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Hamburgo tomado por la policía: ‘zona de peligro’

"De forma tibia y tergiversadora se empieza a saber que parte de Hamburgo lleva más de una semana tomado legalmente por la policía", apunta el autor

El día de reyes (6 de enero) empezó a extenderse por las redes sociales la noticia de que la ciudad alemana de Hamburgo estaba en estado de excepción. En principio la noticia produce una mezcla de estupor e incredulidad ¿Hamburgo, la importante ciudad alemana, ha declarado realmente el estado de excepción?. Luego el primer medio de comunicación tradicional que dio la noticia fue El Mundo. De la lectura de la noticia, que parece un guión de película apocalíptica de serie Z, se desprenden más preguntas que respuestas. ¿Policías atacados?¿comisarías atacadas? ¿Solamente policías o comisarías atacadas?. La perplejidad por la información que llega no hace sino aumentar, junto con una sospecha, al hilo de lo que se publicita como origen de las protestas que devienen en ataques: El cierre del centro social Rote Flora, okupado en 1989, el más antiguo de Alemania.

La excelente crónica a la que La Marea enlazaba esa mañana nos servía para clarificar las cosas y ponerlas en contexto. Claro, empezamos a buscar fuentes de datos de canales de información más fiables, normalmente llamados alternativos, al margen de el sistema de engaño llamado medios de comunicación, con lo que por este lado empezaremos a entender que está pasando y por qué.

Contexto

EL 20 de diciembre de 2013 se terminaba el plazo dado por la nueva propietaria del edificio ocupado por el centro social autogestionado Rote Flora (La Flora roja). En uno más de los habituales movimientos especulativos que se dan en los centros urbanos de las ciudades europeas, el edificio, un antiguo teatro musical construido en 1888 y en desuso desde 1987, había sido comprado por el actual propietario en 2001.

Rote Flora ha sido el punto de reunión y activismo cultural, social y político de la llamada izquierda autónoma, un amplio conjunto de individuos y colectivos con sensibilidad social y cultural, preocupados por la mercantilización y degradación de la calidad de vida de su ciudad, que se organizan y generan vida dejando al margen la (aparentemente inevitable) tensión consumista y capitalista que se promueve desde todas las esferas de poder.

Esto sucede en Hamburgo, la segunda ciudad más importante de Alemania, el segundo puerto más importante de Europa y la de mayor renta per cápita del país. Una ciudad con casi 2 millones de habitantes (casi 5 en el área urbana), configurada como ciudad estado dentro de la República Federal Alemana, con Parlamento propio. Una Ciudad-Estado rica, burguesa, perfectamente representativa del bienestar capitalista.

En aparente contraste los alemanes tienen un elevado grado de conciencia de sus derechos sociales y de asociacionismo civil y el activismo y participación político y social de ciudadanos de izquierda es muy elevado. Durante los últimos años desde este colectivo se han producido numerosas manifestaciones y acciones de demostración de preocupación y rechazo a la progresivo asalto de los barrios humildes y tradicionalmente asequibles por parte de especuladores inmobiliarios (fenómeno conocido como gentrificación) que lleva aparejado un encarecimiento del nivel de vida que excluye a los ciudadanos económicamente más desfavorecidos.

Manifestación del 21 de diciembre

Todo lo anterior confluyó en la convocatoria de una manifestación para el 21 de diciembre, con tres asuntos principales:

– Rechazo al desalojo del Rote Flora.
– Rechazo al derribo de los antiguos edificios ESSO, de renta económica y actualmente habitados, para sustituirlos por viviendas de alto standing.
– Apoyo a los refugiados procedentes de Lampedusa, que estaban siendo hostigados y expulsados.

La manifestación fue formalmente convocada y aceptada su convocatoria. La convocatoria se extendió por toda Alemania y a Hamburgo acudieron simpatizantes de todo el país.

Por parte del Estado se entendió como un desafío ciudadano inaceptable y alegando posibles participantes violentos se desplazaron hasta la ciudad unos 3000 policías antidisturbios procedentes de distintos estados. La manifestación fue detenida por la policía a los 50 metros y a partir de ese momento se sucedieron de forma ininterrumpida las cargas. En los siguientes 3 vídeos se observa el desarrollo del inicio de la manifestación, su detención y la salvaje intervención policial.

Vídeo 1: Inicio de la manifestación. (fuente kaosenlared.net)

Vídeo 2: Manifestación civil pacífica. Cargas indiscriminadas.

Vídeo 3: Represión y violencia policial.

Escalada de represión: Estado de excepción

A partir del día 21 se desatan jornadas consecutivas de persecución policial de la izquierda alternativa, con cientos de detenciones en los posteriores días y manifestaciones ciudadanas de rechazo. El objetivo de acallar las protestas, apaciguar a la población y dejar que aceptaran como inevitables las decisiones de los poderes se muestra imposible de conseguir y la protesta ciudadana es continua durante las siguientes semanas.

