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Bulos, medias verdades y desinformación nos envenenan la mente y enturbian nuestro discurso. ¿Tanto cuesta comprobar las cosas?
Bulos, medias verdades y desinformación nos envenenan la mente y enturbian nuestro discurso. ¿Tanto cuesta comprobar las cosas? Todos no podemos ser periodistas profesionales, eso está claro: no tenemos ni la formación ni la capacidad ni la dedicación completa que hacen falta para eso. Pero quizá podamos encontrar la fuerza de voluntad para abstenernos de repetir esa noticia tan sensacional hasta tener una cierta seguridad de que no es un bulo. Y si no podemos verificarla personalmente, lo que hay que hacer es encontrar a alguien que lo haga por nosotros. En la mayor parte de los casos, teniendo acceso a Internet, lo que estoy pidiendo no es ni muy difícil ni muy complicado.
Un truco que aprendí verificando emails en cadena: para desmontar bulos da muy buen resultado entrecomillar un fragmento clave del texto, como un nombre, un número de teléfono o una expresión poco habitual, e introducirlo en un buscador. Como hay sitios especializados en desmentir bulos (apoyados por multitud de blogs) es común que, a poco que busques, te encuentres con el mismo texto que acabas de recibir, junto con la explicación de por qué es falso, y normalmente también el año desde el que lleva circulando. A falta de esto, es sospechoso si lo único que encuentras es el mismo texto casi exactamente, repetido en varios foros sin dar fuentes ni explicaciones claras. Cuando no es un bulo, lo normal es que se pueda localizar la fuente primaria, esto es, quién publicó por primera vez eso que estás leyendo. Si no te sientes capaz de hacer esto, siempre puedes pedir ayuda. Y «ante la duda, abstente».
Sospecho que el problema de fondo, más que la incapacidad, es una combinación entre pereza y falta de aprecio por el poder de la verdad, por la importancia de la realidad. Cuando se trata de una persona (o una institución) a la que consideramos despreciable y culpable de otros muchos crímenes, pensamos: «No sé si es cierto, pero no me extrañaría nada». Olvidándonos por un momento del problema moral, podemos plantearnos: ¿es lo mismo, en términos prácticos, difundir una denuncia verdadera que una falsa? Y la respuesta es que depende del objetivo. Si nos conformamos con la indignación, puede que sí, que básicamente dé lo mismo, ya que la eficacia de la propaganda no siempre depende de su veracidad.
Pero si lo que queremos es solucionar un problema, no podemos basarnos en la fantasía. Al igual que en la ciencia, en los movimientos sociales hemos de trabajar basándonos en la realidad. Así es como salen adelante y obtienen éxito (entre otros muchos) proyectos como 15MpaRato, #OpEuribor, la PAH o Salvem el Cabañal. O, desde el mundo de las ONG más clásicas, así trabaja también Amnistía Internacional. Documentarse y trabajar. Leer, entender y actuar. Y eso exige discriminar entre realidad y fantasía, entre información y bulos. Exige trabajo duro y pensamiento crítico.
Así que por favor os lo pido: si queréis contribuir al activismo social con trabajo de difusión, sed rigurosos, no compartáis sin verificar.
Me falta ahí una mención al millar de fotos falsas que está publicando la derecha venezolana en internet. Están utilizando imágenes de torturados por la policía española, de reprimidos por la policía chilena, de la cadena humana por la independencia en Catalunya. Parece que están las oficinas de FAES a toda máquina cayendo en el nihilismo XD
Salud.
Está en el comentario que he puesto justo abajo 😀
Vaya, no sabía que el comentario era del autor y pensé que era del típico de «yo he venido aquí a hablar de mi link»… Está excelente el enlace, gracias, merecería haberse incluido dentro del texto. Salud.
Por relacionado, enlazo a un trabajo extraordinario de desmentido de bulos visuales que acabo de ver:
http://hablandorepublica.blogspot.com.es/2014/02/supuestas-fotografias-de-venezuela-y-la.html