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Asedio a la fortaleza financiera de Luxemburgo

El veterano primer ministro Juncker es el favorito de las elecciones de este domingo en Luxemburgo. El gran ducado lucha contra las presiones exteriores para acabar con los privilegios a bancos y multinacionales.

[Este artículo ha sido publicado en el nº 9 de La Marea, a la venta en quioscos y aquí]

Desde la última planta de la sede de OGBL, el principal sindicato de Luxemburgo, se presenta una magnífica vista panorámica de las poderosas fortificaciones de la capital que han protegido al Gran Ducado durante siglos de los asedios de sus codiciosos vecinos de Francia y Alemania. Detrás de los baluartes hoy se encuentran las oficinas de cientos de bancos internacionales y empresas multinacionales que han abierto sedes en este país por su favorable régimen fiscal y regulatorio. En los cafés y restaurantes se habla más inglés que francés, alemán o luxemburgués, los tres idiomas oficiales. El 42% del medio millón de habitantes del ducado son extranjeros, y en la capital representan incluso dos de cada tres ciudadanos. A esto hay que añadirle miles de trabajadores que cada día viajan a Luxemburgo desde los países vecinos.

A pocos metros de la sede de OGBL se alza el edificio que en los años cincuenta del siglo pasado albergó las oficinas de la Comunidad Europea de Carbón y Acero, el germen de lo que hoy es la Unión Europea. Las minas y los altos hornos eran el motor de la economía de Luxemburgo pero el declive de la industria pesada hacia 1970 provocó la reconversión del país en un centro financiero con bajos impuestos, opacidad y regulación laxa. Luxemburgo es considerado el mayor paraíso fiscal de la Unión Europea, lo cual le ha permitido convertirse en el Estado miembro con la mayor renta per cápita.

El sector financiero representa en la actualidad la tercera parte del Producto Interior Bruto mientras la industria sigue agonizando. Arcelor, la segunda empresa metalúrgica del mundo, fruto de la fusión de la española Aceralia con la francesa Usinor y la luxemburguesa Arbed, está actualmente reduciendo la poca actividad de los altos hornos que quedan en el Gran Ducado.

La pérdida de empleos no es la única preocupación de los sindicatos. “Estamos sufriendo un ataque brutal al Estado del bienestar“, asegura Mil Lorang, portavoz de OGBL. Como prueba cita la eliminación del llamado mecanismo de indexación, según el cual los salarios se actualizaban automáticamente cuando la inflación superaba el 2%, tanto los del sector público como los del sector privado, incluyendo las fastuosas remuneraciones de los banqueros y gestores de fondos. “Ya sé que, visto desde España o Grecia, esto puede parecer poca cosa, pero hay que mantenerse vigilante desde el principio“, dice, y recuerda que en Luxemburgo también están en marcha reformas que siguen el recetario que impone Bruselas, como recortar las pensiones.

La situación de los luxemburgueses es envidiable, si se la compara con la de países en crisis como España. La tasa de desempleo ronda el 7% y el Estado paga a los parados de larga duración el 80% del salario mínimo, fijado en 1.800 euros. Parece mucho, pero Lorang alega que el coste de la vida en su país también es muy alto, sobre todo la vivienda. El sindicalista admite que el actual bienestar de la gente complica la tarea de movilizar a los ciudadanos contra los recortes que se avecinan. La mayoría de la población parece estar bastante contenta con el sistema actual que les ha brindado prosperidad, pero también hay quien se queja. La combativa revista Privat ha publicado un libro, So wohnen die reichen Luxemburger (Así viven los ricos luxemburgueses), con fotos e información detallada de las casas de los multimillonarios del país. Y en los últimos meses algunas organizaciones de jóvenes han recorrido las calles de la capital para protestar contra los efectos de la globalización.

Hasta ahora, la globalización ha resultado muy provechosa para el país, como muestra el impresionante directorio de empresas e instituciones financieras –los bancos chinos recientemente han elegido al ducado como su sede europea–, que se concentran en los viejos palacios y torres modernas a lo largo de la Rue Royale y alrededores. Sin embargo, la fortaleza en el corazón del Viejo Continente está sufriendo un nuevo asedio encabezado por una alianza de gobiernos europeos y de EEUU que se han hartado de que cada año se les escapen miles de millones en impuestos de empresas y contribuyentes que operan en Luxemburgo. Finalmente, la UE ha subido la presión para acabar con los privilegios de la plaza financiera del Gran Ducado.

