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El documental ‘Vencidxs’ se estrena este sábado en Barcelona

La obra recoge los testimonios de 107 supervivientes de la Guerra Civil y la represión franquista, un proyecto de memoria histórica que también ha dado a luz un libro fotográfico. Reproducimos fragmentos de algunas de las historias

Milicianos, republicanos en el ejército franquista, gudaris, guerrilleros urbanos y rurales, fundadores de los actuales sindicatos, presos políticos, exiliados, enlaces de la guerrilla… Hombres y mujeres que vivieron en primera persona la Guerra Civil y la cruel represión del régimen franquista y cuya memoria amenaza con extinguirse por el inexorable paso del tiempo y las reticencias, más de 40 años después de la muerte del dictador, a investigar el pasado y legar la historia del país a las próximas generaciones.

Con el ambicioso objetivo de evitar que estas historias caigan en el olvido, un grupo de diez personas de la asociación de comunicación y periodismo Datecuenta recorrió durante tres años más de 12.000 kilómetros. Trabajando de forma voluntaria grabaron más de 160 horas de entrevistas para recoger unos testimonios que hilan y cuestionan la historia, asumiendo los propios errores, posicionándose sobre los problemas actuales, las propuestas de vida alternativas y la condición humana.

El ingente trabajo, que ha aunado los esfuerzos de documentalistas, periodistas, fotógrafos e incluso un músico, ha dado luz a un libro fotográfico que recoge la experiencia vital de 107 supervivientes: Vencidxs, que ya se puede adquirir en la página web del proyecto. Además, Vencidxs es también un documental que este sábado a las 12h se presenta en los cines Boliche de Barcelona. La próxima semana, el Matadero Madrid lo proyectará el lunes 18 y el martes 19.

 

A continuación, reproducimos fragmentos de algunas de las historias que contienen el libro y el documental. Narradas en primera persona, las vivencias de estos 107 anónimos construyen el relato de unos años claves en la historia de España, trasladan a la juventud de hoy la conciencia del pasado y consejos para afrontar las luchas por venir.

 

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[María Martín López. Pedro Bernardo, Ávila, 1930. AITOR FERNÁNDEZ]

‹‹Su madre es asesinada por los fascistas y enterrada al pie de una carretera cuando ella es sólo una niña. Su padre es constantemente represaliado. Desde los 6 hasta los 17 años es purgada decenas de veces con aceite de ricino y guindillas, causa por la que María incuba un miedo del que le cuesta mucho desprenderse. A pesar de todo lo consigue al iniciar una lucha para enterrar a su madre dignamente, lucha que ya dura más de una década. Sospecha que su primera hija fue robada en una clínica de Madrid en 1963.››

“Mi padre se llamaba Mariano. Era labrador y ganadero. Mi madre Faustina. La llamaban “La Grifa” porque tenía el pelo rizado. El primer recuerdo que tengo de ella es el día que se la llevaron. Estábamos en casa de una vecina viendo cómo entraban los moros. Vino un señor, mandado por quien fuera, que me agarró de los hombros y me separó de mi madre para llevársela. Ya no la volví a ver hasta el 20 de septiembre, que la soltaron para que fuera a buscar mil pesetas a cambio de que no la mataran. Como no las tenía, la mataron al día siguiente.(…)Ese día mataron a 27 personas. Las cuatro mujeres fueron desnudadas. No nos permitieron recuperar la ropa.”

“La primera vez que nos hicieron lo del ricino yo tenía 6 años. Nos recogieron por todas las calles y nos llevaron a la Iglesia, a rezar el rosario y cantar la Salve. Nos llevaban a rezar y ‘a pedir a Dios que fuéramos más buenos’. (…) A los niños nos daban medio litro de aceite de ricino con diez guindillas y a los mayores y las mujeres embarazadas, el litro entero con veinte. (…)En realidad nosotras nunca le contamos a nuestro padre lo del ricino. Él hubiera ido a por ellos, y luego lo habrían matado a él. Siempre nos protegía y nos defendía, así que lo protegimos también. Murió a los 85 años y nunca lo supo”.

“Yo tenía la confianza de que ella seguía en al incubadora con la pulsera, pero no me la enseñaban. Al final vino una monja y le exigí que me enseñara a la niña. Se santiguó. Le dije: “Ya no me digas más, pero quiero verla viva o muerta.” Me contestó que ya hacía ocho días que la habían enterrado. Y a mí me habían dejado tan maltratada de aquí abajo, que yo no supe dónde había estado en todo ese tiempo.”

