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“La filantropía de Bono encaja en el modelo neoliberal”
El periodista Paul Browne describe en su nuevo libro como el cantante de U2 se ha convertido en el aliado predilecto de los gobernantes del mundo y del filantrocapitalismo de los multimillonarios.
MADRID // El cantante de la banda irlandesa U2, Bono, es uno de los artistas más poderosos y activos del mundo. ¿Es su activismo bueno para causas como la lucha contra la pobreza en África o se ha convertido en la marioneta preferida de multimillonarios y la agenda del llamada filantrocapitalismo. En Bono: En el nombre de poder (Sexto Piso) el escritor periodista y activista Harry Browne traza un perfil minucioso de Paul Hewson, que nació en un barrio de clase media de Dublín en el seno de un matrimonio mixto católico-protestante para convertirse en una superestrella del rock y en invitado habitual en Downing Street, la Casa Blanca o el Foro Económico de Davos. Como escribe Browne: «Bono es poderoso: se busca su consejo, se le escucha y se le tiene en cuenta en los más altos niveles de gobierno nacional e internacional; es, como podrían decir los Ramones, amigo del presidente y amigo del papa».
¿Podría hacer un balance de las cosas buenas y las malas que ha hecho Bono?
Diría que hacía más bien cuando era menos poderoso. En los años 1980, cuando formaba parte de un movimiento de justicia más amplio, apoyaba a los refugiado de El Salvador, al gobierno sandinista en Nicaragua, Amnistía Internacional, Greenpeace… Los resultados de estas movidas se ven todavía hoy en América Latina. Tenía una relación espontánea pero genuina con un proyecto que tenían un impacto real en reducir la pobreza y las desigualdades. Si detienes el balance hace 15 años, el activismo de Bono fue sin duda positivo.
También en su época más reciente hay algunos logros, como la campaña de medicinas antivirales contra el Sida. El problema no es tanto los proyectos sino con quién los hace, gente como George Bush o Tony Blair, o empresas como Monsanto o Motorola. No es una cuestión ideológica, es el hecho de que el programa para combatir la pobreza en África, que Bono representa ahora, no funciona. El plan de privatizar, abrir los mercados, inversión extranjera directa junto con algunas obras benéficas no ha logrado reducir el nivel de pobreza, incluso ha aumentado la desigualdad. La pobreza en África hoy está en el mismo nivel que hace 30 años.
¿Entonces no es suficiente con tener buenas intenciones?
Efectivamente. La verdad es que desconozco las intenciones reales de Bono. En algunas de sus acciones más recientes veo un cinismo que resulta incompatible con tener buenas intenciones. Pero no creo que Bono sea falso o que sus intenciones originales fueran malas. Creo que ha sido devorado por la bestia, que es el sistema. Ahora nos está hablando desde el aparato digestivo de la bestia. Nos dice ‘No os preocupéis que la bestia ya se encargará de todo y nos cuidara a todos’.
¿Cuándo fue devorado? ¿Cuál fue el punto de inflexión en su vida?
Hubo varios momentos. A finales de los 1990 decide apoyar la campaña para pedir la condonación de la deuda de los países pobres (Drop the debt campaign) que estaba muy bien pensada. Sin embargo, pronto el gobierno laborista del Reino Unido se apropió de esta campaña como si fuera suya. Cuando Bono publicó una carta en los medios sobre este asunto, Gordon Brown, entonces responsable del Tesoro, le llamó y le dijo que era un gran líder. La bestia reacciona muy rápida, pero aún no era demasiado tarde. Hasta aquí se podría argumentar que, a veces, hace falta hacer compromisos con gente mala, como los que estaban detrás de la guerra de Irak, para conseguir tus objetivos. El episodio clave fue la cumbre del G-8 en la localidad escocesa de Gleneagles en 2005. Bono formaba parte de una gran movilización para conseguir resultados beneficiosos para África. Pero al final de la cumbre, los líderes no cumplieron sus promesas. Lo acordado no representaba ni siquiera un pasito hacia lo que se pretendía conseguir, como lamentaron las ONG. Y entonces, Bono y Bob Geldof se pusieron al lado de Bush y Blair y afirmaron que era un momento glorioso porque los líderes habían escuchado el mensaje. Hasta entonces se podía aceptar todas las excusas para hacer causa común con los poderosos pero en este momento tenía que haberse bajado de la tribuna para volver a estar con la gente que llevaba décadas trabajando en estos asuntos y que decía que los resultados de la cumbre eran una mierda. Sin embargo, Bono decide quedarse arriba en la tribuna. Algunos activistas se quejaron de que se había secuestrado su campaña y eso fue cuando él decidió montar su propia campaña, con exdirectivos del Banco Mundial y multimillonarios. Mucha gente todavía le ve como una persona auténtica, por eso es tan útil como elemento de relaciones públicas del programa neoliberal para África.
