividades de producción de bienes o servicios que después se consumirán en los hogares.
Con el fin de realizar un análisis global, los autores del libro han dividido estas emisiones en tres categorías: gasto, nivel de consumo y Comunidades Autónomas. Respecto al gasto, Arto explicó que “el transporte, la alimentación, el ocio y la electricidad, el gas y otros combustibles son los responsables de casi el 75% de las emisiones contaminantes de España”. Si bien los niveles de emisión se han reducido a raíz de la crisis económica, aunque, tal y como aseveró Roca, “continúa por encima de los niveles exigidos por la Unión Europea”, hasta 2007 las emisiones del transporte en España per cápita eran superiores al conjunto de la media de la Unión Europea de los 15 y sigue siendo factor contaminante que más ha crecido de todos en términos absolutos.
Desde el punto de vista de los niveles de gasto, los datos analizados para la elaboración del libro señalan que los seis grupos de familias con menor gasto (los más pobres) contaminan por debajo de la media del país, mientras que los cuatro más ricos lo hacen por encima de este valor. “De hecho –puntualizó Arto- si las emisiones de un hogar medio están en 12,5 toneladas de gases por año, el 10% de los hogares que menos gastan emiten 4,2 toneladas y el 10% con mayor gasto emite 28,6”.
Finalmente, los autores han analizado el nivel de emisiones de gases contaminantes por Comunidades Autónomas donde, en función de la perspectiva desde la que se realice el análisis, los datos cambian muy significativamente. Por ejemplo, en 2007, Asturias fue la región que más gases contaminantes emitió desde el enfoque tradicional y Madrid la que menos. «Sin embargo, estos datos están muy condicionados. Esta perspectiva –aseguró Arto- no tiene en cuenta qué Comunidades se autoabastecen o cuál es su estructura económica, si se está basada en la industria o en los servicios». Unos factores que sí tiene en cuenta el enfoque que estudia la huella ecológica de los distintos lugares, es decir, las emisiones de gases generadas a partir de la demanda de una o otra región.
Desde esta perspectiva, también en 2007, la Comunidad de Madrid fue la segunda más contaminante del país y Asturias aparece entre los cinco últimos puestos, incluso por debajo de la media española. El motivo, que lo producido en otras Comunidades se destina a la capital del país. O sea, que la demanda de Madrid provoca que otras Comunidades produzcan bienes o servicios, es decir que emitan gases contaminantes, para después adquirirlos y disfrutarlos en la capital.
Qué pueden hacer los ciudadanos
«El consumidor puede decidir qué y cuánto consumir, pero no cómo se producen los bienes y servicios que consume», explicaba Arto. Para Jordi Roca, los hábitos de consumo de los ciudadanos también tienen impacto en las emisiones indirectas, las que se generan para producir aquello que consumimos. “En función de la alimentación que elijas, si comes más o menos carne, del tipo de electricidad que consumas e, incluso, si decides no tener coche, lo que, a gran escala, provocaría un descenso de producción de este sector, puede tener impacto en este aspecto de las contaminación», aseveraba Roca.
Iñaki Arto matizó estas palabras y dividió en tres las formas en las que el consumidor puede influir en la reducción de emisiones. En primer lugar, “debe plantearse cuánto está consumiendo y para qué lo hace. Los ciudadanos tienen que ser conscientes de lo que contaminan determinados hábitos y, a partir de aquí, plantearse con qué hábitos quedarían satisfechas sus necesidades y con cuáles estarían consumiendo de más».
También es importante, una vez tienen el conocimiento necesario, que puedan modificar sus hábitos. “Para ello, son las instituciones las que deben promover las energías limpias, un transporte público más eficiente y unas formas de producción de alimentación que sean lo más bajas posibles en emisión de gases como el CO2, como la producción local, que, entre otras cuestiones, ya reduce emisiones solamente debido al transporte. Sin embargo –lamentó-, parece que las políticas públicas van en otra dirección».
Finalmente, una educación que incluya, desde las escuelas hasta las universidades, formación en aspectos ambientales es fundamental a la hora de integrar determinados hábitos orientados a minimizar las emisiones de gases contaminantes. “Pero también los medios de comunicación tienen una función relevante en este sentido, ya que tienen una gran influencia en los ciudadanos. No se los debería incita a consumir de cualquier forma o negarles información relevante sobre los impactos ambientales o las consecuencias de determinados hábitos de consumo”, concluyó.
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Y qué harán los más ricos, los beneficiarios de esta crisis?. Como ellos han aumentado su riqueza seguirán con el mismo o mayor nivel de consumo y de contaminación.
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