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De setas y hongos

Estos seres vivos descomponen materia orgánica con la ayuda de enzimas digestivas que excretan al exterior e incorporan las sustancias resultantes al propio organismo.

Los hongos (Reino Fungi) se diferencian de otros seres vivos por su tipo de nutrición: ni producen alimento (como las plantas), ni lo consumen (como los animales) sino que lo absorben. Esto es, descomponen materia orgánica con la ayuda de enzimas digestivas que excretan al exterior e incorporan las sustancias resultantes al propio organismo. Se les considera los principales barrenderos naturales de nuestro ecosistema.

La mayoría obtienen el alimento de materia muerta (saprofitos) pero algunos son capaces de obtenerla de otros seres vivos (parásitos) o intercambiarla con ellos (mutualistas o simbiontes). Aunque la mayoría de los hongos nos resultan familiares por las estructuras reproductoras que algunos producen (las setas), es cierto que éstas no constituyen la parte fundamental (aunque sí llamativa) de los hongos. Aquéllas nacen de una maraña de finísimos tubos (hifas) microscópicos de quitina, por cuyo interior fluye la vida.

El conjunto de estos tubos constituye el micelio, que crece escondido bajo el suelo, la madera…y puede ser efímero y pequeño (los mohos son un ejemplo) o muy longevo y extenso, pudiendo vivir miles de años y ocupar varios cientos de hectáreas ¡un solo individuo! En cambio, unos pocos –las levaduras- crecen formando células esféricas microscópicas -en lugar de tubos- y son muy importantes en la fabricación del vino, cerveza, pan, etc. La industria alimentaria no es la única que se beneficia del manejo de los hongos; éstos también juegan un papel trascendental en la práctica médico-farmacéutica, en las prácticas agroforestales, en los laboratorios de investigación y a la hora de resolver problemas de contaminación ambiental.

El número de hongos conocidos gira en torno a 100.000 especies, lo cual dista de las aproximadamente 270.000 especies de plantas que conocemos; ahora bien, mientras que la mayoría de éstas están descritas, no ocurre así en el caso de los hongos, estimándose que apenas conocemos un 5 %, por lo que su número real estaría en torno a 1,5 millones de especies vivas, siendo, después de los insectos, el grupo de organismos más desconocido de nuestro planeta. Por cierto, aunque los hongos se estudien tradicionalmente en los tratados de botánica, hoy sabemos que están más emparentados (evolutivamente hablando) con los animales que con las plantas y que su aparición en nuestro planeta antecede a unos y otras, estableciéndose aproximadamente hace 900 millones de años.

Si nos circunscribimos ahora a las setas, hay que incidir en que sus colores, olores, o cualquier otra “prueba” casera no alerta de su peligrosidad a la hora de ingerirlas. Comerlas es un factor de riesgo cuando no se conocen con absoluta certeza. Aunque la mayoría son inocuas, otras son sabrosas e incluso saludables, pero también, en un porcentaje nada despreciable, las hay tóxicas y mortales. La práctica generalizada de recoger setas cortándolas cerca de la base del pie hay que desterrarla para siempre para sacarlas completas porque, a veces, la base del pie es diagnóstica. Además, arrancarlas completas en nada afecta a la supervivencia de los micelios, como tampoco a la producción de setas. Sí les afectan la contaminación ambiental, la erosión, la deforestación, la compactación/rastrillado de los suelos y la destrucción de los hábitats naturales.

El término hongo/fungus, procede de la raíz latina “sphongia” (esponja) para recordarnos que mayoritariamente están constituidos por agua, lo mismo que el término maestro deriva de “magíster” (magistrado) y nos recuerda al que destaca sobre los demás. Habría que concluir recordando que el término ministro, en cambio, deriva de “minister” (sirviente) y nos recuerda que en la antigua Roma, los electores elegían a sus representantes políticos (magistrados) por un año, hasta que en el siglo IV los emperadores destituyeron a éstos y los sustituyeron por sus criados de confianza (ministros), a cuyos exclusivos intereses servían. Hagamos caso al latín y no a los emperadores romanos.

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Ricardo Galán Márquez es licenciado en Ciencias Biológicas por la Universidad de Granada y doctorado por la Universidad de Alcalá, donde actualmente ocupa el puesto de Profesor Titular de Universidad, adscrito al departamento de Ciencias de la Vida. Su campo de investigación es el mundo de los hongos (principalmente la sistemática, taxonomía y ecología de hongos en ambientes mediterráneos). Autor de alrededor de un centenar de artículos científicos, participante en 40 congresos, una docena de proyectos de investigación y miembro de varias asociaciones micológicas (nacionales e internacionales) es coautor de la “Guía de setas de Almería” (Ed. Instituto de Estudios Almerienses, 1999). Es colaborador asiduo en ciclos de conferencias, espacios radiofónicos y artículos periodísticos sobre el tema de los hongos, siempre reclamando la necesidad del sustento científico, no siempre considerado, al menos en España.

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