Cultura | OTRAS NOTICIAS
Vicent Torrent: “Francisco Camps era fan de Al Tall”
El grupo Al Tall abandona los escenarios tras casi 40 años de trayectoria en la que han hecho de la reivindicación del valenciano, de la justicia social y de la música tradicional sus señas de identidad.
VALENCIA // Al Tall, el grupo de música tradicional valenciana, abandona los escenarios. Cansados, pero de forma serena, anunciaron una serie de conciertos de despedida que acabarán el próximo 18 de octubre en el Palacio de Congresos de Valencia. Para esa cita se vendieron las 1480 butacas del auditorio en menos de una semana. Al Tall son los cronistas de toda una época, de una forma de cantar (siempre en valenciano) y de contar (“a la manera de nuestros abuelos”). Tras casi 40 años han decidido dejar el paso a otros grupos, pero dejan un buen conjunto de canciones que ya son el himno de varias generaciones y de todo un país. Charlamos con Vicent Torrent, uno de los integrantes del grupo cuando solo falta una semana para su concierto de despedida.
¿Qué veremos en el concierto de este viernes?
Pues lo que se puede esperar el público que venga, es que será la última vez que Al Tall tocará en directo, eso fundamentalmente. Será un concierto con un repertorio clásico, con las canciones más populares, las que la gente querrá escuchar, comenzando con el ‘Obriu cabretes’ del primer disco y terminando con el ‘Vergonya cavallers, vergonya’, y pasando por todos los temas como ‘Lladres que entreu per Almansa’ o ‘El Cant de Maulets’.
¿Habrá invitados para una noche tan especial?
Sí. Ha sido un poco complicado porque se nos ha quedado fuera del escenario una barbaridad de compañeros. Allí tendremos un grupo de ‘dolçainers’ y un conjunto de viento para reforzar. Luego habrá gente que irá cantando con nosotros alguna estrofa, desde Pau Alabajos, Xavi Sarria y Miquel Gironés de Obrint Pas, Rafa Xambó, ‘Apa’ y después ya son músicos que han estado en Al Tall en otras épocas. En total será una treintena larga de personas.
¿Será el último concierto de Al Tall como grupo?
Sí, será el último, no habrá más conciertos…
¿Y Vicent Torrent qué planea?
Yo de momento no tengo ninguna perspectiva ni ningún proyecto de escenario. Lo que quiero es cambiar el ritmo de vida y tengo ganas de hacer dos cosas: jugar con la música en casa sin presiones ni prisas y escribir algunas cosas como por ejemplo explicar cómo hemos llegado a hacer las cosas que hemos hecho, los pensamientos que hemos tenido de dónde han salido, cómo han evolucionado las cosas. Aunque no hay un proyecto editorial de memorias.
Al Tall ha conectado mucho con la música mediterránea, ¿qué le ha sorprendido más musicalmente hablando?
Hay una cuestión que es fundamental, pero muy complicada que es el camino hacia el lenguaje musical de la tradición mediterránea. Por eso, tengo ganas de trabajar un poco, en la medida de mis posibilidades, el tema de la afinación atemperada, la manera de afinar, de hacer las escalas que no tienen nada que ver la forma que se hace en el Mediterráneo con la clásica que se estudia en las escuelas de música. Aquí hay otros intervalos, digamos que entre las teclas del piano que dan las notas que la música occidental admite, faltan teclas, faltan notas intermedias en ciertos puntos y momentos y esto da paso a otro mundo musical. En el mundo árabe está normalizadas y codificadas estas escalas y puntos de inflexión. Aquí en Valencia, en Andalucía o en Grecia la gente canta de forma atemperada, en afinación que no tienen que ver con la música occidental.
Cuando nació Al Tall en los años 70, ¿por qué fue y qué buscaban?
Nosotros, Manolo, Miquel y yo, cuando nos juntamos fue con el único objetivo de intentar dar un poco de nivel a la canción hecha en valenciano. Entonces había bastantes grupos que cantaban en valenciano pero el nivel era un poco elemental. Luego el segundo paso fue definir qué tipo de música haríamos y vimos que uno de los caminos era el de hacer música tradicional de nueva creación, no pasarse la vida repitiendo las canciones de nuestros bisabuelos. La verdad es que cuando entramos en el escenario con una bandurria, un guitarrón, una dolçaina, bajo eléctrico y batería, y cantando a la manera de la gente mayor cosas sobre la Ford, las autopistas, las centrales nucleares… teníamos un poco de miedo. Pero la suerte es que el público lo entendió perfectamente, entendió qué estaba pasando allí y cual era la propuesta.
¿Dónde fue el primer concierto?
Yo creo que fue en la Pobla de Vallbona, ya con el nombre de Al Tall, y creo que hicimos de teloneros de Ovidi Montllor. Supongo que sería por el año 1976.
