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La épica búsqueda de los últimos guepardos del Sahara
Un grupo de biólogos españoles pone dinero de su bolsillo para explorar las remotas colinas del Sahara Occidental en busca de supervivientes de una aparente extinción, la del guepardo sahariano
MANUEL ANSEDE // El biólogo español José María Gil Sánchez no sabe dónde pasó la Nochevieja. Sólo sabe que fue en algún punto del extremo occidental del desierto del Sahara, rodeado de chacales, pastores de dromedarios, vehículos militares oxidados y nidos de ametralladoras abandonados. Casi como el pescador retratado por Hemingway en El viejo y el mar, el biólogo llevaba cuatro días inmerso en una épica búsqueda de una pieza aparentemente imposible: un guepardo en el Sahara Occidental.
Era la octava expedición de Gil Sánchez y una decena de colegas, empeñados en poner dinero de su bolsillo para intentar encontrar a los últimos guepardos de la región, si es que existen. Desde abril de 2011, cuando arrancaron la búsqueda, hasta el pasado domingo, cuando regresaron de su último viaje, los investigadores han recorrido a pie más de un millar de kilómetros por el curso bajo del río Draa y los montes Aydar, las zonas en las que se vio por última vez a la subespecie, hace ya más de 20 años. Entonces, en 1992, los militares marroquíes mataron a uno de los últimos ejemplares. Un año después se avistó a otro par y un tercero fue cazado. Desde entonces, nada. La Lista Roja de especies amenazadas lo da por extinto en el Sahara Occidental y también en Marruecos, país que reivindica su soberanía.
Como el viejo pescador de Hemingway, que tras avistar un enorme pez decide “ir a buscarlo, más allá de toda la gente en el mundo”, Gil Sánchez y sus colegas también están solos. Fabrice Cuzin, un experto que lleva 20 años estudiando mamíferos en Marruecos, pensaba en 2003 que podía quedar un par de decenas de guepardos saharianos supervivientes, pero ahora los da por extintos. Y lo mismo piensa la población local. “Los nómadas de la región también dicen que ya no hay guepardos, pero los nómadas se dedican a lo suyo. En Irán también decían que no había, y los hay”, subraya Gil Sánchez, hasta diciembre biólogo de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía.
En peligro crítico
Encontrarlos en ese rincón del Sahara sería una balón de oxígeno para la subespecie, que apenas cuenta con unos 250 individuos adultos repartidos por Argelia, Níger, Benín y Burkina Faso, según la Lista Roja. “El guepardo sahariano está en peligro crítico de extinción, pero prácticamente no se sabe nada de su población”, alertó Sarah Durant, de la Sociedad Zoológica de Londres, en 2009, cuando ella y sus colegas consiguieron fotografiar al felino en Argelia.
El equipo de Gil Sánchez, formado en su mayoría por biólogos que trabajan en administraciones públicas en ámbitos como la conservación del lince ibérico, no ha tenido tanto éxito. Los expertos españoles han trepado a unas 2.500 acacias en busca de excrementos de guepardo. Nada. Han desplegado cámaras trampa durante meses. Ni uno. Y tampoco han encontrado ni una huella, una misión aparentemente imposible en una zona de estudio de unos 20.000 kilómetros cuadrados.
Sin embargo, Gil Sánchez se mostró optimista en diciembre, durante el Congreso de la Sociedad Española para la Conservación y Estudio de los Mamíferos, celebrado en Avilés. Allí el biólogo anunció que su equipo había encontrado “tres cabras recién matadas por la manera típica de los guepardos”. Los cadáveres presentaban un mordisco mantenido a la altura de la tráquea, con el cuello girado hacia arriba, el clásico modus operandi del depredador. “Prácticamente sólo se puede asignar a guepardo, aunque no podemos asegurarlo sin tener una evidencia genética o por fototrampeo”, sostiene Gil Sánchez.
Los biólogos españoles, que trabajan en colaboración con las universidades Rey Juan Carlos de Madrid y Mohamed V de Rabat, también han encontrado más de un millar de gacelas de Cuvier, una especie que podría ser un alimento ideal para los guepardos saharianos, además de gacelas dorcas, carneros de Berbería y abundantes liebres. Por el número de presas potenciales, los investigadores calculan que hay sitio hasta para 38 guepardos, según expusieron en el congreso.
El problema, si sus estimaciones no están totalmente equivocadas, es encontrarlos. Y, tras ocho viajes sin éxito, las oportunidades se agotan. “Llegará un punto en el que haya que tirar la toalla, porque nuestra logística es muy limitada y la región es vastísima”, reconoce el biólogo.
[Artículo publicado en Materia]