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Sólo a fuerza de pompas

"Ya no es capital clásico. Ese que buscaba su reproducción ampliada como definiera Marx. Es capital-burbuja"

*Este artículo forma parte del número de enero de La Marea, a la venta aquí.

A mediados de noviembre y en la mismísima sede de Kaos, es decir, del FMI, Larry Summers lo petó. Summers fue secretario del tesoro con Clinton y uno de los gestores afortunados de esos tiempos de bonanza, de crecimiento sin fricción llamados “La Gran Moderación” o, dicho de otra manera, los 90 globalizados. Summers se plantó en el FMI y ante una selecta parroquia planteó en sólo 16 minutos un inquietante panorama. Dijo: “¿Y si la economía estadounidense y por extensión la occidental no es capaz de crecer y crear empleo?, ¿y si sólo puede hacerlo a fuerza de crear burbujas con los consiguientes riesgos?”

Es decir, que la aparición de un nubarrón de dinero de inversión con intenciones burbujistas sobre cualquier sector sea la única manera en la que (temporalmente) podamos dar crecimiento real a un sector y una zona concretos. Asusta. Ya no es capital clásico. Ese que buscaba su reproducción ampliada como definiera Marx. Es capital-burbuja. Un capital nube/en la nube que no necesita del concurso humano ni fabril para ampliarse. El propio mercado de derivados, los bancos centrales y la deuda lo multiplican solo. Capital sin producción. Capital latencia, capital burbuja. Es Burbutalismo. Y siguió diciendo Summers: “¿Qué pasaría si la crisis simplemente se hubiese acabado y en realidad nos estuviésemos enfrentando a un nuevo escenario en el que el escaso crecimiento es lo normal, una especie de estancamiento secular?”

Ese escenario habla no del colapso del capitalismo sino de una especie de paralización… o mejor, de éxtasis donde todo se mueve y sin embargo no avanza. Escena que ya fue boceteada por varios economistas antes y durante la crisis. Un capitalismo extático, sí, donde el dinero se crea de la nada en los cielos financieros mientras la gente contempla extasiada el milagro. Se lo pregunta Summers: “¿Cómo pudo ser que en los años previos a la debacle hubiese tanta imprudencia financiera, tanto dinero fácil, y aun así todos esos excesos no se tradujesen en un aumento espectacular de la demanda, mayor empleo, un sobrecalentamiento de la economía y, al final, una oleada de inflación rampante?” O dicho de otro modo: ¿Porqué ya no se cumplen las leyes de la macroeconomía?

Quizá el gran desafío de la economía crítica de todos nosotros, anticapitalistas, pase por entender lo que sugiere un insider de tomo y lomo como Larry Summers. La línea de fuerza, el nervio del capitalismo-burbuja se desplazó del trabajo, de la propiedad e incluso del mercado, entendido como convención formal. El capitalismo es sólo dinero. Y la moneda, su negación, por lo que una buena guerrilla monetaria puede ser la única vía de sabotaje.

Una inmensa nube descomunal de dinero flotando por encima de las cabezas de masas de personas sin acceso a ese dinero puesto que el punto de intercambio tradicional, el puesto de trabajo, se ha hecho inútil, superfluo para muchos.

Ese punto de intercambio, el trabajo, era mucho más costoso que el nuevo punto en el que la gente puede acceder al dinero: la deuda.

Y así, como dealers de proporciones cámbricas, los dueños del dinero pasan pequeñas dosis de pasta a los antiguos dueños de la fuerza laboral. Y cada vez están más y más pillados a esa dosis, a la deuda, a su camello. Dinero sin trabajo. Dinero por la mera deuda. Ese es el desazonante panorama que se puede estar dibujando en esta economía de la burbuja. Moneda sin uso. Dinero gratis pero fuera del acceso. Un dinero tan grande y gaseoso que puede ser vencido con moneda pequeña y efectiva. Hay campo por ahí.

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Comentarios
  1. Y por si la clase trabajadora no tuvierámos bastante con el capital-burbuja, ese que no crea trabajo, solo nos han faltado que el poco capital que lo crea ha sustituído la mano de obra por las máquinas.
    Nos corresponde a la ciudadanía buscar
    otras alternativas que, por malas que sean seguro que serán mejores que lo que hay, y no delegarlo todo en los que nos gobiernan que al fín y al cabo solo son críados de unos desalmados delincuentes. Así nos ha ído.

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