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La viví porque era mía

La autora, una de las promotoras de la acción colectiva Registro, en la que grupos de mujeres trataron de registrar sus cuerpos en el Registro Mercantil, explica las razones de esta iniciativa

Cuando la artivista Yolanda Domínguez me escribió proponiéndome colaborar en su nueva acción colectiva, Registro, mi primera reacción fue ¡no tengo tiempo!, pero en cuanto leí el concepto, supe que debía implicarme en esta provocación: presentarse en el Registro Mercantil e intentar registrar mi cuerpo como un bien mueble. Y así lo hice. Dr Soley, mi alter ego performativo, arropado por mi valiente amiga, la actriz Cristina Carrasco, y acompañadas ambas por grupos de mujeres en Barcelona, Sevilla, Pontevedra, Bilbao, Pamplona y Madrid, solicitamos ante el Estado un certificado oficial de nuestra propia autoposesión.

¿Somos o tenemos un cuerpo? La reflexión sobre nuestra condición encarnada es tan antigua como la especie que autodenominamos humana. Sabemos que no hay una sola respuesta a este tipo de preguntas. Sabemos que nuestra autopercepción corporal se constituye mediante el orden simbólico de la cultura en la que somos socializadas.

 

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Sabemos que nuestro orden simbólico se estructura en pares binarios ordenados jerárquicamente: masculinidad/feminidad, mente/cuerpo, cultura/naturaleza, productor/reproductora. Sabemos a las cuerpos productores de ese tesoro incalculable que somos los seres humanos, se nos tiende a considerar como una propiedad, un bien a regular y poseer. Estos cuerpos productores somos personas mujeres. Y sabemos que queremos ser libres y respetadas.

¿Lucharon las sufragistas por abolir la esclavitud y nosotras abogamos ahora por la posibilidad legal de considerar nuestro cuerpo como una posesión y abrir así una peligrosa senda hacia su mercantilización legal? No. Sensu contrario: lo que hacemos es buscar lenguajes, necesariamente ambiguos y paradójicos, para comunicar con aquellos que parecen entender sólo el idioma de la objetificación y la propiedad privada, puesto que no nos tratan como personas sino como bienes.

La concepción y la vida están atravesadas por cuestiones éticas y así debe ser. Pero, ¿a qué llamamos una vida habitable? ¿Qué condiciones debe cumplir una vida que merezca ser vivida? ¿Pro-vida? ¡Siempre! Pro-crear las condiciones para vidas habitables y fecundas mediante un estado de bienestar seguro: más recursos y protección para la crianza, pro-multiplicar los cuidados médicos públicos, pro-generar educación sexual y emotiva que exponga consensuadamente las diferentes visiones sobre tan delicada cuestión (¡no es tan difícil!), pro-mover el derecho a una vida sin ningún tipo de violencia y pro-evitar conductas de riesgo, pro-engendrar generosidad. Preñadas de futuro, concebimos mejor vida.

*Patrícia Soley-Beltran es profesora asociada de la  Universitat Pompeu Fabra

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