El día 3 las autoridades declaran 3 barrios de Hamburgo zona de peligro (una especie de estado de excepción que permite a la policía identificar sin motivo, retener o incluso expulsar a ciudadanos de forma arbitraria) hasta nuevo aviso. La zona está habitada por unos 100.000 habitantes que a partir de ese momento pasan a vivir bajo un estado policial (a un vecino lo identificaron 3 veces en media hora). La policía alegó ataques a varias de las comisarías, ataques de los que no hay ninguna prueba gráfica ni informaciones alternativas, y que se considera falso. Del 3 de enero en adelante los siguientes días la policía realiza cientos de identificaciones diarias, decenas de expulsiones, e impide la circulación habitual de peatones y vehículos.

El día 6 de enero la policía arrasó la acampada OccupyHamburg, que había surgido como protesta contra la reunión del G20 en Hamburgo, en un planteamiento similar a las ocupaciones de plazas del 15M en España o de OccupyWallStreet en USA. El rechazo de la población de los 3 barrios afectados por la zona de peligro indefinida empezó a mostrarse de forma continuada.

El ingenio como arma de defensa y visibilización

La zona de seguridad fue contestada desde el principio por Die Linke desde los parlamentos, advirtiendo de la presentación de denuncia por vulneración de la legalidad, y por los ciudadanos de los barrios del centro. Las señales de peligro, policía sin control, o solicitamos el despliegue de cascos azules empezaron a extenderse. Manifestaciones diarias cada tarde, batallas de almohadas, una bicifestación con unos cientos de participantes no pudieron ser detenidas por la acción de la policía. A partir del día 9 en el que a uno de los jóvenes cacheados la policía le encuentra y le quita una escobilla del váter esta se convierte en el emblema del rechazo de la población a la acción policial.

Ridiculizar a la policía convertida en fuerzas de ocupación e intimidación, acciones aparentemente inofensivas por parte de cientos de ciudadanos que subrayan el absurdo de las calles de una ciudad pacífica ocupadas por policías que registran bolsas de estudiantes y los mantienen en el suelo durante muchos minutos. Y las calles llenándose de escobillas del váter del tamaño de pegatinas o de 4 pisos de altura. La población de Hamburgo enseñándole a sus gobernantes, a sus conciudadanos y al resto del mundo que la represión y el intento de anular las iniciativas alternativas no es aceptable ni posible en un sistema que se pretende democrático y de derecho.

¿Que se busca con estas acciones policiales tan desproporcionadas?

En el actual desequilibrio económico y social que los medios y los políticos nos venden como crisis, el desequilibrio entre los más desfavorecidos y los más ricos se ha acentuado notablemente. Desequilibrio en parte territorial, beneficiándose Alemania enormemente mientras los países periféricos de la zona Euro (Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España) han sido muy perjudicados. pero también desequilibrio interno en cada uno de esos países ha crecido en estos 5 años de una forma desproporcionada. Y esta es una realidad que se oculta a través de los medios que nos hacen creer, en todos los países, que las decisiones que se toman para combatir la crisis son las mejores, las únicas posibles. Que la forma en la que los políticos están legislando y gobernando es, aunque dura y difícil, la mejor posible, la única.

En ese orden de cosas, en el que la crisis ha supuesto un empeoramiento en el nivel de vida de los más desfavorecidos y vulnerables en todos los países de Europa, en el que se está produciendo un trasvase como nunca de las clases más bajas a las más adineradas) el que desde unos colectivos de extracción popular se evidencien alternativas de vida como la que demuestra la izquierda autónoma, al margen de lo que el poder y os medios presentan como inevitable, supone una fisura inaceptable en la propaganda del sistema.

Los 3000 policías desplegados y la declaración de la zona de peligro buscan invisibilizar la alternativa que supone la existencia de grupos de ciudadanos organizados al margen del capitalismo, al margen del consumismo, al margen de la competición. El poder alemán no podía permitir una manifestación pacífica organizada y con argumentos y alternativas en el corazón de la capital industrial del país que se presenta como el más próspero de Europa. El despliegue de policías, las casi 4 semanas de intimidación, represión y hostigamiento sobre la ciudadanía buscan robar todos los titulares de los medios de comunicación principales, ocultar la existencia de esa realidad alternativa y arrinconar de una forma antidemocrática e ilegal a esos miles de personas que nos pueden hacer ver a los alemanes y al resto de los europeos que hay más maneras de vivir, dándole la espalda a la banca, a la troika y al capitalismo. Al fin y al cabo, el único grito que la cabecera de la manifestación fue capaz de esgrimir durante los 50 metros fue: «A-A-Antikapitalista!«

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Comentarios
  1. Indignado por lo que se cuenta y muy de acuerdo con el análisis.
    Nos están masacrando y aún pretenden que pongamos resignadamente la otra mejilla. Tarde o temprano van a conseguir una revuelta sangrienta.

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