Economía | Los socios/as escriben
¿Crisis? Maldita productividad
El otro día, en el artículo “¿Crisis? ¿Qué Crisis?” reflexionaba sobre mi experiencia vital con “las Crisis”. Hoy quiero reflexionar sobre uno de los factores clave (si no el que más) de las crisis, que es la “productividad”.
“Bertrand Russell ya sugirió hace tiempo que si en un país se creara una maquinaria capaz de producir tantos zapatos como antes, pero en la mitad de tiempo, un gestor humanista decidiría no aumentar la producción a cambio de ganar en tiempo libre, mientras que un mercantilista duplicaría la cantidad e impondría su venta mediante los muchos trucos persuasores de la publicidad”. Esto nos lo cuenta Jose Luis Sampedro en su artículo “Técnica y Globalización”. Revelador, ¿verdad?
Estaremos todos de acuerdo, entonces, en que las tecnologías están facilitando que la productividad aumente sin tregua. Sólo en los últimos 30 años, la tecnología ha evolucionado más que en toda la anterior historia de la humanidad, lo que ha provocado que nuestra capacidad productiva haya crecido casi hasta límites insospechados. No es menos cierto que este incremento de la productividad la estamos utilizando sólo para producir y producir más cada día, compitiendo con regiones y países que a su vez también pugnan por intentar colocar sus productos. Se ha generado de esta manera una espiral, que sin lugar a dudas, en algún momento tendrá que detenerse, aunque sólo sea porque los recursos se acaban o porque el planeta no da más de sí… o por las dos cosas a la vez.
Y ahí estamos metidos, en la espiral de la productividad, con una única obsesión: producir más con menos. De esta manera, cuantos menos estemos trabajando, si trabajamos mucho y durante mucho tiempo y produciendo al límite, podríamos abastecer las necesidades de la humanidad entre unos pocos. El inconveniente es que esto genera desempleo. ¡Qué pena!, ¿verdad?
Y para seguir esta senda se impuso la reforma laboral. Con ella trabajaremos más y nos jubilaremos más tarde, en pos de la sacrosanta productividad. Produciremos cosas que nadie necesita y lo haremos con salarios de niño vietnamita, para poder competir mejor con todos estos países emergentes que no tienen ningún escrúpulo en que se paguen salarios de miseria.
¿Alguien se puede imaginar a todos y cada uno de los habitantes de este planeta mayores de 16 años trabajando y produciendo 8-10 horas al día utilizando la sofisticada tecnología actual? Tendríamos que haber descubierto nuevos planetas habitados para poder vender a alguien toda esa mercancía.
Decía Luis Racionero en su libro Del paro al ocio, allá por el año 83 (o sea, hace 30 años): «Que no nos digan que somos utópicos, porque la utopía es precisamente empecinarse en mantener el pleno empleo a 40 horas semanales, cuando enormes fábricas automatizadas emplean 10 operarios donde antes se ocupaban un millar». Y sigue más adelante: «Se necesita un cambio de mentalidad, el abandono de los valores puritanos laboralistas del protestantismo nórdico, que si bien fueron útiles para realizar la Revolución Industrial, ahora, se han convertido en la causa del paro».
Productividad: maldita productividad. ¡Que alguien humanice la economía, por favor!
Todo se resume en que en el futuro no deberemos buscar el «pleno empleo» sino el «nulo empleo»: que trabajen las máquinas y los humanos podamos dedicarnos a lo que nos apetezca. Esa es la verdadera utopía, y no vendernos un mundo falso en el que todos trabajemos 8 horas en oficinas moviendo papeles y sin hacer nada realmente produuctivo o importante.
… con el agravante de que el mismo operario que lo hace no tiene el poder adquisitivo para adquirirlo.producir mas por mas horas y por menos salario.Se da la paradoja que en algunas empresas que conozco los trabajadores tienen que hacer 12 horas para que el sueldo mensual cubra sus necesidades básicas.por supuesto que esas 4 horas extra son en negro y mal pagadas.
De acuerdo en el análisis
La capacidad de producción bruta que en estos momentos tiene la humanidad, está solamente limitada por las materias primas y la energía que se necesita.
Pero de que sirve producir tanto si no vendes. Ese es su talón de Aquíles y el que los trabajadores todavía no hemos usado para transformar la sociedad.
Totalmente de cauerdo.
Reivindicar el reparto del trabajo es probablemente de lo más revolucionario por anticapitalista y sostenible por lo que deberían de luchar las izquierdas y los sindicatos de clae.