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“Si nos juntáramos todos los trabajadores acabaríamos a capones con el poder“
Afable, locuaz, conciso y muy vital. Estos son algunos de los adjetivos con los que describir al Marcos Ana de hoy
MADRID// El primer contacto de Marcos Ana (Salamanca, 1920) con la poesía fue en 1954, cuando llevaba casi 20 años encarcelado como preso político. “Lo recuerdo perfectamente. Hasta ese momento nunca había pensado en escribir poesía ni nada“, cuenta. Fue a raíz de que le pasaran clandestinamente algunos poemas de Rafael Alberti y de Pablo Neruda cuando algo le cambió por dentro. “No tenía otra cosa que leer así que incluso me los memoricé. Todavía no conocía la carpintería de la poesía pero me removió por dentro y me entraron ganas de escribir a mí también“.
Con el tiempo, no solo conoció, sino que fue amigo íntimo tanto de Alberti como de Neruda, con el que después de salir de la cárcel estuvo conviviendo en su casa durante un mes. “Fui a visitarle por un día pero insistió en que me quedara. Le gustaba que le contara las historias de cuando militaba, de mis compañeros de la cárcel… Fue él quien me recomendó que escribiera porque si no, con el paso del tiempo, las vivencias se mecanizan y pierden fuerza, emoción“.
Afable, locuaz, conciso y muy vital. Estos son algunos de los adjetivos con los que describir al Marcos Ana de hoy, que poco se parece a la idea que se puede tener de una persona de 93 años. Acaba de publicar Vale la pena luchar (Espasa Libros, 2013), un manual contra la injusticia dirigido, especialmente, a los jóvenes. Con una España inmersa en una crisis “no solamente económica, sino también de valores“, considera urgente y necesario que el pueblo salga a la calle a liderar un cambio social y, con él, a reivindicar el valor de la ideología.
¿Cómo es vivir en la cárcel?
No es igual estar ahí por un delito común, que la gente tenía otras cosas que hacer, y que muchos terminaban suicidándose. Nosotros, los presos políticos, estábamos organizados. Teníamos hasta nuestro periódico clandestino y éramos como un universo dentro del universo aquel. Lo difícil era cuando estabas en celdas.
Además, los guardianes practicaban la filosofía de los haraganes y como nosotros poníamos mucha pasión en todo lo que hacíamos les ganábamos la partida siempre. Cuando te castigaban, que yo he estado muchas veces castigado, por la mañana te quitaban el petate y te mojaban el suelo para que no pudieras tumbarte y tuvieras que estar de pie, en una celda en la que solo podías dar seis pasos hacia delante y seis hacia atrás.
Y por la tarde te daban el petate, pero no lo cargaban los guardias sino unos presos que tenían esa función. Así que, por el costado del petate abrían una pequeña raja y allí metían algún papel (que tenía que estar muy manoseado, porque nuevo hace mucho ruido), o comida… Pero vamos que había mucha unidad entre nosotros y teníamos la certeza de que estábamos allí por una causa justa. Éramos felices. Como todo en la vida, si estás seguro de lo que haces y de por lo que lo haces, todo va bien.
¿Había torturas dentro de la cárcel?
Sí, sí. A nosotros no tanto. De hecho los presos políticos nos ocupábamos de que no se lo hicieran a los comunes, que a pesar de todo nos tenían como referentes. Les impresionaba nuestra vida, nuestra manera de ser… Pero a los presos comunes cuando estaban revueltos sí que los torturaban. Y nosotros hacíamos muchas veces plante, para que no se repitiese.
Además, muchos eran chicos jóvenes que estaban allí por haber robado un pan y cuatro cositas. Así que nos ocupábamos de ellos y cuando salían de la cárcel estaban aleccionados por nosotros. A lo mejor a los dos años nos volvíamos a encontrar dentro con alguno que había vuelto pero por trabajos ilegales. O sea, que en lugar de mirarlos con desprecio o autosuficiencia les enseñábamos y los tratábamos con mucho cariño.
¿A usted lo torturaron?
Sí, varias veces. Recuerdo una anécdota… Esto para que veas que las mujeres tienen mucho más coraje y son mucho más impetuosas que nosotros. Una vez me llevaron a torturar junto con tres compañeros. También estaban torturando como a unas seis mujeres. Yo sí aguanté pero mis compañeros no pudieron resistir las torturas y se doblegaron. Cuando nos llevaban de vuelta a la cárcel, en una camioneta, me acuerdo que, antes de bajarme, una de las mujeres me abrazó y me dijo: “Muy bien, compañero, has resistido. Te has portado como una mujer“.
