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“Algunos aprovechan las zonas oscuras del fútbol para hacer negocio con la miseria”

Carlos Bardem encarna a un ojeador que estafa a un joven maliense, en una película que refleja la desesperación por salir de la miseria y cómo la sociedad tolera que haya quienes se lucren con ella

MADRID// Hambre, miseria y ninguna esperanza en el futuro. Es el contexto en el que miles de niños africanos tratan de sobrevivir a diario. Es el contexto que los obliga a agarrarse a cualquier posibilidad que se les ofrezca para escapar de su realidad. Si esa oportunidad trae consigo la promesa fama y riqueza, valores que actualmente se identifican con el éxito, más se aferrarán a ella.

La desesperación por salir de la miseria y cómo la sociedad tolera que haya quienes se lucren con ella son los temas que aborda Diamantes Negros, dirigida por Miguel Alcantud. Eso sí, ambientado en el mundo del fútbol y basado en casos reales. La película relata la historia de Amadou y Mousa, dos chicos que llegaron a España provenientes de Mali cuando solamente tenían 15 años. Bajo la promesa falsa de hacerse una prueba en los grandes clubes de fútbol de Europa, y previo pago de una enorme suma de dinero, fueron abandonados a su suerte cuando sus representantes vieron que no serían estrellas.

Carlos Bardem interpreta en esta película al ojeador que estafa a Amadou, lo lleva a Portugal y, cuando se da cuenta de que no le es rentable, lo abandona en una estación. Diamantes Negros, una película producida por Potenza Producciones y Fado Films, se estrenó el pasado 29 de noviembre en toda España, después de recibir el Premio del Público en la última edición del Festival de cine de Málaga, que tuvo lugar en abril.

¿Qué fue lo que le llevó a elegir Diamantes Negros?

Todos los actores, siempre que podemos permitírnoslo, tenemos que darnos el lujo de actuar en películas que nos conmuevan, que nos emocionen o que nos interese mucho lo que cuentan, como es el caso de esta película. Habla de un drama muy real y, dado que es real, muy terrible y muy interesante.

La película, ¿denuncia de la mercantilización del ser humano en el fútbol o el fútbol es una excusa para denunciar la mercantilización del ser humano?

Yo creo que es más lo segundo. La película cuenta cómo hay gente que trafica con la miseria de los demás, cómo hay gente que, en este negocio millonario global del fútbol, aprovecha sus zonas oscuras para hacer negocio con la desesperación de la gente. En el fondo es un reflejo de un problema mucho más grande que es el de que en esta sociedad en la que vivimos todo tiene un precio, donde se proyecta una imagen del éxito personal que va siempre asociada al éxito económico y donde cada vez hay más gente apartada de ese éxito, mientras otros los estafan con la promesa de que los van a sacar de la miseria.

Siempre que salen estos temas me pregunto si esta gente, la que se lucra con la miseria ajena, dormirá bien por las noches.

Bueno, yo eso me lo pregunto cuando veo un telediario de este país, cuando veo la gente que nos gobierna… Creo que esta gente que se aprovecha de la miseria de los demás en el fondo se auto-justifica de una manera muy sencilla: el mundo es así, si no lo hago yo lo hará otro… todas estas barbaridades. Seguramente luego son de misa todos los domingos y estas cosas.

Bueno, después de haber dicho que el capitalismo mata, parece que el papa también se les está poniendo en contra.

Sí, a ver lo que dura el papa este. No, pero yo creo que son gente que… por ejemplo, a la hora de construir mi personaje, siempre intento entender cuáles son sus motivaciones para no caer en un cliché. Me pregunto por qué actuará de esa determinada manera o por qué piensa como lo hace. Todas estas personas que sacan beneficio de privatizar cosas, de empobrecer a los demás, viven muy satisfechos de sí mismos. Creen que, bueno, es el mundo que nos ha tocado, que lo que hacen es perfectamente legal y que, mientras sea legal, no tienen por qué arrepentirse de ello. Eso sí, luego suelen llevar todos una pulserita con una bandera de España y cosas de estas. Son los mismos que vemos en televisión que se llevan el dinero a Suiza y después salen declarando con una pulserita de la bandera de España. O como Díaz Ferrán, que decía que todos tenemos que trabajar más

