Opinión

Los científicos y el ombligo

El autor critica que los científicos reclamen ahora el apoyo popular tras años en los que estos no se preocupaban más que de ellos mismo

Culpa tienen de años de negligencia y de olvido, dejando la difusión de la ciencia a personas que no han tenido en su vida un tubo de ensayo en la mano, como el señor Punset, cuya presencia en WOK (Web of Knowledge, la base de datos de publicaciones científicas más usada) es nula. O el señor Marina, que no tiene el menor empacho en decir: “La verdad científica es divertida y también solemne, estrepitosa, deslumbrante, opaca, terrible, burlona, enigmática, discreta, apabullante y otras cosas más”[i]. ¿De qué está hablando este señor?

Ese abandono ha producido un presidente de gobierno como el actual, con un primo experto en clima (hace unos años) y ahora entendido en radiaciones alfa, beta y gama (leáse Fukushima) como todo asesor científico, asumimos. Porque si no, no se entiende la aberración que ha dicho, lejos de toda la prudencia que se le supone a un registrador de la propiedad (¿se le supone?).

Pero esa desidia de los científicos a devolver a la sociedad lo que ella paga, se extiende más allá de la cohorte de empiristas financieros que nos gobierna, incluido el ministro responsable de Ciencia, con suspenso en primero de Lehman’s, que no habría tenido una segunda oportunidad con su compañero el licenciado Wert.

Recientemente se han preocupado de sus becarios (ahora precarios), pero no dicen ni una sola palabra sobre los administrativos (que llevan los engorrosos proyectos europeos, entre otras cosas) o los técnicos de laboratorio y personal de apoyo, sin cuya participación no sería posible el 90% del quehacer científico actual. Y cuyo único horizonte profesional es acumular trienios. O sea, la nada.

La incuria llega hasta tal grado, que en muchos institutos de CSIC, dirigido actualmente por el doctor Lora-Tamayo, empezado a conocer como ‘el bonificador’, por repartir pagas especiales a algunos altos cargos en momentos económicamente críticos de la institución (julio de 2012 y junio de 2013, más concretamente), sólo el personal científico puede votar a candidatos a dirigir el Centro de Investigación. El resto del personal se asume que forma parte de la plebe indocta, sin derecho alguno, que decía el romano.

¿Han leído ustedes a algún científico preocupándose por algo más allá que de sí mismo?

Yo sí creo que hay que apoyar a los científicos, porque sin ellos, sin el conocimiento objetivo y racional, estamos condenados a oír tonterías descomunales todos los días. Pero si para eso tenemos que cuidar de su ombligo, del ombligo de los científicos, convendrá recordarles que los ombligos de los demás también importan.


[i] J. A Marina 1993. Teoría de la inteligencia creadora. Anagrama.

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Comentarios
  1. Desde luego que empezar un artículo criticando y simplificando comentarios de J. A Marina y Punset no es muy acertado. El primero es uno de los grandes pensadores de la época y mucha falta nos hace a los científicos leer su obras. Por otra parte los becarios siempre han sido precarios, no es algo nuevo. Y estoy completamente de acuerdo con los comentarios de J. Hortal respecto a que no todos somos así. Tiene todo el sentido del mundo que un divulgador como Punset no esté en el WOK, por otro lado.

  2. Escribiendo en otro blog, y viendo los comentarios en diversos blogs sobre ciencia (por cierto que hay muchos blogs excelentes sobre ciencia llevados por científicos y periodistas de este país) cada vez que se habla de la crisis de la ciencia en España me encuentro repetidamente con el argumento del ombligo. Hemos estado mirándonos el ombligo y claro, ahora que nos tocan lo nuestro saltamos. Pues bien, Antonio, conozco muchos científicos que se miran el ombligo. Pero conozco muchísimos que no lo hacen. Que se sienten servidores públicos, y se esfuerzan en dar lo mejor de sí en lo que saben hacer. Sinceramente, me parece un reduccionismo falaz generalizar que los científicos estamos encastillados en una torre de marfil. Los habrá, pero muchos de nosotros estábamos corriendo modelos de simulación de dinámica de corrientes marinas y enviándoselos al gobierno cuando este prefería hablar de hilillos de plastelina. O advirtiendo de las consecuencias negativas de utilizar clembuterol mientras la industria farmacéutica lo distribuía. O de las del aspartamo que está en las bebidas refrescantes.

