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A quién emancipamos
Para el autor, si las nuevas clases explotadas que el denomina 'lumpenproletariat' aceptan el precariado, si no hay una toma de conciencia rápida, las élites los usarán como cemento para consolidar su estado feudal.
[Este artículo de opinión ha sido publicado en el nº 9 de La Marea, a la venta en quioscos y aquí]
Estoy ahora disfrutando como un enano con Sociofobia, el último libro de César Rendueles. Un título que se atreve a romper el consenso biedermaier sobre las bondades políticas de las nuevas tecnologías. Eso que se llama el optimismo de la ciberpolítica. Valiente y resolutivo. Pero ése es un tema que se puede tratar en otra ocasión. Parte del libro de Rendueles sobrevuela el dificilísimo tema de las nuevas clases populares, su (a)politización y las nuevas miradas que la clase ilustrada lanza sobre las incómodas realidades que nos ha dejado el postbienestar. Y resuena el eco del libro de Owen Jones Chavs: La demonización de la clase obrera (éste y el de Rendueles, editados por Capitán Swing)
En la reseña del libro de Jones que Patricia Tubella firmó para El País, el titular describía ajustadamente la dimensión del asunto: “El pueblo contra el proletariado”. Se trata, resumiendo, de describir cómo el desmantelamiento del proletariado clásico por parte de la ofensiva neoliberal ha dejado una confusión social paralizante. Por un lado, una difusa “clase media” donde se encuentran los viejos proletarios, la gente del trabajo organizado y, por otro, un nuevo lumpenproletariat criado en la precariedad. Lo que Jones llama chavs se podría traducir en España como canis o chonis. Se trata de la última edición de unos tipos humanos que han adoptado múltiples nombres y vestimentas desde los albores de la modernidad según el país: majos, quinquis, scuttlers, greasers, cocknies y apaches parisinos forman parte de esa estirpe. La diferencia es que, por encima, se encontraba un proletariado organizado políticamente del cual muchos de nosotros, hoy plumillas más o menos afortunados, formamos parte.
Muchos crecimos dentro de la sólida cultura obrera. Entre los mártires de Chicago, la huelga de la Canadiense y la aversión al crédito bancario. Crecimos con la conciencia de emancipación de unas clases explotadas y alienadas que tenían en su propia autoorganización la única posibilidad de éxito. Pero hoy, esos mismos sectores explotados consideran de manera muy mayoritaria que el individualismo es el camino. Que la satisfacción se encuentra en el consumo y el lujo en lugar de en la solidaridad y la austeridad. Reproducen discursos reaccionarios y ven más ajenos a sus problemas a las izquierdas que al nuevo populismo xenófobo.
Buena parte de ese panorama es culpa, claro está, de esa nueva izquierda meritocrática que remató la faena iniciada por Reagan y Thatcher. Como dice Rendueles, en su reseña del libro de Jones: “La clase trabajadora es una situación de la que conviene escapar y el programa de la nueva izquierda consiste en tratar de facilitar ese proceso con más eficacia y honestidad que la derecha”.
Ése es el panorama. Y la pregunta a la que no sé dar respuesta es: ¿Cómo se repolitiza a un cani? Porque ya hay gente que se acerca a esas nuevas culturas del hiperconsumo y del patriarcado desde el viejo paternalismo izquierdista del XIX: “Los explotados, el pueblo, son siempre buenos. Ergo el reguetón es una expresión popular emancipatoria aunque mal comprendida por la izquierda caviar de la ciudad”. El otro polo es la nostalgia por el proletariado industrial y el desprecio de estos “nuevos fachas” que se tunean el coche y lucen la estanquera del aguilucho encima del subwoofer.
Ambos caminos parecen inútiles. Yo estoy perplejo. Todos hemos notado en las protestas y huelgas la ausencia significativa de canis y de nuevos inmigrantes. Y vemos cómo frente a la play y a las nike, ni Marx ni Galeano tienen nada que hacer.
Si ellos aceptan el precariado, si no hay una toma de conciencia rápida, las élites los usarán como cemento para consolidar su estado feudal. Pero, ¿qué decir? ¿cómo organizar? ¿alguien me puede decir cómo?
Esta entrada es lo más lukacsiano que he visto en los últimos 70 años.
Creo que no se trata de ir a repolitizar a nadie específicamente, ni hacer nada especial, más allá de ir a hablar con ellos, como hablamos con todos, con respeto. Seran cañís, pero no tontos, estaran despolitizados (como la mayor parte de la sociedad, por otro lado), pero ni son insensibles ni viven ajenos a los problemas que todos tenemos. Entonces creo que se trata de hacer acción política constructiva, útil, verdaderamente dialéctica con la realidad, es decir, lo que querríamos hacer igualmente. Si lo hacemos bien, con pasión, y con fuerza, nuestro hacer y discurso atraerá más que la extrema derecha, que tiene de bueno que lo pone todo simple, pero su discurso es menos rico, más burdo, menos interesante al fin. El ejemplo para que me entendáis es la PAH. Creeis que tiene que hacer algo extra la PAH para llegar a los que llamais cañís? No. Con hacer lo que hace, creo que los atrae y repolitiza más que la extrema derecha. Nos tenemos que preocupar des de la izquierda de no centrarnos en la pose, ni en lo maniqueo, ni las tonterías. Si lo hacemos bien, repolitizaremos a la sociedad.
Estoy de acuerdo contigo en la eficacia de la lucha de los grupos de la PAH o Stop Desahucios que sirve para crear conciencia. Pero quizás están organizando a gente afectada de forma particularmente dura por el asalto del capitalismo. Gente que, verdaderamente, no tiene nada más que perder. Paro prolongado, agotamiento de recursos, incluso familiares, y finalmente desahucio. Estoy en un grupo de estos y lo veo. Pero también veo que cuesta mucho conseguir organizar por ejemplo a lxs paradxs. Posiblemente porque aun queda algún recurso para aguantar individualmente, «aceptando la precariedad».
Habrá que bajar a la nike y la play, y hablar los mismo que lo mismo q los «canis» y chonis hablan…si no no van a entender…es por eso que se van a la ultraderecha, a esos si les entienden, hablan sin complejos, visten sin complejos
Hay educadores y docentes fundamentales; gente que hace que tengas gusto por saber, por analizar, por saber qué quieres de tu vida. Leí hace tiempo un estudio titulado ¿se puede enseñar a pensar?… igual es eso…
Este fenómeno no es nuevo,en los barrios obreros del tardo-franquismo se produce un conflicto parecido que lleva a numerosos/as activictas de la cultura a sumergirse en dicho conflicto.El resultado creo que fué bueno, de mi barrio Villaverde Alto salieron películas, grupos de música y un precedente que aún hoy pervive: El Ateneo Libertario ocupado en el centro del barrio por toda la peña. Lo principal es el respeto y la aportación mutua. Claro, que en aquel entonces coincidiamos en la carcel, y eso siempre une.