¿Fue un error juntarse con los los dirigentes políticos para esta campaña?
Sí, pero en el libro cuento que, de cierta manera, era inevitable que ocurriese esto. Cuando era un activista en Irlanda, a principios de su carrera, ya le gustaba codearse con los poderosos. Luego vinieron Live Aid y la cumbre de Gleneagles. No es solo una cuestión de personalidad sino tiene que ver con la estructura del sistema político.
Sin embargo, a otros artistas no les pasa igual…
Por supuesto. Y cierto que hay una parte de su carácter que influye en ello. Lo entiendo y hasta siento simpatía. Si a mí me invitaran a la Casa Blanca, algo que no ocurrirá nunca, probablemente pensaría que era el sitio más maravilloso del mundo. Cuando Bono alcanzó estas cumbres, la vista debía haber sido impresionante. También era una perspectiva de control, aunque muy distorsionada. Debe ser muy difícil bajarse de allí.
¿Hay otras formas en que los famosos pueden ayudar?
Claro. Un buen ejemplo es el actor Martin Sheen. Prefiere ponerse del lado de gente común, más que salir con los poderosos, para que estos y sus causas salgan en la foto. En 2003 vino a Irlanda para un encuentro con pacifistas, que afrontaban un juicio por haber dañando un avión de guerra de EEUU que estaba de camino a Irak. Como hacía de presidente en la serie El ala oeste de la Casa Blanca les concedió un indulto presidencial. Fue genial. Bono no haría esto.
En el libro cita a Bono describiéndose como un vendedor. ¿Su activismo ayuda a vender discos?
Es una acusación que se hace a menudo pero no la comparto.
Pero con la cultura de celebrity hoy en día seguro que ayuda, ¿no?
Por supuesto. Pero no veo ninguna evidencia de que este sería su verdadera motivación. Y sabemos que al resto de la banda no le gusta. De hecho, Bono ha descuidado a U2 por culpa de sus otras actividades. De ahí la famoso frase de Paul McGuinness, el mánager del grupo, que dijo una vez: ‘nos hacía mucha falta tener una reunión con el grupo, pero no pudo ser porque Bono tenía una reunión con el papa’. Hay grandes tensiones dentro de U2 por las campañas de Bono.
Bono ha creado la marca RED, bajo la cual multinacionales como Nike, American Express, o Apple venden sus productos y dan parte de los beneficios a proyectos contra la pobreza. ¿Está de acuerdo con este modelo?
En absoluto. La pequeña proporción de estos beneficios que se dedican, por ejemplo, a la compra de medicina contra el Sida no compensa los varios efectos negativos. Primero, muchas ONG tienen cada vez más problemas para conseguir donaciones, en parte, porque estas empresas dicen a la gente que se puede contribuir a las buenas causas comprando un I-Pad o un café moka en Starbucks. En un plano más estructural también hay que plantearse la relación del consumo en occidente con los problemas económicos en África. No soy un puritano, también tengo coche y móvil. Pero pensar que los beneficios de Motorola son también una causa social porque parte de ellos financia el desarrollo de África donde agravan los problemas con la explotación de minerales para fabricar teléfonos móviles es un mensaje diabólico. Forma parte de una agenda más amplia que nos quiere convencer de que no hay alternativas. Bono es parte de este mensaje, su filantropía encaja en el proyecto neoliberal. En este sentido el libro va más allá de un personaje en concreto y describe un fenómeno más grande.
¿Entonces, todavía podemos ir al pub y cantar y bailar con Pride o Sunday bloody Sunday?
Por supuesto. Joey Ramone, por ejemplo, era un cerdo racista y reaccionario pero me siguen gustando los Ramones. No creo que canciones como One o With or without you ahora sean falsas. Algunos temas de U2 son maravillosos y despiertan sentimientos reales. El problema es que pensamos que conocemos a Bono porque llevamos tantos años escuchando sus canciones. Y esto le hace tan poderoso. Él mismo lo dijo en una entrevista: ‘gente que lleva 20 años escuchando mi música sabe si soy un hijo de puta o no’. Yo no sé si es un hijo de puta pero no creo que escuchando la música te dice suficiente sobre un personaje. Hay que separar la música de la persona.
Bono no es un filántropo sino todo lo contrario,un negociante que va de solidario,con tal de ahorrarse algunos millones con el fisco de su país-sea el que sea-.En latín paladino,es un JETA.