Sí, y ahora pide justicia gratuita

Debe ser que no le alcanza… Lo que te quiero decir es que la película justo habla es de eso. De cómo hay mucha gente que necesita salir de la miseria y del hambre y cómo hay otra gente que trafica con esa desesperación. Lo que a mí me sorprendió y me interesó mucho, del guion y de la historia, es cómo este tráfico de niños futbolistas, en este caso africanos, pero pueden ser latinoamericanos o asiáticos, tiene mecanismos muy parecidos al de la trata de blancas.

Estos señores llegan, en el caso de Diamantes Negros a una aldea de Mali, y les ofrecen unas pruebas más o menos ficticias en equipos de fútbol. Pero les explican que eso genera unos gastos y les cobran un dineral, entre 2000 y 5000 euros a una familia de Mali, por traerse al niño a hacer una prueba que, en el mejor de los casos, será en un equipo pequeño y que muchas veces ni existe. Luego los traen, los encierran en pisos, les quitan los pasaportes y si les sale un (Didier) Drogbá, un (Frédérik) Kanouté o un (Samuel) Eto´o,  pues todos felices. Pero ese es el 1% de los casos. El otro 99% se queda abandonado en los países a los que llegan.

¿Cómo es Miguel Alcantud como director?

Pues magnífico. Ha hecho una película maravillosa con un pulso increíble, nada maniquea, nada sensiblera, nada tramposa… Además, es uno de esos directores con los que da gusto trabajar porque le puedes proponer cosas. Por ejemplo, a mi personaje le cambiamos algunas cosas que creo que lo hicieron un poquito más interesante. Es un tipo siempre dispuesto a dialogar, a escucharte. Si lo que le propones le parece que está bien no tiene ningún problema, es muy flexible a la hora de trabajar.

Antes me hablaba de cómo se había preparado el papel . Ha actuado en muchísimas películas y cada personaje que interpreta tiene un matiz diferente. ¿Tiene algún método a la hora de trabajar o es más intuitivo?

Todos los actores tenemos algún método. Todos, de alguna manera, nos hemos preparado. Vas pillando cosas de diferentes métodos y te acabas construyendo uno propio. A mí me suelen dar, supongo que por mi físico, unos papeles de señor bastante turbio, malvado, complejo… Creo que la base de todo está en no juzgar al personaje, en huir siempre de la primera lectura que haces de él, que siempre va a ser tramposa porque la haces desde tu zona de confort. Hay que intentar huir de esto y comprenderlos, intentar entender por qué hacen las cosas. Entender su moral, aunque sea absolutamente alejada u opuesta a la tuya. Cuando entiendes cómo funciona su mente o por qué hace las cosas es mucho más fácil convertirlo en un ser humano.

¿Se apoya en el físico? Hablar o caminar de una manera determinada.

Bueno, cuando trabajo en Latinoamérica, que me piden hacer de mexicano o de argentino, sí hay un trabajo con el acento y con la entonación.  Y en el físico me apoyo porque tengo la cara que tengo hace ya mucho (dice mientras se ríe), una cara bastante peculiar. Pero no, no es tanto el físico.

Cada personaje tiene un trabajo de composición. Yo lo que intento, y humildemente creo que es lo correcto a la hora de actuar, es no traerte el personaje hacia ti, no buscar qué tiene el personaje de similar a ti porque acabarás haciendo siempre de ti. Hay que intentar ver qué puede tener ese personaje, ver cuáles son los rasgos que lo configuran, e ir tú hacia él. Y en ese camino siempre encuentras cosas, siempre encuentras una manera de andar, de hablar, de mirar y lo vas construyendo.

Nunca ha hecho teatro, ¿verdad?

Comercial no, pero me encantaría participar un buen proyecto de teatro. El cine, la televisión, el teatro… Todo es actuar y a mí me encantaría ser un actor lo más completo posible, y por supuesto que me gustaría participar en un buen proyecto de teatro. Alguna cosa me han ofrecido, pero la verdad es que ninguna que me haya interesado en exceso. Así que, desde aquí, invito al que tenga ganas de hacer teatro a que me invite, que estaré encantado.