¿Qué hubiese sido de la música tradicional valenciana sin Al Tall?
Eso ya son hipótesis. Lo que sí es cierto es que cuando nosotros empezamos el panorama de la música tradicional era lo que era, quedaban cuatro dolçainers como quien dice, los grupos de danzas y de rondalles, de la Sección Femenina y de Educación y Descanso, que hacían una música sosa, decadente, rancia, anticuada…
Lo importante de Al Tall, aparte del sentido musical, era lo que contaban las letras…
Sí, en ese momento estábamos viviendo un momento muy importante, veíamos que la revolución la teníamos ahí, que el país volvería a ser lo que fue… explicábamos las cosas que vivíamos, no eran cosas de encargo ni de poetas excelsos. Yo creo que el éxito de Al Tall fue la fórmula de combinar las cosas que decíamos y cómo la decíamos musicalmente.
¿Conocían a alguien que hiciese algo parecido?
Por un lado teníamos el referente de la música sudamericana, Víctor Jara o Atahualpa Yupanqui, y toda la gente que trabajaba la música tradicional de nuevo repertorio y que era revolucionara de alguna manera. Y por otro lado, había figuras como Theodorakis, que nos atraía mucho sin tener conciencia de que éramos de su familia musical.
La relación de Al Tall con los políticos no ha sido nunca fácil
Esa relación es un poco extraña porque tampoco es igual con todos los políticos. Cuando yo trabajaba en la Conselleria de Cultura, con la fonoteca, nombraron conseller a Francisco Camps y al cuarto o quinto día, me llamó y me dijo que “lo que hiciera falta”, que tenía nuestros discos en casa de toda la vida y que lo que necesitáramos se lo dijéramos. Pues sí, fuimos necesitando cosas y él no contestó en ningún momento. Pero eso no es relevante, sí lo es el hecho de cómo es posible que una persona como él fuera fan o admirador de Al Tall, es un ejemplo que pongo de los diversos públicos que tenemos en el mundo de la política.
¿Camps se declaró fan de Al Tall?
Sí, sí. Cuando hicimos el concierto en el Teatro Principal, él estaba en el palco de la delegación de gobierno. Alguien desde el patio de butacas le gritó “fora botiflers del palco”.
El pasado 9 d’Octubre premiaron al cantante Pep Gimeno ‘El botifarra’. ¿Han recibido algún galardón parecido tanto en la época socialista como después?
No, en absoluto. Nos han dado este año, después de decir que nos retirábamos, la medalla de plata del Consell Valencià de Cultura. Fue una iniciativa que partió de sectores más de izquierdas y nacionalistas, pero que se aprobó por unanimidad.
¿Al Tall ha ido alguna vez a Canal Nou?
Sí, cuando hicimos los diez años. Le escribí una carta al director general contándole que hacíamos esta efeméride y que esperábamos que cubriesen esta información. Y a los veinte años igual. Fuera de eso, solo hemos pasado dos o tres momentos muy anecdóticos.
¿Hay actualmente grupos que recojan la herencia de Al Tall?
Hay algunos grupos que están en esa onda, pero son grupos de rock, de ska, están por ejemplo Obrint Pas y otros que dicen cosas de denuncia, de tipo social, político. Lo que no hay casi nada son grupos de música tradicional que hagan este tipo de cosas. Se ha desarrollado mucho la música tradicional, pero en este momento el panorama es un poco como la música antigua, con unos pocos aficionados, y se ha quedado ahí. Echo de menos grupos que hagan música popular, en un lenguaje normal, de calle. Supongo que después de todos estos avances que se está haciendo en la música folk, se trasladará a la música popular, no solo para los iniciados.
Una de sus luchas tradicionales ha sido la defensa de la lengua propia, ¿cómo ve la situación?
Yo creo que hemos avanzado una barbaridad. ¿Qué pasará? No lo sabemos. La sociolingüística se dice que hay en zonas del País Valenciano donde está en peligro, pero también dicen que no se explican cómo ha podido sobrevivir el catalán en nuestras tierras, tal y como han ido las cosas y la política del Estado español. Yo creo que la reivindicación lingüística es una bola de nieve que se hace grande y cada vez es más difícil de parar. Yo soy optimista.
¿Cómo ve el proceso soberanista en Cataluña?
Yo lo veo muy bien y me da muy buen rollo. No van a sacar los tanques a la calle y alguna cosa tendrán que hacer, no sé si meterán a Mas una semana en la prisión o qué. Yo creo que es un proceso abierto desde hace 300 años, ya es un poco largo.
¿Y en el País Valenciano?
Yo creo que también nos irá bien. El carácter de la población valenciana es muy elástico y eso es muy bueno. Aquí las opiniones pueden cambiar de la noche al día, además no hay ningún tabú y el carácter valenciano es muy práctico.