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“Vivir mi desahucio me ha cambiado mucho, ahora he pasado a ser parte activa”
Amaya Muñoz fue desahuciada el mes pasado por un centenar de antidisturbios. Un mes después, recibió una carta de despido por faltar aquel día a su trabajo.
MADRID // Amaya Muñoz fue desahuciada el mes pasado a punta de porra por un centenar de antidisturbios. Ese mismo día, firmó también su sentencia en el terreno laboral, por ausentarse en la empresa para la que trabaja, GKonecta, pese a que avisó con una semana de antelación. Un mes después, Muñoz recibió una carta de despido.
A pesar de todo, esta joven de 31 años sonríe a menudo. No está sola. La asamblea de su barrio, la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, la Oficina de Viviendas y otros colectivos y activistas la están apoyando en su lucha por la readmisión en la empresa y, posteriormente, la condonación de la deuda con la inmobiliaria.
¿Cómo se llegó a aquel 11 de septiembre en el que se ejecutó su desahucio?
Hace tres años me quedé sin trabajo y estuve uno sin poder pagar el alquiler. Éste último lo conseguí el julio pasado. Tuve un primer intento de desahucio el 16 de julio y, cinco días después, entré a trabajar en la empresa.
GKonecta es una empresa de servicios de marketing que pertenece al Banco Santander y que trabaja para clientes. Yo en concreto trabajaba para Aegon, que es una aseguradora, para la que vendía seguros de salud y de vida, y también como operadora de atención al cliente. Paso el mes de prueba, ven que rindo y, cuando veo que se acerca la fecha del segundo intento de desahucio, el 11 de septiembre, pido el día libre. No pido ya que me den una semana, sino un sólo día, por asuntos propios. Que no debería haberlo pedido por este motivo, porque ya me han dicho que tengo derecho, pero mi coordinadora me dijo que no. Literalmente me dijo que soy mayorcita y que mi responsabilidad es trabajar. Le insistí, pero se negó. Yo necesitaba estar presente en mi desahucio, así que intenté un cambio de turno. Me dijo que lo aceptaba, pero que en cuanto acabara el desahucio fuera corriendo a trabajar, aunque en realidad el cambio de turno sería para empezar a las tres de la tarde. La comisión venía a las 9 de la mañana. Pero acepto.
Se ejecuta el desahucio y tras él me encuentro muy mal, así que una compañera de la asamblea, que es periodista, me acompaña al médico y la doctora me dice que no vaya a trabajar, que me daba la baja. Me la dio hasta el día 20.
¿Cómo vivió el día del desahucio?
Vinieron cien efectivos de la policía, se cortaron mi calle y las paralelas. En el primer intento de desahucio hubo mucha gente apoyando, casi cien personas, de modo que el pasillo de mi casa se llenó de gente. Estuvo muy bien. Lo que pasa es que esta segunda vez, la policía llegó mucho antes, a las 5:45 de la mañana. A esa hora ya había cinco lecheras. Además, aquella noche habían estado pasando continuamente dos coches de policía, para ver quién pasaba la noche en mi casa.
Esta segunda vez hubo 17 personas contigo, pero finalmente no resistieron hasta el final. ¿Por qué?
Lo decidí yo. Dos personas quisieron resistir de manera decidida y el resto también, pero yo creo que estaban un poco asustados. Aún así querían quedarse. Pero yo dije que no. ¿Para qué? Iban a tirar con un mazo de acero la puerta. Aunque aguantáramos, no iba a ser mucho tiempo, como mucho dos horas. Había dos abogados fuera hablando con la policía, con los que hablábamos a través de la puerta cerrada. Incluso uno de ellos, que es de la PAH, dijo que aceptara los dos años de espera para pagar la deuda que me habían ofrecido, porque no se iba a poder parar el desahucio. Así que me vine abajo y acepté, pero pedí que a cambio me dejaran sacar mis cosas y permitieran salir pacíficamente a los que habían venido a apoyarme. Que me dejaran en paz a mí y a ellos.
No cumplieron su promesa. Los agentes se quedaron un poco alejados de la puerta, los que estaban conmigo salieron pacíficamente y al último le pegaron. Y a mí sólo me dieron un cuarto de hora para sacar las cosas. Salí a pedir ayuda porque no podía sacarlo sola, pero la policía no me dejó. Menos mal que hubo vecinos que pasaron por allí y obligaron a la policía a dejarles pasar para ayudarme. Fue un momento muy duro, porque además luego se puso a llover. Y mis cosas estaban en la acera.
Cuando el día 20 de septiembre se incorpora al trabajo, ¿con qué se encuentra?
Algunos de mis compañeros saben lo que ha pasado y otros no. Dos compañeras que lo sabían me estuvieron preguntando. Pero mi coordinadora se mofaba de mí, me decía que había salido en internet, en la web de Telecinco. Que era famosa.
A pesar de ello, se incorpora normalmente.
Así es. Trabajé un mes más, hasta el día 25 de octubre, el pasado viernes, rindiendo bien. Un compañero y yo éramos los que más rendíamos. De hecho, el día 25 había vendido dos pólizas y tenía pendientes para esta semana un montón.
Entonces, la semana pasada vino mi jefa y nos pidió una persona de refuerzo para trabajar el sábado, y yo me ofrecí. Me llamaron el viernes desde recursos humanos. Me dijeron que no llevara conmigo el móvil, y yo pensé que era para arreglar ese tema de las horas de más que iba a hacer el sábado. Para mí era un día normal.