Volviendo a la película, sería saludable no confundir el fútbol como deporte con el fútbol como negocio.

Sí, lo que pasa es que cada vez es más difícil encontrar la parte deportiva. Por supuesto, la práctica deportiva está en los niños que juegan en los polideportivos, en los equipos de barrio, en las categorías inferiores… Pero el gran fútbol, el fútbol que hace efecto llamada hacia la inmigración, el fútbol que mueve millones y millones y millones y millones… Creo que cada vez es menos un deporte y cada vez más un negocio. Bueno, y una lectura muy obvia, es un anestésico social brutal. Cuando yo era chaval, ahora tengo 50 años, solo se veía fútbol los domingos. Ahora puedes ver fútbol cuatro o cinco días a la semana y todas las semanas. Y, si quieres verlo en diferido, todos los días.

El fútbol saca a millones de personas a la calle, personas que no salen cuando les están quitando derechos sociales, prestaciones, sanidad, educación… Y el poder es consciente de ello, por eso consiente que los clubes de fútbol de primera división tengan esas deudas de cientos de millones con la Hacienda Pública sin ejecutarlas. Y por eso mantienen el fútbol de élite, que es cada vez más un circo. Ya que hay cada vez hay menos pan, pues que cada vez haya más circo. Todavía estoy esperando a que alguien del fútbol, a que alguien de esa burbuja de privilegio… no sé, me cuesta pensar que chavales de veintitantos años, por muy bien que vivan, no tengan nada que decir ante la estafa que estamos viviendo en este país, eso que llaman crisis.

Hombre, algunos hay. David Villa se posicionó del lado de los mineros hace algún tiempo y algunos jugadores de la Selección de Brasil, como Neymar, también apoyaron las reivindicaciones ciudadanas cuando se jugaba la Copa Confederaciones…

Puede ser, no lo sé. Desde luego yo no he visto a ningún futbolista español significarse. A lo mejor lo han hecho y no lo he visto, no sé. Pero así como a los del cine nos dicen que somos todos unos millonarios subvencionados y que nos dedicamos a hacer política… No se quieren dar cuenta de que yo nunca seré mi profesión. Soy un ciudadano que trabajo de actor y, por tanto, tengo todo el derecho y toda la obligación del mundo de decir lo que pienso.

Eso le iba a preguntar. Dicen que no hay que mezclar política y cultura o política y fútbol, pero en cuanto un equipo gana un trofeo van corriendo a hacerse una foto con ellos. O, por ejemplo, no les parece mal que haya un trofeo que se llame “Copa del Rey“.

Pocas cosas están más politizadas en este país que el fútbol. Es más, es curioso el fenómeno de ósmosis que hay entre el fútbol y política. En España vivimos una liga bipolar entre dos equipos que se turnan para ganar, que es reflejo de lo que se vive en la zona parlamentaria. La política se ha teñido mucho de forofismo y el fútbol es absolutamente política. Es una herramienta de control social y el que no vea eso está ciego.

Diamantes Negros recibió el Premio del Público en el último Festival de Málaga y tiene un trasfondo social importante. Esto contradice la imagen que se ha querido dar del cine como mero entretenimiento y, si es español, además, de mala calidad.

Es que lo de que el cine español es todo malo es una campaña de la derecha de este país, que ha calado entre mucha gente afín a esa ideología, porque nos están pasando factura por el No a la Guerra, ya lo explicó perfectamente Pedro Almodóvar. No nos han perdonado todavía que ejerciéramos nuestro derecho como ciudadanos y nos pusiéramos juntos, con el resto de la ciudadanía, y al frente de las manifestaciones del No a la Guerra. Es lo que nos están haciendo pagar ahora. Parece que no entienden que nosotros somos ciudadanos por encima de cualquier otra cosa y tenemos todo el derecho del mundo a opinar sobre lo que ocurre en España.

