Los socios/as escriben
Confrontación popular o negociación cupular en tiempos de saqueo
El autor examina algunos ejemplos de respuestas a ataques concretos y sus consecuencias que "nos permitan otear cómo transformar el sufrimiento objetivo popular en potencial transformador, es decir, en poder constituyente".
Desde que en 2010 empezó la respuesta gubernamenal a la crisis en forma de shock neoliberal, resulta evidente que los sectores populares no hemos atinado a dar una respuesta proporcional, suficientemente unitaria y con perspectivas de victoria, a los ataques que estamos recibiendo. Si alguien necesitaba un ejemplo para entender qué son las condiciones objetivas para la revolución, esta crisis del capitalismo es un ejemplo perfecto. Sin embargo, no parece inmediata no ya una revolución, sino una respuesta política y social que al menos ponga en jaque a la élite político-económica que nos ataca.
A falta de una estrategia compartida sí podemos examinar algunos ejemplos notables de respuestas a ataques concretos y sus consecuencias que nos permitan otear cómo transformar el sufrimiento objetivo popular en potencial transformador, es decir, en poder constituyente.
1.- En septiembre de 2008 la presidenta de la Comunidad de Madrid anuncia la privatización del 49% del Canal de Isabel II, la empresa pública gracias a la cual tenemos agua (y muy buena) casi todos los madrileños. Un pequeño grupo de organizaciones y ciudadanos conformó una plataforma contra la privatización del Canal que organizaba actos, manifestaciones y proporcionaba un arsenal de información. Poco a poco consiguieron concienciar a mucha gente del robo que suponía privatizar una parte tan importante de nuestro patrimonio y la lucha se popularizó. La suma de fuerzas ciudadanas, sociales, sindicales y políticas, tomó como objetivo la conquista de la opinión pública para confrontar el saqueo. El mayor hito de tal popularización fue una consulta popular en la que participaron 177.000 personas. Se produjo en marzo de 2012. Dos meses después, la Comunidad de Madrid anunció que paralizaba la privatización del Canal. La excusa oficial fue que no encontraban empresas que hicieran una oferta económica suficiente, pero no cabe duda de que incluso de ser cierto, la confrontación popular, sindical y política hacía ver a cualquier empresa que hacerse con el Canal no sería un camino de rosas y que incluso un cambio político en Madrid podría suponer la recuperación del agua. Por la razón que fuera, la lucha contra la privatización del Canal de Isabel II se cuenta hasta ahora entre las victorias (parcial y temporal, si se quiere, pero victoria) de los de abajo.
2.- En plena aplicación del shock neoliberal, el gobierno del PSOE decide atacar las pensiones con la excusa de la farsa demográfica (esa que predice una pirámide poblacional para dentro de 40 años como si fuera un dato evidente e inalterable). El gobierno plantea ampliar a los 67 años la edad de jubilación. En vez de confrontar un ataque injusto (y suicida con nuestras tasas de paro juvenil) los sindicatos mayoritarios deciden intentar que los daños sean los menores posibles mediante la negociación. Alcanzan un acuerdo con la patronal y el gobierno: se ralentiza el ritmo de ampliación de la edad de jubilación respecto a la propuesta inicial del PSOE y tratan de compensar la derrota pactada con algunos logros. Pero los logros duran poco. Convalidada la farsa demográfica se asume que tenemos un problema con las pensiones, que son insostenibles. El gobierno del PP aprovecha la alfombra roja y anuncia otra puñalada a las pensiones desvinculando su subida del IPC y relacionándolas con la situación económica y la esperanza de vida. La derrota pactada permitió asumir el discurso del recortador. Y cuando se asume la lógica del enemigo es muy difícil combatirlo: de hecho el anuncio del nuevo ataque a las pensiones no ha obtenido hasta el momento ninguna respuesta que vaya más allá de las declaraciones (en general muy prudentes). La derrota pactada abrió la puerta a la derrota total.