¿Se puede decir que hubo genocidio durante todos los años que duró el régimen franquista?
Claro, claro. Yo he visto sacar cada noche a un grupo de compañeros para ser fusilados. Dentro de la cárcel éramos unos 1.200 o 1.300 pero llegaban siempre nuevas hornadas de presos condenados a muerte. Y había sacas todos los días menos los sábados, que los verdugos iban a misa los domingos y no podían, pero durante el resto de la semana si. Era de lo más tremendo. Yo también estaba condenado a muerte y… lo pasaban peor, claro, los que se iban para ser fusilados, pero era muy duro también darle un último abrazo a un compañero, que lo querías, que había convivido contigo…
Fraga no solo perteneció a un régimen que firmó sentencias de muerte sino que él mismo firmó varias. Y sin embargo murió como un demócrata.
¿Fraga? Bueno, pues… yo creo que sabía muy bien lo que hacía. Conmigo se portó malísimamente. Escribió un panfleto en los años 60 que se llamaba Marcos Ana un asesino y que recorrió todo el mundo. Y contra Julián Grimau también hizo otro panfleto que ahora no me acuerdo cómo se llama… Era un hombre muy inteligente. Sabía perfectamente lo que hacía.
¿Hay todavía franquistas en las instituciones democráticas de hoy en día?
¿Hoy? ¿Todavía? (piensa un instante) Sí, yo creo que sí que las hay, sí, porque… Ten en cuenta que la Transición no cambió nada, no pasó como en Argentina. Aquí en España la Transición fue de papel, vacía por completo. No hubo ninguna reparación para nadie… No hubo la revolución de los claveles que hubo en Portugal… no cambió nada.
¿El rey es franquista?
Bueno, yo creo que habría que recurrir a un milagro de la genética para admitir que una criatura de Franco pueda nacer con vocación democrática. Pasa que es un vividor, ha sabido adaptarse a las diferentes situaciones y así ha logrado sobrevivir.
¿Qué diferencias hay entre la España de los 60 o de los 70 y la actual?
No tiene comparación. Entonces era una España todavía oscura. No solo para el que había estado en la cárcel sino para todo el mundo. La gente no abría la puerta de su casa hasta no estar muy segura de saber quién era el que llamaba.
Hubo un período de inflexión en la cárcel respecto al trato de los guardianes con nosotros, que fue durante la batalla de Stalingrado. Cuando el ejército soviético rompió el espinazo del alemán los guardias se echaron a temblar. Tenían la idea, y nosotros también la tuvimos, aunque todos nos equivocamos, de que la caída del nazismo iba a suponer la caída del franquismo.
Entonces comenzaron a acercarse a nosotros, a justificarse, a decirnos que los jefes eran así o asao, que ellos no querían ser tan duros pero que los obligaban… Cosas así. Después ya vino el discurso de Churchill, la Guerra Fría y quisieron recuperar el terreno perdido pero ya nosotros teníamos en nuestro conocimiento demasiadas cosas de ellos.
¿Hoy el miedo ha desaparecido?
No, claro que sigue habiendo miedo. Yo tengo una chica que trabaja conmigo, una colaboradora, que me cuenta que cada día que sale a la calle su madre le dice: “hija mía, no te comprometas que mira lo que le pasó a tu abuelo“, porque lo fusilaron en la Guerra Civil. Y ese miedo aún lo tienen muchas familias que piensan que las cosas pueden volver a cambiar.
¿Qué papel cree que juegan los medios a la hora de justificar abusos de poder, quita de derechos…?
Hombre, dependerá de la línea editorial que marque cada medio. Lo que sí sé es que los jóvenes tienen derecho a saber lo que ha pasado hasta llegar hasta donde estamos, hasta esta libertad que ahora tenemos que, aunque sea imperfecta, es totalmente distinta de lo que nos tocó vivir a nosotros.
De todas formas hay muchos factores que condicionan la realidad. No hay que olvidar que, por encima de todo, estamos en un sistema capitalista donde lo que prima son los intereses del capital. Y más que los medios e incluso que los partidos mandan quienes mueven ese dinero. Los partidos no son más que una herramienta del capital.
A raíz de del cierre de RTVV muchos periodistas que trabajaban allí han comenzado a reconocer que manipularon la información, que actuaron al dictado de quienes dirigían el canal… ¿Cree que su Vale la pena luchar podría haberles servido para actuar de manera diferente durante la época en la que eran presionados?
