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¿Crisis? ¿Crecimiento cero?

"Parece claro que de lo que se trata es de acordar que “no crecer” no es sinónimo de desgracias, caos y ruina, y que es posible incrementar la calidad y no tanto la cantidad, sin que nuestro modelo de vida se hunda"

Estamos acostumbrados a hablar de progreso en términos de crecimiento económico. “Sólo se generará empleo si al menos hay un crecimiento sostenido del PIB de al menos el 2% anual”, dicen los expertos. Hasta hace muy poco, tiempo estábamos todos encantados creciendo a niveles del 5 y 6%… “Por encima de la media europea”. Eso se ha acabado, no sé si para siempre, pero sí para mucho tiempo.

Ahora bien, ¿si no hay crecimiento no hay progreso? ¿Qué pasaría si apostásemos por el “crecimiento cero”? ¿Se generaría desempleo? Bueno, tal y como se están desarrollando los acontecimientos, evidentemente sí. Sin embargo, moviendo otras variables que entran en juego en la “ecuación” de la economía, no tendría por qué ser así.

Dice Luis Racionero en su libro Del paro al ocio (que ya comentábamos en el artículo anterior) que “la diferencia conceptual entre desarrollo y crecimiento está en aplicar los inventos a crecer en calidad y no en cantidad”. Añade: “Es evidente que si hoy nos conformásemos con vivir con el nivel de vida de los ingleses del año 1900, podríamos hacerlo con sólo el trabajo de un 8% de la población en vez del 40% actual. O lo que es lo mismo, trabajar el 40% de la población pero trabajando 5 veces menos”.

Esto lo decía, insisto, hace 30 años.

Y yo me pregunto: ¿Vivimos mejor que los ingleses de 1900 por el mero hecho de “tener más”? ¿Eran menos felices que nosotros? Los que estudian estos temas nos dicen tajantemente que NO. Tener… Ser… Hace tiempo que hemos descubierto que “tener más” no nos hace más felices.

Pues entonces parece claro que de lo que se trata es de acordar que “no crecer” no es sinónimo de desgracias, caos y ruina, y que es posible incrementar la calidad y no tanto la cantidad, sin que nuestro modelo de vida se hunda. Evidentemente esto no es fácil en una cultura donde impera la ley de la selva, donde la presión por la productividad y la competitividad está minando la salud de toda una sociedad. “Hay que trabajar más y cobrar menos, porque sino no vendemos ‘ni un peine’”, nos repiten hasta la saciedad.

Remata Racionero diciendo: “Se trata, como alternativa, de llegar a una situación de equilibrio: encontrar el equilibrio entre el nivel de vida deseable y las horas de trabajo que estamos dispuestos a pagar por él. Hasta ahora la respuesta ha sido trabajar al mismo ritmo y seguir aumentando el nivel de vida, medido en producción por habitante, no en calidad de vida, que se va deteriorando”.

Se agotan los plazos. No nos quedan más alternativas: Dicen que si todas las personas del planeta tuviesen el mismo nivel de vida que tenemos los occidentales, necesitaríamos los recursos de 3 planetas como este para poder satisfacer a todos. Y claro, como ahora les ha dado a todos por querer vivir al estilo occidental… ¡Qué desfachatez!

Se acabaron los tiempos de denominar “Utopías” a los llamamientos al uso racional de los recursos. La población, la producción, el desgaste de los recursos naturales y la polución crecen de forma exponencial, así que se agotan los plazos para poder seguir viviendo en este planeta en condiciones medianamente dignas. Es el momento de “pisar el freno” y revisar el actual modelo económico para ponerlo al servicio de las personas y no al revés.

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