Hay una cierta tendencia en la derecha de no valorar la cultura. ¿Es una cuestión ideológica, es falta de conocimiento…?

Es un poco de todo, pero creo que la razón verdaderamente profunda de todo esto es la falta de calidad democrática de nuestra sociedad y, por supuesto, la falta de calidad democrática de la derecha española.  La democracia implica respeto a la discrepancia. Cuando quieres acallar al que piensa distinto, machacarlo, por medio de la retirada de las subvenciones al cine, de la imposición del 21% IVA cultural, que es el más alto del mundo –mientras mantienes el del fútbol en un 7%- y por medio de la propagación de esas teorías de que el cine español es malísimo y solo va de la Guerra Civil. Sin embargo, si agarras el listado de producción de todo el cine español desde 1975 verás que solo el 2% habla de la Guerra Civil.

Pero bueno, todos sabemos cómo funcionan los mass media afines a la derecha, que machaconamente han repetido esto como un mantra. En el fondo, vuelvo a lo de antes, esto sucede por la falta de calidad democrática. Vivimos en una ilusión democrática. Vemos todos los días que no es una democracia real. Es un sitio donde te convocan al ritual de votar cada cuatro años pero donde no tienes manera alguna de fiscalizar el poder. La ciudadanía no tiene forma de revocar a alguien que, como es el caso que estamos viviendo, se ha hecho con el poder pero incumple absolutamente todo lo que prometió, que está inmerso en casos de corrupción… Esto es una democracia porque a alguien se le ocurrió llamarlo así, pero no hay calidad democrática, ni en las instituciones ni en gran parte de la ciudadanía de este país.

Por tanto, el que piensa distinto, el que protesta, leña al mono hasta que sangre. Y eso es lo que están haciendo en el cine. Y en la sociedad, claro. El cine es un reflejo de la sociedad. Ahora quieren sacar esta ley anti-protesta (la Ley de Seguridad Ciudadana) que es una forma de hacer lo mismo. Si hay alguien que protesta, si hay alguien que sale a la calle a defender sus derechos, que no se calla, hay que darle hasta que se calle. Esa es la realidad democrática en la que vivimos.

Estará preparado para que cierto sector le reproche que, por un lado denuncia cómo se lucran algunos con la miseria humana, pero por otro bien que come tres veces al día.

Sí, pero cuando la gente me viene con historias tipo: “Mira este, que denuncia que nos están dejando sin sanidad pública y luego su cuñada da a luz en una clínica privada“… Es el argumento más absurdo, más mezquino, más inmoral y, por tanto, menos hiriente que pueden utilizar contra una persona. Al afirmar esto, lo que la gente está diciendo es que como a mí me ha ido bien, o mejor que a algunos, mi obligación es dejar de preocuparme por los que han tenido menos suerte que yo. Y eso es repugnante.

¿Qué pasa, que como me puedo permitir recurrir a la sanidad privada tengo que olvidarme de todas las personas que no tienen acceso a la sanidad? ¿Tengo que aplaudir que desmonten la sanidad o la educación públicas? ¿Tengo que convertirme en un psicópata, como otros hacen? ¿Tengo que perder la empatía con el ser humano? Cuando me vienen con estas cosas les digo que sí, que como tres veces al día; la mayoría de los días incluso cinco, y como muy bien. Pero eso no va a hacer nunca que me olvide de la gente que solo puede comer una vez al día.

 

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Comentarios
  1. El cine español tiene un montón de buenísimas películas. Las que más me han hecho sentir son, precisamente, españolas. Son historias creíbles, cercanas, basadas en valores humanos más que en violencia y efectos especiales como son la mayoría de las «importadas».
    Ojala el listón de la democracia española estuviera a la altura de su cine.

  2. Y algunos ni siquiera una vez al día pueden comer.
    ¡Qué interesante artículo, cuanta verdad expresa Carlos Bardem!. Y que regocijo poder contar con esta inquebrantable familia.
    En la dictadura franquista tambien se oía futbol a todas las horas para que a la gente no le diera por pensar.
    Futbol y música de Manolo Escobar cantando «España es lo mejor»

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