    Mucha de la gente que aparentemente se miraba el ombligo salió a apoyar la sanidad pública cuando empezaron a atacarla, o la educación pública cuando llegó su turno. Incluso los que no trabajan en hospitales o universidades. Debemos mejorar, y mucho, en la eficiencia de cómo comunicamos el conocimiento que generamos a la sociedad. Pero me temo que nuestro principal pecado ha sido no preveer la que estaba cayendo y haber comenzado antes un ataque preventivo.

  3. Antonio, Antonio, que mal te veo. Vilipendiando a los científicos simplemente porque no tienes el reconocimiento a tu labor de apoyo. Matas al mensajero. ¿Tienen la culpa esos científicos a los que ayudas (sí, es evidente) de que tu puesto en la cadena científica no tenga el reconocimiento que quieres? ¿O es simplemente que estás celoso? Me paree que el único ombligo por aquí es el tuyo. Y como no eres científico, no puedes saber cuan difícil es comunicar a la gente lo que sabes. Quizá tu que estás entre ambos puedas hacerlo mejor. Pero de ahí a decir que no devolvemos a la gente lo que nos da….eso es una burrada propia del registrador. ¿Hay algo que te rodee que no venga de la ciencia? ¿Como te atreves a decir que no devolvemos a la gente lo que nos da? Tu ombligo te juega una mala pasada. Si te da verguenza lo que divulgan los amateurs, ya sabes, hazlo tu. Nuestro trabajo no es presumir, no es enseñar, no es educar. Es descubrir, para todos.

    • Pues me temo que te equivocas: Antonio es un científico y con muchos años de experiencia; no creo que tenga ningún problema de reconocimiento ni envidia.

      • Pues siento no haber reconocido a un científico en sus palabras. Yo también estoy deprimido y admito que la situación me lleva a veces a decir tonterías exageradas. Pero el problema de la comunicación científico-gente es más viejo que el pan, y cada vez la distancia es mayor. Si no somos capaces de explicar a nuestros amigos y familiares qué hacemos y porqué es util ¿cómo vamos a hacerlo en los medios? La transmisión la tienen que hacer los Punsets, y en horario infantil. Y sin embargo nuestro trabajo es util. A que sí?. Por eso Antonio se equivoca en asociar el disparate y la ignorancia de los políticos al ombliguismo de los científicos. No salimos porque no quieren que salgamos. Estoy con jhortal, es un reduccionismo pobre, y que nos perjudica enormemente en estos momentos. La gente intuye la verdad, y es que trabajamos para ellos. No les confundamos, por favor. En estos momentos están dispuestos a creerse que todo es una mierda.

  4. Yo sí que conozco a un científico que se preocupa por algo más allá de sí mismo.

    Manuel Elkin Patarrollo.

    Y bueno, conozco a muchísimos más, pero sirva este como ejemplo.

    Por lo demás, coincido bastante con sus apreciaciones.

    ¿Conocemos a algún político que se preocupe por algo más allá de sí mismo?

    Pues ahí vamos.

    • Desde luego figuras como el Sr. Manuel Elkin Patarroyo, son un orgullo para la ciencia y para la humanidad. Y desde luego la política es una entidad sucia y oscura per se. Pero el verdadero problema es, que cuando le he preguntado a varios compañeros/as si sabían quien es este caballero y lo que ha supuesto su trabajo para todos los seres humanos, nadie ha sabido responder.
      La ciencia no debe ocultarse, debe darse a conocer, es imperativo que grite a pleno pulmón lo que hace.

