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La UE se fija como objetivo para 2030 reducir un 40% las emisiones de CO2
La Unión Europea aspira a que ese año las energías renovables supongan al menos el 27% del total del consumo
BRUSELAS // La Unión Europea (UE) quiere dar un potente golpe de timón a sus políticas climáticas y por eso ha anunciado este miércoles que su objetivo para 2030 es reducir un 40% las emisiones de gases de efecto invernadero, respecto a los niveles de 1990. La estrategia política sobre clima y energía ha sido lanzada por la Comisión Europea en un acto protagonizado por el presidente de este órgano, José Manuel Durao Barroso; la comisaria de Acción por el Clima, Connie Hedegaard; y el de Energía, Günther Oettinger.
Pero no es éste el único objetivo que, negro sobre blanco, plantea la Comisión, que también pretende que para ese año, 2030, las energías renovables supongan al menos el 27% del total del consumo europeo y, mucho más a largo plazo, que para el 2050 la reducción de gases de efecto invernadero alcance, al menos, el 80% respecto a 1990.
Otro de los puntos fuertes del plan, estrechamente vinculado al desarrollo industrial de Europa (de ahí la presencia de Oettinger en el acto), será la reforma del Sistema de Comercio de Emisiones (el famoso ETS; en inglés: Emissions Trading System), que se plantea que entre en vigor en 2021.
Este sistema fue puesto en marcha por la UE en 2005, cuando el objetivo era reducir para 2020 un 20% las emisiones. Se trataba de subastar los llamados derechos de emisión, unas cuotas correspondientes a una tonelada de CO2 cada una que las empresas debían comprar en subastas para poder emitir gases legalmente. Sin embargo, debido en no poca medida a la crisis económica desatada a partir de 2008, en 2011 la UE registró un descenso en sus emisiones ya del 18% respecto a 1990. Así que la buena noticia era que se cumplía con el objetivo del plan climático europeo.
La mala: que en realidad la reducción de emisiones se debía al descenso pronunciado en la actividad industrial y productiva debido a la crisis económica, lo que puso de manifiesto, de paso, que el sistema de comercio de emisiones no estaba sirviendo para nada puesto que llegó a haber cuotas de CO2 correspondientes a 2.000 millones de toneladas que ni siquiera llegaban a subastarse. La UE había planteado en 2005, antes de la crisis, un número de cuotas a subastar mucho mayor de lo que la realidad a partir de 2008 exigiría, de modo que, debido al enorme excedente de cuotas, las empresas podían comprar derechos de emisión más baratos que nunca y, por ende, contaminar más barato que nunca.
La Comisión, que el año pasado ya retocó transitoriamente este sistema (retirando hasta 2015 los permisos correspondientes a 900 millones de toneladas de CO2, para incrementar así el precio de cada cuota de emisión subastada) ha planteado una reforma estructural del sistema que entraría en vigor a partir de 2021. La solución planteada pasaría por reducir, cada año hasta esa fecha, un 2,2% las cuotas puestas a subasta.
La UE quiere ahora, con esta nueva propuesta, que las emisiones (que principalmente son industriales) cubiertas por este mercado de subastas sean en 2020 un 21% menos que en 2005, y en 2030 un 43% menos que ese año.
Con todo, el sistema ETS cubre el 45% del total de las emisiones que se realizan en la UE, el otro 65% proviene de otros sectores, como, sobre todo, el transporte que, con todo, comenzó en 2008 una tendencia a disminuir sus emisiones.
Energías renovables
En cuanto al apartado de las energías renovables, más allá del ambicioso objetivo de que el 27% de la energía consumida en la UE en 2030 provenga de estas fuentes energéticas, ni Barroso ni Hedegaard han detallado más las líneas estratégicas concretas a seguir para alcanzar este objetivo.
La concreción de esto se dejará para las negociaciones pendientes con el Consejo Europeo (los próximos 20 y 21 de marzo), con los propios Estados miembros y, por último, con el Parlamento Europeo, quien finalmente tendrá que aprobar cualquier iniciativa legal, que será la que habrán de aplicar todos los países obligatoriamente.
Con todo, Hedegaard ha querido dejar claro el punto de partida. “En el caso de las energías renovables”, ha señalado, “no habrá objetivos nacionales asignados a cada país sino un objetivo europeo global de obligado cumplimiento, para dar así flexibilidad a que cada Estado pueda tener más margen de acción y no quede constreñido a una cifra concreta”. En caso de que no se cumplan los objetivos, la UE ha aclarado que dispondrá de mecanismos de presión y de indicadores para analizarlo, que deberán desarrollarse tras las negociaciones que comenzarán a partir de ahora.
Hedegaard ha resaltado también que este plan energético, que ha calificado de “ambicioso, pero realista”, será la carta de presentación que tendrá la UE “en el marco de las negociaciones internacionales sobre un nuevo acuerdo mundial sobre el clima, que deberá quedar cerrado en París a finales de 2015”.
Barroso, por su parte, ha llamado al esfuerzo global en este sentido puesto que, ha destacado, “si Europa redujera sus emisiones a cero, el mundo seguiría teniendo un problema de emisiones”. El presidente de la Comisión ha vinculado este plan del clima a la competitividad industrial, “puesto que el reto para la industria y para el crecimiento industrial europeo es también conseguir energías más limpias y más baratas que las actuales”.
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Me parece bastante descafeinado el tono del artículo. Falta decir cosas importantes: los objetivos que ha puesto la UE son insfucientes en sí mismos según lo que le toca a Europa como área rica. Y una mala señal para las negociaciones de la ONU de Cambio Climático. Por otro lado, España no ha apoyado ni una sola de las posiciones ambiciosas que se han pedido para las renovables (fail), la eficiencia energética (fail) y las emisiones (epic fail)