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La derecha venezolana y Capriles, en la escuela de Pinochet
Henrique Capriles es un alumno aventajado de esa derecha que aspira a tomar por asalto las reivindicaciones populares y convencer a un sector de las clases trabajadoras de ser sus representantes
Fue en los años sesenta del siglo pasado, en plena Guerra Gría, cuando la derecha latinoamericana cambió su estrategia política para enfrentar los proyectos de liberación nacional antiimperialistas y anticapitalistas. Ya no les bastaba comprar votos o acudir al fraude. Tales mecanismos se mostraban ineficaces ante una sociedad movilizada y participativa. El fraude electoral no era una buena salida, aunque sus huellas alcanzan nuestros días. México, Paraguay, Honduras, Haití, sin ir más lejos.
Los nuevos líderes de la derecha política, al menos en Chile, pusieron la vista en otro objetivo, deshacerse de los decimonónicos partidos liberales y conservadores. Se hacía imperioso crear nuevas organizaciones con capacidad de abrir brecha en los territorios patrimonio de la izquierda. Así volvieron la vista hacia la clase trabajadora, campesinos, estudiantes, amas de casa, pobladores y sectores medios profesionales. Uno de los primeros en ver esta necesidad, fue el chileno Jaime Guzmán, ideólogo del gremialismo, corriente crítica de la democracia representativa. Abogado, anticomunista, católico practicante, conservador devoto de Jose Antonio Primo de Rivera y Francisco Franco. El ha sido el maestro donde se ha visto reflejada la nueva derecha latinoamericana del siglo XXI. Sus enseñanzas llegan hasta la FAES y el PP en España.
Jaime Guzmán encabezó la lucha contra el gobierno de la Unidad Popular y su presidente Salvador Allende. Organizó el movimiento desestabilizador y dio los argumentos para legitimar la dinámica golpista. Sus dirigentes impulsaron las huelgas de estudiantes, el paro de comerciantes, camioneros y mineros. Siendo el impulsor de las primeras marchas de mujeres contra el gobierno de la Unidad Popular conocidas como «caceroladas» o manifestaciones de «ollas vacías». Alma mater de la trama civil del golpe, fue asesor de Pinochet y la Junta Militar hasta su asesinato. Impulsor de la constitución de 1980, definió a Chile como una democracia autoritaria y protegida. Nunca le importó la violación de los derechos humanos y lo justificaba como un peaje para vencer la amenaza comunista.Sus propuestas eran realmente revolucionarias. Fue capaz de aunar voluntades para emprender la labor desestabilizadora. Desabastecimiento, sabotaje, mercado negro, campañas del miedo, huelgas, toma de universidades, etc.
De esta manera, la nueva derecha entendió que luchar contra los gobiernos democráticos, nacionales, antiimperialistas y socialistas, conlleva tomar por asalto las reivindicaciones populares y convencer a un sector de las clases trabajadoras de ser sus representantes. Es la manera más eficaz de traspasar la linea que divide izquierda y derecha. Hoy, tiene alumnos aventajados, entre ellos resalta el venezolano Henrique Capriles Radonski, heredero de esta escuela. Capriles cuenta para elaborar su estrategia golpista con Jovino Novoa, ex-subsecretario de interior de Pinochet, senador de la derecha chilena y discípulo aventajado de Jaime Guzmán. No es casualidad que hoy se oponga a la ley habilitante como ayer lo hiciera con la Constitución, fuera uno de los impulsores del golpe de Estado de abril de 2002 y no olvidemos articulador del proceso desestabilizador que se lleva a cabo desde su derrota electoral.
Y mamá U.S.A. apoyando a sus queridos hijos