  5. Lo cierto es que, hoy por hoy en el CSIC, como ya ocurriera en la JAE, hay personal de investigación sumamente prometedor que se deja la piel en un entorno profesional hostil y la mayor parte de las veces desalentador. Sin embargo el mundo de la ciencia en este intento de país nuestro, que no acaba de encontrar su forma definitiva, parece olvidarse de que está enlazado a otros mundos diversos que nada saben de su actividad, de sus valiosas aportaciones o del esfuerzo humano y económico que han requerido sus logros. Desde Benito Pérez Galdós hasta Ortega y Gasset hay una idea que no cesa, aún en nuestros días, ese dolor por una España que continúa en la ignorancia. Lo que resulta una verdad afilada y clara, es que en nuestra sociedad cualquier actividad cultural, el acceso al conocimiento, y el interés por el avance que pueda aportar la investigación y el desarrollo, es una completa quimera. Porque no se llega a la base de la sociedad, porque todo ese esfuerzo no puede mantenerse en un estrecho y virtuoso entorno académico, y pretender que el resto de esa amalgama social -entorpecedora o no- de la que surgen la inmensa mayoría de los fondos del edificio de la ciencia, permanezca en la ignorancia. Del desconocimiento sólo nace la desconfianza y el rechazo, si la comunidad científica no se decide a revolucionar su concepto de divulgación científica, perderá la batalla y la guerra, y será traicionada por esa sociedad para la que se supone que trabaja. Puede que resulte triste, pero en esta casa nuestra, hay que ser un poco Jorge Javier Vázquez para sumar huestes a una causa justa. En España no existen mecenazgos de magnates empresariales, de quienes, cual maná, broten pingües fondos destinados a obtener un fin determinado. Gracias a que la financiación proviene de la propia sociedad española, quizá la actividad científica goce de una libertad que no se produce en otros con mayor poderío, por eso ruego, como parte de esa humilde sociedad que no llega a comprender los intrincados y complejos misterios que rodean al mundo de la ciencia, que de una vez por todas, los científicos españoles se esfuercen un poco, sólo un poco, por hacer llegar la ciencia a todos los rincones del estrato social, a cada uno según su interés. Así, cuando cada niño comprenda que los tomates que llegan cada día al mercado, son más resistentes y económicos para su madre merced a la labor de la ciencia, o que su abuela a sobrevivido a un ataque cardíaco, porque unos seres humanos crearon una válvula para que un corazón humano pudiera seguir adelante, o que el agua caliente de su baño es más barata porque tienen paneles solares, y por eso no les han cortado la luz a sus padres por no llegar a pagar las facturas, entonces, y sólo entonces, la ciencia habrá ganado. Pues ya no le importará sólo a Juan, a María, a Marta y a Saul, También les importará al Jonatán, a la Jessy y al Rulas.

  6. ¿Pero todavía quedan científicos en el Reino de España?
    Los mejores científicos, aquellos que tienen un expediente por encima de 3, se encuentran trabajando en el extranjero.

    El catalán Juan Ignacio Cirac, futuro Premio Nobel de Física (el Premio Wolf antecede en la mayoría de casos al Premio Nobel y él lo tiene), se encuentra dirigiendo el Instituto Max Planck de Óptica Cuántica en Baviera.

    Los científicos que permanecen trabajando en España han sido digitalizados, es decir, elegidos a dedo, enchufados que le dicen en mi pueblo.

    • Lise Meitner, supongo que el absurdo comentario final no te lo crees ni tú y lo has puesto sólo para provocar un poquito y animar el cotarro del foro, ¿verdad? Porque, si no es así, tu osadía es asombrosa. Te invito a que la semana que viene te tragues en el Real Jardín Botánico las sesiones de la oposición para dos plazas de investigador en el CSIC, y podrás ver lo que, para llegar hasta ahí, han sufrido, sufren y sufrirán los 70 aspirantes apuntados, soñando con que los «digitalicen», según tu vocabulario. Atiende a la exposición de los curricula y escucha a ese sufrido tribunal, que tendrá por delante la dificilísima tarea de elegir a dos lumbreras y dejar fuera a otros 68. No tienes ni la más mínima idea de lo que hablas.

  7. Criticas a los científicos (así, al tuntún) cuando es el MODELO de ciencia el que no está adaptado a las necesidades de la sociedad. Como vemos en sanidad o educación, los trabajadores de un sector son incapaces de cambiar/defender el sector sin la ayuda de la sociedad en conjunto. Cuando hablas de «apoyar a los científicos» creo que, en el fondo, hablas de «apoyar a la ciencia». Y por ahí es por donde hay que ir.

    La divulgación debería formar parte de la vida laboral de los trabajadores de ciencia. NUNCA ser una actividad a realizar en nuestro tiempo libre. Porque no me da la gana seguir trabajando en mi tiempo libre. Soy (somos), repito, TRABAJADORES. Y estamos desarrollando nuestras labores científicas en un modelo de ciencia obsoleto (instituciones, relaciones laborales,…).

    Los trabajadores de ciencia (profesores, doctores, personal técnico, administración, CSIC, Universidades, OPIs,..) se miran el ombligo TANTO como cualquier otro sector (me gustaría que mostraras datos de alguna comparación, por ejemplo entre científicos y carpinteros; o entre informáticos y dentistas).

    Las ESTRUCTURAS en las que los trabajadores públicos realizan su labor, deben ser útiles para la sociedad. Y es ésta, la sociedad, la que tiene que luchar por esas estructuras. Y son éstas, las estructuras, las que tienen que favorecer la función pública de su actividad (sanidad, educación, ciencia, transporte,…). No caigamos en criticarnos unos a otros, compa. Todos somos trabajadores.