Hombre, yo creo que sí porque… Merece la pena luchar. Muchas veces para defender una cosa hay que pensar en la contraria. Por ejemplo, si uno piensa en el fascismo, se da cuenta de que merece la pena salir a combatirlo. Y hoy en día, si pensamos en la realidad en la que estamos, también. Antes he dicho que teníamos libertad, pero no es una libertad real, hay que avanzar para cambiar esta sociedad y también para que sea la gente la protagonista de este cambio. No solo agentes pasivos.
Algunos de los motivos por los que muchas personas no quieren ser reivindicativas son las hipotecas que tienen que pagar, los hijos a los que tienen que alimentar…
Claro, claro. Y de hecho esos son los factores con los que el poder juega y de los que el poder se aprovecha para que la gente tenga más miedo. Utilizan esos factores para reprimir. Pasa lo mismo con las manifestaciones que sabes que ahora quieren poner una ley para equiparar a un manifestante casi con un terrorista.
Y a pesar de que la gente se arriesgue a quedarse sin dinero para pagar su hipoteca, ¿merece la pena luchar?
¡Precisamente por eso merece la pena! Si no van a ir dejando a la gente más ahogada. Además, no es ya solo para cambiar las cosas, sino que hay una especie de felicidad en la lucha, cuando luchas por algo justo. Se te genera una especie de satisfacción. Hay muchísima gente que sabe que las cosas tienen que cambiar, pero muchos de ellos no se comprometen con ese cambio. Y hay que darse cuenta de que los trabajadores somos la mayoría por lo que, si nos juntáramos, a capones acabaríamos con los que tienen el poder.
De todas formas uno nunca sabe cuándo va a salir la gente a la calle. Mira lo que ocurrió con el 15M. Nosotros quisiéramos que a lo largo de nuestra vida se produjeran los cambios que deseamos y que necesitamos y no sé cuántas revoluciones y tal, pero la Historia tiene otro ritmo. Primero tiene que embarazarse, luego tiene que gestar a su embrión… Va mucho más lenta que lo que a nosotros nos gustaría. Por eso, a veces, hay que empujar un poquito a la Historia.
¿Por qué, a pesar de la realidad que vivimos, la sociedad española no estalla?
Es verdad que se dan las condiciones objetivas para que pudiera haber un estallido, pero no siempre es fácil. Uno de los máximos logros del capitalismo es eso de lo que hablábamos antes, que la gente es individualista, que está más centrada en sus problemas particulares que en los sociales. La gente sabe que si va a una huelga se arriesga en algo. Y la gente joven, bueno, no tiene nada que perder, pero los que son más mayores, que ya son padres de familia, se lo piensan mucho. Aún así la lucha continúa. Vemos que hay mareas constantes sobre Educación, sobre Sanidad…
¿Qué objetivo persigue con la publicación de este nuevo libro? ¿Qué espera conseguir con él?
Lo he escrito sobre todo pensando en la juventud, para que sepan que vale la pena luchar por una vida mejor, más justa, más feliz. Lo he hecho sobre todo pensando en ellos. Nosotros, mi generación, hemos sembrado nuestra historia, y ahora ellos son el futuro. Son los encargados de luchar por un futuro distinto, mejor.
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Qué gustazo leer a Marcos Ana, aprender y recuperar aliento. Gracias
Hombres como Marcos Ana, son los que necesita esta sociedad, que va hacia atrás, el lucho por otra sociedad, y dio lo mejor de su vida, es hora de que nos planteemos como hacer para ir hacia adelante de nuevo, Marcos ayudanos a los que te conocemos y a los que no te conocen, por tu sacrificio y por el sacrificio de tantos como tu que ya no están. Cidate, te necesita esta sociedad con esa claridad que tienes.
Es un honor que Marcos Ana aparezca en La Marea, leerle, aprender de su experiencia porque es el mejor ejemplo de lucha vivo que tenemos y los jóvenes deberíamos leer todos su autobiografía «Decidme cómo es un árbol» para darnos cuenta de lo que han peleado, sacrificado y conseguido por nosotros gente como él.
La frase «los verdugos iban a misa los domingos» lo dice todo.
El pueblo debe reaccionar ya, hecho de menos las asambleas populares que el 15 M, logro llevar a las plazas, y me pregunto ¿donde están? ahora los necesitamos más que nunca.
mira esto
A la vista de esta pseudodemocracia de mentira en la que vivimos, a lo mejor los españoles deberíamos plantearnos el hacer una verdadera revolución (al estilo de la francesa) para que se enteraran los poderes fácticos de una vez por todas que no se puede desmantelar el estado del bienestar condenando a la miseria a millones de ciudadanos para seguir manteniendo los privilegios de los de siempre: banqueros, grandes empresas, iglesia católica y demás. http://diario-de-un-ateo.blogspot.com.es/2013/07/en-espana-solo-hay-libertades.html