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El circo también ayuda a los más pobres
La cooperativa Pallasos en Rebeldía organiza en Rivas el I Foro Internacional de Circo Social
Carecen de subvenciones y no hacen saltar a leones por arcos ni juguetean con los elefantes. La cooperativa gallega Payasos en Rebeldía lleva el mundo del circo a aquellas partes del planeta que se encuentran en conflicto o donde su población sufre una extrema pobreza como Palestina, Bolivia o Colombia. Lo suyo es lo que se denomina ‘circo social’, una escuela para niños y adultos que lucha por la integración, por la igualdad y siempre con una fuerte carga de compromiso político. Y ahí, evidentemente, no entran los animales.
Este fin de semana han organizado en el municipio madrileño de Rivas-Vaciamadrid el I Foro Internacional de Circo Social, el cual pretende dar a conocer la labor de estos ‘payasos’ por todo el mundo. “Es un lugar de encuentro de gentes de distintos países que se dedican a esto y lo que pretendemos es compartir ideas y nuestras dificultades. Queremos generar una inteligencia colectiva, crear un lugar de reflexión para soñar con nuevos caminos”, explica Ivan Prado, uno de sus componentes.
En el encuentro participarán artistas como Leo Bassi, Abraham Pavón, de la compañía Kanbahiota Trup, Vinicius Daumas, del Circo Crescer e Viver o Sabah Oumoha, de la Fundación EnseñArte. Y entra las mesas a debate varias que versarán sobre los derechos de las personas con minusvalías, los derechos de las mujeres en los campos de refugiados de Cisjordania y sobre las escuelas de circo.
“El circo social representa una esperanza para niños y adultos. Muchas veces llegamos a sitios donde nos dicen que no tienen ninguna expectativa”, afirma Prado. Y pone como ejemplo su reciente visita a los campos de refugiados de Líbano, en el que se encuentran hacinadas 150.000 personas, “sin agua potable y en una situación extrema” a la que se han sumado todas las personas que llegan huyendo del conflicto en Siria. “Y después el balance desde el punto de vista humano es muy positivo. Es gente que lo ha perdido todo, que no saben estar sin sus padres, porque se han quedado en el país”, añade.
Una experiencia similar es la de Sabah Oumoha en Cochabamba (Bolivia) con la Fundación EnseñARTE, que lleva instalada en el país siete años y que apenas cuenta con un presupuesto de 25.000 euros al año. Aun así han ofrecido su apoyo a más de 700 personas en todo este tiempo, desde niños a adultos. “Trabajamos con ellos a través de las artes. El circo es una pequeña ayuda, ya que sin exigirle nada al niño, poco a poco les vamos introduciendo una rutina de enseñanza”, reconoce Oumoha.
El domingo tendrá lugar la clausura de este I Foro. La idea es que se cree una red de circo social en todo el mundo para poder mantener sus actividades. También impulsarlo en España. Para el próximo año tienen previsto celebrar el II Foro en Brasil. El objetivo no es sólo que la sonrisa del payaso saque otra a ese niño, sino que también le sirva como herramienta para un mejor desarrollo de su futuro.