3.- De nuevo el gobierno autonómico madrileño hizo de la privatización de servicios públicos prioritarios su nueva estrategia de saqueo. En este caso había que privatizar la sanidad madrileña. Y esta vez la respuesta volvió a ser la confrontación unitaria y tremendamente decidida especialmente de los trabajadores de la sanidad. La población madrileña nunca agradecerá lo suficiente las semanas de huelga que mantuvieron (perdiendo importantes cantidades económicas). Las manifestaciones de la Marea Blanca han sido continuas incluso en verano. En mayo de 2013 se repitió la experiencia de la consulta popular y se evidenció que la movilización había cuajado y conseguido un gran rechazo ciudadano al saqueo sanitario. Casi un millón de personas participaron en las votaciones desplegadas por toda la Comunidad con urnas puestas por colectivos muy diversos. Junto a los frentes ciudadano, sindical y político se había activado el frente judicial. Y éste fue el que detuvo la privatización al menos temporalmente. Dado que no conocemos otros procesos de saqueo con los que la Justicia se haya atrevido a impedir cautelarmente el robo (en Madrid estamos acostumbrados a que los tribunales declaren ilegal el campo de golf que lleva tres años en marcha o los servicios mínimos de la huelga de hace dos años, una vez cometida la ilegalidad), es legítimo y muy razonable pensar que sin el respaldo de un pueblo activamente hostil a la privatización los tribunales no habrían dado el paso de impedir que se cometiera la ilegalidad. Otra victoria, lo parcial y temporal que se quiera, pero victoria.
4.- El 14 de noviembre de 2012 había convocada en toda España Huelga General. El sindicato sectorial mayoritario entre los funcionarios, el CSIF, decidió no convocar la huelga. Los argumentos que entonces usaron resultan ciertamente grotescos. Entre ellos se rechazaba la petición que hacían CCOO y UGT de un referendum sobre los hachazos sociales por parte del CSIF, es decir, rechazaban aquella propuesta que tan buenos resultados había dado en otras movilizaciones contra el saqueo. Pero fundamentalmente CSIF se basaba en que ya estaban consiguiendo cosas gracias a la presión y no querían perderlas en una Huelga General: “la lucha diaria de los trabajadores ha hecho mover ficha a la Administración. Hoy mismo el Consejo de Ministros dará luz verde a la Comisión para reformar las AA.PP. y eliminar duplicidades y ayer se comprometió por escrito, con CSI-F, CC.OO., UGT, CIGA y USO, a abrir las mesas de negociación de las condiciones laborales que llevaban meses bloqueadas, con una política marcada por la inacción, la imposición, recortes y hechos consumados». Menos de un año después vemos que la presión (y sobre todo la, digamos, prudencia) del CSIF ha dado tantos frutos que el pasado viernes el Consejo de Ministros aprobó el enésimo proyecto de presupuestos en el que se congelan los sueldos de los funcionarios. No sabemos qué frutos quería recoger el CSIF renunciando a la confrontación, pero está claro que los frutos que recogen los funcionarios (incluidos quienes se dejan representar por el CSIF) es una nueva derrota fruto de haber apostado por la debilidad en vez de por la confrontación y la extensión de su conflicto a la conciencia popular.
Son solo cuatro ejemplos. Seguro que los cientos de frentes abiertos para el saqueo nos muestran muchos más. Pero es difícil encontrar victorias parciales que no vengan de la confrontación unitaria de distintos colectivos frente al saqueo y más difícil aún encontrar acuerdos con el poder para evitar derrotas mayores que no hayan conducido a derrotas totales. Y resulta completamente imposible tender a “condiciones subjetivas” del cambio si en cada lucha no intentamos implicar al conjunto del pueblo. No estamos en un momento cualquiera de la historia del capitalismo sino en una fase de crisis en la que éste sólo tiene dos alternativas: avanzar devorándonos o morir. Sólo cabe resistir para al menos intentar evitar ser su pasto.
Esta claro la responsabilidad de los sindicatos en l falta de respuesta y en algunas derrotas. Hay Aue refundar el sindicalismo de clase.