“He tenido mucho miedo toda mi vida. He pasado por muchas cosas: me han llevado en procesión a la Iglesia, me han apedreado, me han insultado desde niña. Pero un día empecé a luchar por poder sacar a mi madre del pie de la carretera donde todavía permanece enterrada. He pedido ayuda a todo el mundo, a jueces, a ministros, hasta al Rey, porque si hubiera sido la madre del Rey ya la tendría recogida. Al fiscal del Supremo, a los presidentes del gobierno. Nunca nadie me ha dado una solución.”

 

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[Ángela Losada García. Sobrado, León, 1927. A.F.]

‹‹Nacida en una familia de izquierdas perteneciente a una pequeña aldea del Bierzo. Al estallar la guerra, los sublevados llegan a su pueblo y queman la mayoría de las casas, incluida la suya. A los pocos días su padre es asesinado. La familia empieza a colaborar con la guerrilla, hasta que su madre tiene que escapar al monte, donde se oculta varios años hasta que es delatada y asesinada. En ese periodo Ángela es detenida y encarcelada durante 6 años. Dice que se puede perdonar, pero que nadie todavía le ha pedido perdón.››

“Me gustaba mucho ir a la escuela. El pueblo entero era de izquierdas. Esto se demostró en las elecciones del Frente Popular, cuando sólo dos vecinos votaron a las derechas. En represalia, cuando estalló la guerra, las fuerzas fascistas vinieron al pueblo. Venían con ametralladoras. Entraron falangistas, curas, guardias civiles, todos matando a todo el mundo, sin preguntar, les daba igual quién fuera, incluso mataron a gente que no era del pueblo, pero que ese día estaba ahí. Sacaron a gente de las camas, gente que no sabía nada de política, y los mataban. Mi padre huyó al monte con su hermano. Luego se pusieron a quemar las casas. La nuestra también.”

“Nos pusimos a colaborar todos, mi hermano mayor estaba haciendo el servicio militar y les traía balas. Los guerrilleros confiaban mucho en mí. Yo iba a comprarles ropa, a arreglarles calzado. Una vez un zapatero se dio cuenta, pero por suerte también era enlace o disimuló, y no me pasó nada. También les iba a por libros de la República. Los escondía en un cesto muy grande y por encima ponía muchas peras. ¡Pesaban más los libros que yo!”

“La cárcel de León era horrible. Dormíamos en el suelo, unas pegadas con otras, casi unas encima de otras, y pasamos mucha hambre. El menú diario era un chusco de pan para comer y otro para cenar y una especie de café de hierbas, o agua hervida con pan. Allí convivíamos las presas comunes con las políticas, y yo no me llevaba muy bien con las comunes.”

“No puedo entender cómo los obreros pueden votar a las derechas, y más con esta crisis, ¡si la hicieron ellos! La derecha no se conforma con cualquier cosa, lo quieren todo, y nunca van a ayudar a las izquierdas a gobernar. Yo estaría dispuesta a dar parte de mi pensión si con eso saliéramos de la crisis. Los jóvenes lo tienen complicado, pero tienen que tener paciencia y no cambiar la chaqueta, estoy segura que van a venir tiempos mejores.”

 

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[Antonio Torres Morales. Málaga, 1918. A.F]

‹‹Hijo de una familia obrera, pronto se da cuenta de las injusticias sociales y se introduce en el movimiento libertario. Al estallar la guerra inicia la retirada por la carretera de Málaga, donde es testigo uno de los primeros bombardeos a civiles que existen en la historia. Como miliciano participa en las batallas más duras de la guerra, hasta que es capturado y obligado a trabajos forzosos hasta que cumple 27 años. Testigo de la crueldad humana, hombre pacífico; augura malos tiempos para los jóvenes y asegura que, en lo esencial, no ha cambiado nada.››

“Málaga era una ciudad hermosa, pero llena de sufrimiento. Mi madre, cuando ponía un puchero, tenía que apartarle a los niños del vecino porque sino ese día no comían. Yo vivía en un barrio que quería salir de esa situación, pero no podía. Los niños buscaban a ver de dónde podía venir algo para ayudar, pero no venía nada. Mi madre trabajaba en una fábrica textil y mi padre en una fábrica de óxido rojo, estaban muy mal pagados. Por eso me coloqué muy joven, y tuve la suerte de entrar en una peluquería para señoras. Allí estuve cinco años.”