El Gobierno empieza a ceder y ha sacrificado el secreto bancario que ha permitido a millones de extranjeros evadir impuestos en sus países. A partir de 2015 los bancos de Luxemburgo deben pasar la información sobre las cuentas de sus clientes a las oficinas de Hacienda de otros países. El resultado es una fuga de inversores que han empezado a sacar sus ahorros de estas entidades. “Seguimos una tendencia mundial“, dijo en mayo el primer ministro, Jean-Claude Juncker, en su intento de vender el fin del secreto bancario como una victoria. “Quien crea que se debe a la presión de Francia y Alemania, no entiende cómo funcionamos“.

Juncker se presentará a la reelección el 20 de octubre. En julio tuvo que convocar a las urnas anticipadamente, tras un rocambolesco escándalo de espionaje protagonizado por los servicios secretos. Incluso el palacio del gran duque estaba lleno de micrófonos escondidos.

Este dirigente democristiano es el más veterano de los líderes europeos; bate todos los récords. Lleva 30 años ininterrumpidos como miembro del Gobierno –16 de ellos como primer ministro–. El jefe de Gobierno de un país de medio millón de habitantes ha conseguido ser uno de los dirigentes más influyentes de la Unión Europea, algo que ha sabido aprovechar en beneficio de su patria. Como presidente del Eurogrupo –el foro de la UE donde se discute la política fiscal en los países de la zona euro– desde 2004 hasta principios de este año, Juncker maniobró para frenar cualquier iniciativa que pudiera perjudicar los intereses del sector financiero en el Gran Ducado. “Durante años, logró convencer a gente muy importante para que trataran a Luxemburgo como si fuera una potencia mundial. Eso no lo consigue cualquiera“, afirma Albin Wallinger, autor de una biografía del gobernante escrita en tono satírico.

El fin del secreto bancario

El sector financiero se está adaptando a cambios como la desaparición del secreto bancario. El nuevo gran negocio son los fondos de inversión, que siguen ofreciendo atractivas condiciones. Con más de 13.000 fondos registrados que gestionan un patrimonio total de 2,5 billones –con b– de euros, Luxemburgo es el número dos mundial en fondos de inversión. Hay un tipo de Sicav que últimamente atrae a muchos clientes acaudalados de España, explica una gestora de patrimonio en Madrid.

Además del secreto bancario, se está tambaleando también otra baza que ha permitido atraer a muchas multinacionales. Amazon, Google y otras empresas facturan sus ventas en Europa desde Luxemburgo para evitar pagar los impuestos más altos en los países donde se encuentran sus clientes. Amazon, por ejemplo, apenas paga impuesto de sociedades en España. La presión de los gobiernos europeos ha conseguido que a partir de 2015 estas empresas deban declarar los ingresos allí donde realmente tienen lugar sus ventas.

“Con las ventas digitales, Amazon también me está haciendo mucho daño“, se queja Jean-Claude de la librería Ernster, situada enfrente del palacio ducal. La eliminación impuesta por Bruselas de las ventajas impositivas para las multinacionales le trae sin cuidado. “Supongo que este régimen fiscal es bueno para Luxemburgo pero malo para otros países“, dice lacónico. En OGBL calculan que el cambio podría costar entre 600 y 700 millones de euros al erario luxemburgués, un hueco que puede dar a la derecha más argumentos para los recortes. “Aquí aún hay dinero, pero nunca se sabe“, razona Jörg, un albañil que viaja todos los días desde su casa en Alemania atraído por los mayores salarios.

Ante el asedio, los luxemburgueses al parecer siguen confiando en el astuto Juncker para defender el fuerte. Las encuestas le dan como ganador el 20 de octubre.

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Comentarios
  1. Gracias por haber relatado la cosa con objetividad. Un pequeño B mol nonostante, Luxemburgo tiene una tradición bancaria de más de 150 años.

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