Economía
“La banca volverá a recibir inyecciones de dinero público”
Santiago Niño Becerra, el economista que predijo la crisis con cinco años de antelación, dibuja un panorama futuro de precariedad, paro estructural del 14% y desaparición de las clases medias
MADRID // La presentación del nuevo libro de Santiago Niño-Becerra (Barcelona, 1951), Diario del crash (Libros del Lince, 2013), que tuvo lugar ayer por la tarde en la librería Blanquerna, comenzó con una referencia al ataque neofascista que sufrieron el pasado 11 de septiembre. “Fue obra de un grupo de violentos paradójicamente controlados“, denunciaron desde la librería. “Hicieron lo que hicieron asesorados por alguien desde fuera que les previno sobre el límite hasta el que podían llegar para que sus actos no tuvieran consecuencias“.
Una vez agradecido el comportamiento a todos los trabajadores de Blanquerna, dieron paso a la periodista Ely del Valle. Aunque estaba anunciada como la presentadora del acto, terminó por hacerle una entrevista en directo al autor tanto sobre el libro como sobre el estado de la economía desde 2005 hasta el día de hoy.
En primer lugar se habló sobre la capacidad de prever la crisis de 2010 que tuvo el catedrático de Estructura Económica en IQS School of Management de la Universidad Ramón Llul cinco años antes de que sucediera. “La deuda privada en 1996 era del 67%. Nueve años más tarde se había incrementado hasta llegar al 205%. El problema no era, por tanto la deuda pública, que rondaba el 36% en 2008, sino el enorme endeudamiento privado que en algún momento tenía que estallar“.
A pesar de que los datos facilitados por el Banco de España evidencian lo contrario, para Niño Becerra el sector privado, tanto los particulares como las empresas y entidades bancarias comparten a partes iguales la responsabilidad del estallido de la crisis en España. Una opinión que justificó con el argumento de que “nadie le puso una pistola en la cabeza a ninguno de los que entraron en una oficina bancaria para pedir un crédito“.
También aseguró que ya en 2008, cuando recién asomaba la crisis, pudieron llevarse a cabo algunas medidas mediante las que se podían haber atajado de raíz sus consecuencias. Por ejemplo, abordar el saneamiento de la banca desde ese primer momento, ponerle freno al hiperendeudamiento o no llevar a cabo la implantación del Plan E que, a juicio del economista, solamente sirvió para prolongar la agonía.
El futuro de España y del mundo
Niño Becerra está convencido de que la clase media va a desaparecer. “Surgió como colectivo tras la II Guerra Mundial. Era muy útil porque producía, consumía, ahorraba, votaba y servía como colchón amortiguador entre la clase alta y las más bajas. Además, el sistema productivo podía absorber todas las horas de trabajo que las personas ofrecían“. Sin embargo, según explicó, el objetivo actual tiende a un incremento de la productividad, no a un alto nivel de producción. Esto significa que se busca ahorrar en recursos, incluidas las horas de trabajo.
Una teoría que le llevó a asegurar que en España vamos a tener que acostumbrarnos a una tasa de paro estructural alta, que situó en torno al 14%. “En España, actualmente, sobran diez o doce millones de horas de trabajo anuales que, cuando se quieren eliminar, equivalen a personas“. Auguró que la sociedad va encaminada a un modelo según el cual los ciudadanos trabajarán alrededor de diez días al mes (con sueldos en torno a los 200 o 300 euros mensuales). Al mismo tiempo se instaurarán subvenciones de renta mínima en torno a los 400 euros. La suma de ambos sueldos será el dinero con el que tendrán que sobrevivir los ciudadanos, según el modelo socio-económico al que Niño Becerra cree que tendemos.
Ante esta situación, Ely del Valle preguntó cómo se van a poder pagar estas subvenciones si la recaudación de impuestos va a ser mínima. “En primer lugar, convendrá pagarlas para mantener la paz social“, aseguró. Además, dado que la productividad va a ser muy elevada, idearán una forma de destinar parte de los beneficios a este fin. Una panorama de escasos salarios que, según afirmó el autor, traerá consigo un ingente incremento de la economía sumergida “al menos durante los primeros cinco o diez años“.
También habló de la urgencia de estabilizar la situación, algo que de ninguna manera podrá conseguirse si cada país actúa por su cuenta. “Es necesario, y va a suceder pronto, que se establezca un acuerdo global que se base en una coordinación mundial“. Para el economista este acuerdo va a producirse de manera inminente. “Lo primero que se va a hacer es un análisis exhaustivo de la banca. Resulta esencial saber cuál es su estado real para poder actuar en consecuencia“. De este estudio, que asegura que estará elaborado hacia el segundo semestre de 2014, se sacarán unas conclusiones entre las que, sin ninguna duda, estará la de inyectar más dinero público a la banca. “Es imprescindible. Un banco no puede quebrar porque se desmorona todo el sistema“.
Estallido social
Entre las preguntas que realizó el público se planteó cuánto más podría aguantar la gente. Es decir, qué más debería pasar para que se produzca un estallido social. Según Niño Becerra, si estuviéramos en el siglo XIX ya se habría producido. “En aquella época no existían las ayudas sociales que hoy sí tenemos, por lo que la paciencia era menor“. Sin embargo, considera altamente improbable que en la España del 2013 haya una revolución. “Hay una serie de ayudas públicas que parece que ofrecen a cambio de que no te portes mal. Además, la resistencia de la sociedad actual es casi infinita“.
Otro de los motivos por los que considera que no habrá una revolución es porque “ya no están de moda. Eso de salir a la calle con barricadas, o asaltar el palacio del rey para cortarle la cabeza ya no se lleva. Entre otras cosas porque el poder de represión y de castigo de las fuerzas de seguridad hoy en día es ilimitado“. Es decir, que el miedo a perder las cada vez menores ayudas que desde las administraciones ofrecen a los ciudadanos, junto con la efectividad de la represión orquestada desde los distintos gobiernos han paralizado a la población y, hasta que no sienta que ya no tiene nada que perder, seguirán haciendo con ella lo que les parezca.