    Por una ciencia pública y de calidad.
    Sin ciencia, no hay futuro.

    A.

  8. Aunque hay bastante de lo que el autor comenta creo que antes de escribir hay que informarse un poquito. Porque está muy bien hablar de Punset y del primo de Rajoy a los que todo el mundo conoce pero eso de que no nos preocupamos por el personal no científico es una tontería y por supuesto que el personal no investigador de los centros del CSIC tiene derecho a voto. Bien es verdad que luego este voto no vale para nada (como el de los científicos) ya que los altos cargos del CSIC los elige el presidente (del CSIC, no Rajoy) y a éste lo elige el presidente (sí, Rajoy).
    Lo que necesita el CSIC (por centrar el tema) es que a su presidente no lo elija el presidente (Rajoy).
    Y sí, los científicos deberíamos ser capaces de aportar algo más a la sociedad que meros hilillos de plastelina cuando ocurre alguna catástrofe.

  9. Se puede criticar a los científicos, pero cuando haya algún, y digo algún porque no hay ninguno, periódico nacional, o programa televisivo o lo que sea, que tenga una sección de ciencia digna de ser llamada así, y que de paso no dé patadas a la razón básica, entonces se podrá exigir a los científicos que comuniquen.
    Si cada vez que un científico habla, el titular es una chorrada, mal vamos.
    Que investiguen otros ha sido el lema de españistán desde tiempo inmemoriales.

    • Totalmente de acuerdo. Muchos científicos intentamos divulgar, y empezamos a tener un número aceptable de periodistas científicos, algunos buenos. Pero no tenemos acceso a los medios de comunicación. Los medios en España están en su mayor parte controlados por los mismos por empresarios fascinados con el ocio y (muchas veces) la manipulación, y no con la capacidad pedagógica y para la información que otorgan radio, televisión y periódicos. En Inglaterra la BBC hace ese papel, pero la despolitización de rtve fué casi lo primero que se cargó el gobierno Rajoy. Así que aunque, como en todo, hay honrosísimas excepciones en el mundo digital, la mayor parte de los españoles no sólo no se interesa por la ciencia, sino que no tiene fácil acceso a contenidos científicos. Viniendo de un país en el que los domingos nos sentábamos a ver El Hombre y la Tierra de Féliz Rodríguez de la Fuente, Cosmos de Carl Sagan o El Planeta Viviente de David Attenborough, entre otros, es muy triste haber acabado así. Pero Antonio, dadnos una televisión, y moveremos el mundo.

      Sobre el ombligo comentaré aparte.

  10. El CSIC habría que cerrarlo mañana, y pasado abrir la Sociedad Ramón y Cajal fijándose en modelos que funcionan y donde la evaluación externa constante es la norma. En la universidad la mitad de los profesores no tienen ni un sexenio, lo que significa que a pesar de que cobran por enseñar e investigar, se dedican a dar cinco horas de clase a la semana y a tocarse las narices el resto del tiempo. Sí, el sistema científico español necesita un buen repaso, no sólo dinero, y ya es hora de que los propios científicos lo digamos, en vez de hacerle el juego a los que perpetúan las bufandas y la endogamia. Pero la crítica brutal del último párrafo yerra, y de dos formas distintas. Una, porque existen los científicos comprometidos con la educación, la sanidad, la justicia social y cualquier asunto que afecte al mundo. Si el autor no ha leído a ninguno, que busque mejor. O que vaya a la próxima manifestación sobre cualquier tema que no tenga que ver con la investigación y haga una encuesta entre los asistentes: algún científico encontrará. La segunda forma de la que yerra es por lo contrario: tristemente, los laboratorios están llenos de gente que ni por su ombligo miran, demasiado obsesionados con su experimento del día como para participar en ninguna tarea transformadora ni siquiera de su mismo entorno y por su propio interés. Compañeras, cuando estemos todas poniendo copas en Eurovegas, sin sanidad y sin educación para los hijos que no podemos tener, veremos que nimios eran nuestros transcendentales experimentos…

  11. Es cierto queos científicos tenemos que hacer las cosas mucho mejor de lo que os hacemos. La crítica es justa.

    Pero no me acaba de convencer la toma de partido del articulista por ese «personal de apoyo» a la investigación que muchas veces más que de apoyo es de entorpecer. Existe una excesiva burocracia en todo lo relativo a la investigación que hay que aligerar de una u otra forma.

    Sencillamente «eliminar» al que no haga bien su trabajo sea científico, burócrata o lo que sea.
    @ribap

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