“Caminamos toda la noche y amanecimos en Torre del Mar. La gente iba con lo que había podido coger de casa, algunos no llevaban nada, y se pusieron a desayunar caña de azúcar que había plantada. Entonces vimos unos barcos. Alguien dijo: “¡Ésos barcos son de los nuestros! ¡Nos van acompañando en el camino…!” Sí, acompañando… Al rato esos barcos se pusieron a bombardearnos. De pronto nos caían encima los obuses. Imagínate el terror de la gente, que iba muriendo en la carretera, y nosotros no podíamos hacer nada, sólo quitarnos del medio. Aquello no lo esperábamos. Luego vinieron los aviones y se pusieron a ametrallarnos.”

“En el Ebro un tiro de suerte era un tiro en una pierna, en un brazo, porque del Ebro se quería salir: aquello era un infierno. En el Ebro a veces no teníamos ni agua para beber. Allí murió la mejor juventud. A un compañero, se llamaba Alcoriza, le dieron un tiro en la boca, lo pusieron boca arriba y se ahogó. Hoy te estoy contando estas cosas y ya me duelen, pero entonces no me dolían. En la guerra se endurecen los corazones, porque no queda más remedio que sobrevivir.”

“Yo a los jóvenes les digo que luchen, pero que por nada se metan en una guerra. No vale la pena. Sólo hay una cosa que arregla las cosas: el tiempo y la paciencia. La mejor juventud de España murió en el Ebro, en Belchite. ¿Y qué se alcanza con eso? Nada. Yo soy un hombre de paz.”

 

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[Leopoldo Iglesias Macarro, “Bruno”, “Mario”, “Gabriel”. Nerva, Huelva, 1927 – Sevilla, 2013. A.F.]

‹‹Nace en Nerva, pero vive siempre en Sevilla. En la ciudad es testigo de la represión ejercida por las tropas de Queipo de Llano y los fascistas sevillanos. Toma contacto con el Partido Comunista y se convierte en un guerrillero urbano. Organiza huelgas, participa en redes de apoyo a los presos antifranquistas y abastece a la organización político-militar. En 1949 es detenido y sufre un consejo de guerra. En la cárcel sigue organizado políticamente y al salir continúa con la lucha. Hoy considera a Cuba un referente de estado de izquierdas y democrático.››

“Sevilla fue una de las primeras capitales dominadas por los golpistas. En Sevilla se fusilaba en las tapias de los cementerios, en las murallas de La Macarena, en las calles y en los olivares y se dejaba a los muertos a la intemperie para amedrentar a los posibles resistentes. Era verano y Sevilla olía a muerto”.

“En la clandestinidad no había tres o cuatro puertas, había sólo una, y ésa era el Partido Comunista. Aquí no había socialistas ni anarquistas organizados. Los comunistas nos convertimos en los grandes opositores de Franco, los mejores organizados contra su régimen. Hoy tengo amigos anarquistas, pero pienso que el tráfico debe dirigirse con semáforos. Por eso y por más cosas sigo siendo comunista.”

“Cuando yo era guerrillero urbano sé que a Franco le di más de un disgusto. Cuando colgábamos una bandera republicana en una línea de alta tensión un 18 de julio, lanzándola con una carioca, cuando pintábamos consignas delante de una fábrica o cuando tapábamos con alquitrán placas de homenaje a los caídos por Dios y por España, eso eran disgustos que le dábamos al Franquismo. Le decíamos: “Estamos aquí y no nos habéis matado a todos.”

“(…)hoy hay un gran partido que no quiere que se organicen otros partidos que no condenen la violencia y resulta que ese mismo partido no ha condenado la violencia franquista. Entonces, ¿en qué quedamos? Tampoco hay una verdadera separación Iglesia-Estado y los que no somos católicos no tenemos porqué financiarla con nuestros impuestos. Pero el PP seguirá teniendo mucha fuerza mientras no se conozca nuestra historia contemporánea, porque se ha contado mucha mentira durante muchos años.”

 

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Comentarios
  1. Porque únicamente bajo una torticera y manipulada interpretación de la realidad se puede considerar a España una verdadera democracia cuando a día de hoy tenemos el triste y humillante honor de ser el segundo país del mundo con mayor número de desaparecidos, únicamente por detrás de Camboya ¡Ahí es nada! Y mientras el propio estado español torpedea cualquier intento de identificarlos y exhumarlos de las cunetas en donde llevan más de medio siglo olvidados, haciendo caso omiso de las exigencias de la ONU y de las más variadas organizaciones de derechos humanos mundiales para que se ponga fin a la impunidad fascista. http://diario-de-un-ateo.blogspot.com.es/2013/10/de-verdad-espana-es-una-verdadera.html

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