La Uni en la Calle
Los dibujos infantiles en las guerras. La casa partida en dos
La autora es profesora titular en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid.
En el momento de impartir esta charla está muy reciente la clausura de la exposición Yo he dibujado la guerra. La mirada de François y Alfred Brauner en cuyo montaje he participado.
Alfred Brauner (Saint-Mandé, 1910 – París, 2002) y Françoise Brauner (Viena 1911 – París 2000) se conocieron en París. Ella entonces se apellidaba Riesel y era médico, pero no le reconocían los títulos en Francia, al ser extranjeros. Estalló la Guerra Civil española y ambos decidieron venir a España como voluntarios de las Brigadas Internacionales. Son un ejemplo para los jóvenes de hoy, no hay más que verles en las fotos, apenas unos veinteañeros en el año 1936 rodeados de niños. François trabajó en el hospital de Benicasim y Alfred en los albergues. Fue entonces cuando Alfred descubrió el poder terapéutico del dibujo en la recuperación psicológica de los niños y comenzó a recopilarlos. Al regresar a Francia ambos siguieron ocupándose de los niños traumatizados, españoles, franceses, judíos alemanes… La colección fue engordando, el matrimonio Brauner acumuló más de 2.000 dibujos, de varios países y continentes.
Los dibujos son impresionantes, pero no abarcan todas las edades, todas las etapas infantiles, pues lo que parece importar es la época del realismo. Tampoco tenemos todos los datos. Pero las escenas son impactantes, desde escenas de ajusticiados (Franz en la invasión de Checoslovaquia en 1938), fusilamientos (S. Kwiatkowki en la invasión de Polonia), hasta el aniquilamiento total que supone la bomba atómica en Japón, con la mano cortada que va desintegrándose (Akiko Takakura) o la madre con el niño en brazos, petrificada (Yasuko Yamagata).
Hay ejecuciones masivas, como las dibujadas por un niño de 12 años en la guerra de Camboya, con los Jemeres Rojos torturando a la población. La sangre a borbotones, los huesos en primer plano… Los efectos de los gases lacrimógenos en el eterno conflicto de Israel-Palestina (Sahart Mansour, 1948). Y la espantosa violación de una mujer por un soldado borracho dibujada por una niña de 12 años en la reciente guerra de Kosovo. El duelo de las mujeres, las madres, levantando los brazos al cielo, tanto en España como en Chechenia… Las evacuaciones permanentes, con la desolación de las familias aferradas a sus pertenencias… Y los constantes bombardeos. En la guerra de España, donde los aviones jugaron un papel crucial masacrando a la población civil, están presentes en la mayoría de los dibujos, partiendo las casas en mil pedazos, los árboles, la vida… sobrevolando los refugios improvisados, en los túneles del metro, en los sótanos, en las cuevas…
Pero, ¿qué significan todos estos dibujos, utilizados muchas veces como propaganda de guerra?: ¿Son documentos? ¿Testimonios? ¿Son veraces, o inducidos? En los realizados en las colonias infantiles creadas para albergar a los niños españoles, los maestros -muy inteligentemente- sugerían tres ejercicios básicos: ¿Qué he visto yo de la guerra?; Mi vida antes de la guerra; La vida en las colonias. En el primer ejercicio los niños reflejan muchos hechos probablemente vividos: las eternas colas, los bombardeos, la evacuación, los soldados mutilados… pero también hay escenas del frente que es difícil que ellos hayan visto. Y es que los niños también se dejan influir por las narraciones de los adultos y por las imágenes que les rodean. Lo hemos visto recientemente en lo que nuestros niños han dibujado del estallido de las torres gemelas de Nueva York o los atentados de Atocha, en Madrid.
Para estudiar todos estos aspectos, se ha creado un grupo de investigación EVE (Enfance, Violence, Exil), integrado por varias universidades europeas cuyo objetivo es estudiar los documentos producidos por los niños. Esta exposición es uno de sus primeros resultados.
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Dolores Fernández es profesora titular en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense. Pintora e Historiadora del Arte, ha trabajado en Museos, en Crítica de Arte y en Didáctica. Investigadora del exilio, ha sido presidenta de AEMIC. Colaboró en el catálogo de la exposición sobre dibujos de la guerra en la Biblioteca Nacional y ha digirido, junto con Alicia Alted y María Luisa Capella, el documental Y yo entonces me llevé un tapón. Memoria compartida ‘En el balcón vacío’ (2012) presentado en el Cine Doré en febrero de 2013.