Allí me dicen que me despiden. A la chica se le notaba nerviosa. No me avisaron con quince días de antelación. De hecho, en la indemnización me añaden un poco por esa razón. Lo que me señalan es la reforma laboral y, sobre todo, me marca con el boli el 11 de septiembre, el día del desahucio. Tuve otras dos faltas en octubre, que eran faltas médicas. Pero los días del desahucio fue lo que hizo que me echaran. La reforma laboral permite que aunque las bajas estén justificadas te puedan echar.
¿Y cuál fue la actitud de sus compañeros?
Muy buena. Ayer me llamó uno de ellos, que se enteró por la prensa, porque yo no había dicho nada. Me echó la bronca por no haberlo dicho antes, para que me hubieran apoyado de algún modo. Les dije que no les quería meter en problemas.
Aunque la reforma laboral ampara el despido, van a intentar conseguir cosas por vía judicial.
Sí, porque tal y como me ha dicho el sindicato CGT, por convenio tenemos horas médicas que no he sobrepasado. Por ahí podemos conseguir algo. Además, se trataba de un desahucio. Por otro lado, los clientes estaban muy contentos conmigo, es la empresa la que ha querido echarme.
¿Qué es lo que piden exactamente?
Sobre todo queremos conseguir que me readmitan. Tenía miedo porque si me readmitían luego iba a haber represalias, pero dicen que no, que también van a tener cuidado con eso. Van a tener que acatar la sentencia. Si me readmiten, no van a poder hacer nada.
¿En qué punto están las cosas en este momento?
Ahora desde el sindicato han llamado al que firmó mi despido y él va a hablar con los directivos de la empresa. A ver si se puede hacer algo, dice.
¿La presencia mediática le está ayudando?
Sí, les está asustando. Ayer estuvieron los del sindicato con el que firmó mi despido y me han dicho que están nerviosos. El ruido mediático es un palo. Estaba como enfadado y nervioso, pero él tampoco sabe hasta qué punto los directivos van a considerar readmitirme. Por otro lado, a la inmobiliaria también le pedimos que condone la deuda, que asciende a 8.000 euros. Lo que debo, a lo que se añaden las costas.
¿En qué momento entra en contacto con los grupos de activistas del movimiento antidesahucios?
En mayo de este año. Me metí en internet a buscar ayuda, estaba ya que no podía más. En la página de Stop Desahucios hay una sección de Psicólogos sin Fronteras y decidí pedir ayuda psicológica. Allí tienen un equipo estupendo, y la psicóloga me dio la dirección de la Oficina de Vivienda de Madrid, donde cogieron mi caso y me pusieron en contacto con la asamblea del Barrio del Pilar para que mi barrio también estuviera apoyándome.
Desde entonces, ha pasado a ser también miembro activo del movimiento contra los desahucios. A nivel de conciencia, ¿le ha cambiado esta situación?
Sí, he ido a parar varios desahucios y otras iniciativas. Esta experiencia me ha cambiado muchísimo. Fui a un desahucio de una persona de mi edad, que tenía una niña, y me sentí identificada. Por suerte en estas circunstancias yo no tengo niños. Hay casos mucho peores, con cargas familiares. Ver un desahucio desde el otro lado impresiona mucho. Antes, apoyaba desde mi escondite a la gente pero sin hacer nada. En mi casita, desde mi sofá, diciendo que qué bien, que qué majos son estos que paran desahucios. Ahora he pasado a ser parte activa.
¿Cuáles son sus perspectivas de futuro?
Estoy viviendo en casa de un chico de la asamblea del Barrio del Pilar, que tiene una casa con tres habitaciones y me ha ofrecido una de alquiler. Y estoy recibiendo solidaridad de mucha gente, dentro y fuera del movimiento. Ahora mi objetivo es lo del despido y luego la inmobiliaria. Y a partir de ahí seguir participando en cosas.
La Marea está editada por la cooperativa de lectores y trabajadores MásPúblico
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Konecta, el Bangladesh del outsurcing.
Jaime Castel, el liquidador.
¿Qué tal si inundamos sus ofertas de empleo de candidaturas humanas?
http://grupokonecta.asp.infojobs.net/
No sé si los que viven de alquiler son idiotas pero tú eres un miserable.
Pues yo lo que creo es que si has vivido de alquiler un tiempo lo tienes que pagar. Qué es eso de pedir que le perdonen los 8.000 de deuda? Los demás que vivimos de alquiler y pagamos que somos, idiotas?
Efectivamente. Y si no tienes trabajo, ni casa, ni dinero, te jodes y pagas. No vamos a estar todos comportándonos como idiotas para que ahora una mujer de 31 años que no puede afrontar esa deuda se salga con la suya.
En serio, lo que hay que leer.
Pues quisiera ver que formaras parte de los más de 6 millones de parados, cabrón. Además los deshaucios no son sólo con los inquilinos, sino tambien con las hipotecas.. Te imaginas que por una deuda inferior al 10% de tu vivienda, te echen fuera? Piensa, si te da para eso.
Si la inquilina no ha pagado el alquiler no es por falta de ganas, sino de recursos. Llevaba tres años en el paro (y los que por desgracia le quedan), así que dudo mucho que pueda pagar nada si no tiene ingresos.
De la misma manera que la mayoría de criminales tampoco pueden indemnizar a las víctimas porque no tienen dinero ni para la defensa.
Hay personas que son capaces de demostrar las más altas cotas de ruindad. Lonegan es un ejemplo. ¡Desalmado!
deberia encendiar el piso que quere llevarselo el banco