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No seamos pragmáticos
"Cuando alguien en política nos exhorta a ser realistas o pragmáticos nos está exigiendo que acatemos un determinado concepto de realidad", sostiene el autor
El domingo pasado en una crónica de ‘El País’ sobre los dos nuevos ‘hombres fuertes’ en el Gobierno argentino, Axel Kicillof –ministro de Economía– y Jorge Milton Capitanich –jefe de Gabinete–, se deslizaba la siguiente frase: “El primero se considera de izquierdas mientras Capitanich conserva su fama de pragmático”. En el periodismo político hay miles de ejemplos de este uso del adjetivo “pragmático” o, también, “realista”. Es frecuente escuchar a próceres y dirigentes políticos apelando al ‘realismo’ antes de anunciar algún recorte. Pero, ¿qué es ser ‘pragmático’ en política?
Aunque caído en cierto desuso, todavía hay quien utiliza el concepto de ‘Realpolitik’, una noción alemana creada por Otto von Bismarck que defiende el abandono de determinados ideales o principios teóricos en aras de lograr un resultado concreto. Por supuesto bajo esta noción subyace la teoría de Maquiavelo, quien justificaba el abandono de los escrúpulos morales o religiosos si estos se interponen entre el gobernante y sus fines.
Apelar al ‘realismo’, en la vida y en la política, implica dar por sentado que existe ‘una’ realidad y que ésta es de ‘una’ determinada manera. Es lo que en lógica se llama ‘petitio principii’ (petición de principio): se pide al interlocutor que acepte, sin ponerlo en duda, el principio sobre el que se basa un razonamiento. En este caso, cuando alguien en política nos exhorta a ser ‘realistas’ o ‘pragmáticos’ nos está exigiendo que acatemos un determinado concepto de realidad, ‘su’ concepto de realidad. Ser ‘pragmático’ o ‘realista’ supone entonces acatar el ‘statu quo’ y acatar también un determinado orden de prioridades: “Seamos realistas, primero los accionistas”; “El idealismo está muy bien, pero lo más urgente es atajar el déficit”; “Hay que ser pragmáticos, es prioritario salvar a la banca”, etcétera). El pragmatismo político connota, en la mayoría de los casos, conservadurismo.
Los discursos políticos no son otra cosa que armazones conceptuales que describen (y prescriben) una u otra ‘realidad’. Todo lenguaje (desde el matemático al poético, pasando por el científico) es un modelo, una representación de la realidad. Casi nada humano es prelingüístico, es decir, anterior o al margen de una u otra forma de lenguaje. En política las discrepancias ideológicas siempre tienen un sustrato semántico. El significado de cada palabra varía según quién la esté utilizando. Baste un ejemplo: para unos será un ‘progreso’ que los mercados financieros internacionales estén sujetos a una determinada regulación. Para otros el ‘progreso’ será lo contrario. Ambos, sin embargo, utilizarán la palabra ‘progreso’. El significado de las palabras es indistinguible de su uso, como supo ver Wittgenstein.
Es muy pertinente que en el artículo de ‘El País’ antes citado las nociones de ‘izquierdismo’ y ‘pragmatismo’ aparezcan como antagónicas. En cierta medida, una persona de izquierdas no puede ser ‘pragmática’ en el sentido político convencional. El problema precisamente de muchas formaciones de izquierda es haber abrazado un diagnóstico ‘pragmático’ (es decir, conservador) de la realidad y, además, en terrenos donde precisamente se necesita lo contrario: inventar, experimentar. La transformación de la realidad sólo es posible si hay un descontento original, si no se acepta el estado de cosas. De hecho transformar la realidad solo es posible si se transforman el lenguaje y su sintaxis. En palabras de Merleau-Ponty, necesitaríamos una nueva “prosa del mundo” en un mundo demasiado prosaico o, lo que es lo mismo, un mundo carente de idealidad y elevación.
Apunte y reflexión muy interesante y que me recuerda alguna de las ideas que expone,George Lakoff, en su libro «Don’t think in an elephant». Muy centrado en el ámbito político americano explica como los republicanos han impuesto su semántica y como los demócratas no han sabido contrarrestarla. Además habla de como transmiten ciertos valores a través de esa semántica. Efectivamente, cuando se habla de izquierdismo y pragmatismo como conceptos antagónicos se está evocando un «framework» determinado, las izquierdas son idealistas, utópicas, etc… pero no sirven para resolver los problemas de hoy ni sirven para gobernar. De igual manera, el archiconocido dicho «si de joven no eres de izquierdas no tienes corazón, si de mayor no eres de derechas no tienes cabeza» evoca ese mismo pensamiento. Y eso está ahí, en nuestra sociedad, en el (subs)consciente de mucha (probablemente) buena gente que siendo de izquierdas no apoyará con su voto esas políticas porque le han hecho creer que eso no es realista, que eso no es pragmático, que eso «sólo» es para soñadores inconscientes.
izquierdismo es el que persigue un unico ideal sín concesiones.Su antagonico es el pragmatismo de la derecha o del centro derecha-psoe-que aceptó acatar ciertas prioridades sin el consentimiento del pueblo OTAN entre otras y ultimamente cambiar el articulo 135 de la constitución.
bravo