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Juan Carlos Rois: “La ciudadanía activa tiene que ser consciente de que es un objetivo del CNI”

Este abogado, miembro del grupo de investigación Utopía Contagiosa, afirma que el Centro Nacional de Inteligencia debería disolverse por traición si se descubre que espiaba para EEUU. Y "si no se enteró de que éramos espiados, debería disolverse por incompetente".

El arquitecto de la defensa jurídica de la campaña de insumisión, el abogado Juan Carlos Rois, forma parte en la actualidad del grupo de investigación Utopía Contagiosa, un micro think tank especializado en el control de lo militar y en el asesoramiento para resistencias noviolentas.

¿Cuánto cuesta a los españoles el Centro Nacional de Inteligencia?
El gasto del CNI no sabe ni de recortes ni de austeridad. Para el presente ejercicio tiene estimado en el Proyecto de Presupuestos Generales del Estado una partida de 203,60 millones de euros, exactamente la misma cantidad que el año anterior. Esta cuantía no incluiría los “gastos reservados”, una partida absolutamente secreta, opaca y blindada ante la democracia. En buena medida debemos explicarnos el cambio de titularidad del CNI, dejando de estar dentro del Ministerio de Defensa, como forma de intentar camuflar el abultado dispendio presupuestario de todos los órganos militares.

¿Qué representa el CNI hoy?
El CNI es el órgano fundamental del espionaje español. De siempre ha sido un órgano militar y ha formado parte, desde que se creó en la Transición, del Ministerio de Defensa, siendo el heredero natural de otros centros de espionaje y represión del franquismo. Por ello, no nos resulta exagerado comprender que el ADN esencial de este órgano es de marcado talante antidemocrático.

¿Entonces la modernidad no ha llegado a la casa de los espías españoles?
Primero hay que subrayar el carácter militar del CNI, tanto por su historia como por su composición, ya que su jefe es un general y su plantilla está encuadrada bajo un sistema jerárquico militar. Pero es que además su presupuesto está reconocido por la OTAN como gasto militar. En segundo lugar, hay que destacar que la opacidad y el secretismo, características esenciales del CNI, son antitéticos con la concepción más básica de democracia, donde uno de sus valores esenciales es la transparencia para poder decidir entre todos. En tercer lugar, hay que dejar claro que los objetivos del CNI son coherentes con la política defensiva occidental y, por tanto, causa necesaria para el dominio por parte de Occidente, de los recursos del resto del planeta. Solo si la violación de derechos humanos, el apoyo a golpes militares y el expolio sistemático son considerados modernos, podremos también considerar moderno al CNI.

Pero con la llegada del PP al poder el CNI dejó de estar en el Ministerio de Defensa
Efectivamente, Rajoy hizo una estructura ministerial en la que el CNI dejaba de estar encuadrado en el Ministerio de Defensa para estar bajo control de la vicepresidenta. Por ello, teóricamente, las labores del CNI ya no son privativas del ministerio castrense y estarían a disposición de todos los ministerios. El general Sanz Roldán fue categórico cuando dijo que la Directiva de Inteligencia ya no la había propuesto el propio CNI, sino todos aquellos organismos del Estado que “necesitan saber algo con antelación”. Todo lo cual, lejos de tener un enfoque democratizador, lo que hace es militarizar más la óptica de las instituciones de gobierno.

¿Qué opina sobre la posibilidad de que el CNI estuviera espiando a nuestro país para Estados Unidos?
La ciudadanía activa tiene que ser consciente de que es un objetivo del CNI. Los movimientos sociales son más que susceptibles de ser penetrados por un órgano que debería trabajar para la garantía de los derechos básicos de todos. Sin ir más lejos, la prensa ya reflejó en los 80 y en los 90 cómo el potente movimiento de insumisión era objeto de espionaje. Concretando sobre lo que me pregunta, tengo que decirle que si el CNI espiaba para Estados Unidos debería disolverse por traición, y si no se enteró de que éramos espiados debería disolverse por incompetente. Todos deberíamos hacernos una pregunta: ¿Dónde estaban los espías españoles mientras las cárceles aéreas de la CIA repostaban en el secreto de nuestros aeropuertos?

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Comentarios
  1. Interesante que se traigan entrevistas como la del señor Rois Alonso (utopia contagiosa), que con otros compañeros mantienen en silencio, con paciencia y seguridad en el objetivo, la investigacion y divulgación del militarismo-economico que gobierna la vida de los pueblos del mundo. Como en las dictaduras civiles, los organos de espionaje, sus provocadores que penetran partidos y movimientos sociales, para reventarlos o adocenarlos, siempre son instrumentos politicos, que se sustraen del aparato militar, para constituirlos en organos de control politico, en donde el Jefe es el presidente del gobierno o el el rey que definitivamente debe ser mandadado a los cuentos.

  2. Desde siempre me he negado a registrarme en Facebook ni en Twitter.

    Me sorprende la candidez de nuestros políticos y periodistas en esta materia.

    Entiendo que los medios tengan ansias de facilitar a sus lectores las maneras de expresar su opinión.

    Pero de ahí a fomentar a que la gente se haga usuario de plataformas que no podamos controlar, es una temeridad.

    Y eso vale tanto para la Marea como para los grandes medio como el grupo Prisa.

    Urge buscar proyectos colaborativos entre ONG y medios para construir plataformas libres y bajo nuestro control.

    • Sin duda, si la gente estuviera en n-1 y no en twitter o facebook, todo sería mejor. Las plataformas ya existen, pero la gente está donde está.

  3. Muchos activistas por los DDHH y las libertades saben, por lo que les he oído comentar, que están siendo espiados. Esto ya no es cosa de hoy.
    Los más perversos malhechores tienen el control del mundo, nos maltratan, nos espían, parece ser que quieren convertirnos en sus esclavos, si no nos exterminan.
    Son poderosos financieros envidiados y respetados; para meternos ya tenemos a los inofensivos inmigrantes que vienen a comer las migajas del pan que les hemos arrebatado. ¡Qué indignante!

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