Sociedad

Denuncian irregularidades en el juicio contra tres jóvenes por daños a contenedores el 29-M

La fiscalía pide cuatro años y medio de cárcel. Un testigo de la defensa denuncia filtración de información desde el interior de la sala a los policías que debían declarar

Jesús Rodríguez // El juicio contra tres jóvenes acusados de causar daños a contenedores de basura durante la tarde del 29 de marzo de 2012 en el centro de Barcelona quedó ayer visto para sentencia. La Fiscalía mantiene la petición de cuatro años y seis meses de prisión por unos delitos de desórdenes públicos y daños, mientras que las defensas reclaman la libre absolución. El juzgado penal 28 de Barcelona comunicará la sentencia en un plazo máximo de quince días.

La jornada comenzó como es habitual en estos casos: con una concentración solidaria a las puertas de la Ciudad de la Justicia, convocada por Rereguarda en Moviment, y que ha reunido a un centenar de personas. A media mañana, los abogados y los encausados ya estaban en el acceso del segundo pasillo de la tercera planta del edificio judicial, ante un cordón de seguridad que se habilita de forma discrecional siempre que se celebra un juicio con claras «connotaciones políticas».

La sorpresa llegó cuando una mossa d’esquadra de paisano que salía y entraba de la sala de vistas anunció que sólo había cuatro sillas libres para las personas que desearan entrar como público en la sala. Esto generó nervios e indignación entre madres, familiares y amigos de los tres encausados, una parte de los cuales se vieron obligados a salir al exterior del edificio o al vestíbulo. Es el caso de una anciana de 87 años que, durante cuatro largas horas, esperó delante del cordón de seguridad la salida de su nieto, que estaba en el banquillo de los acusados.

El filtro de acceso al pasillo, sin embargo, era del todo selectivo, basado esencialmente en criterios estéticos. Este protocolo restrictivo no se aplica por orden del Juzgado Decano, que tendría la potestad, sino que es una decisión de carácter exclusivamente policial.

Filtración de información desde el interior de la sala

La irregularidad más grave de la jornada no se vivió hasta bien avanzada la vista. Cinco agentes de los Mossos que debían comparecer en calidad de testigos llegaron al pasillo -de acceso restringido- a través de una escalera de emergencia. La misma mossa d’esquadra que había informado de la limitación de sillas en la sala los recibió con efusividad y cordialidad. Esta funcionaria policial, a pesar de no tener ninguna relación con el juzgado penal 28 encargado del caso, entró y salió constantemente durante la declaración de los encausados.

En uno de estos viajes, un testigo citado por la defensa de los jóvenes que se esperaba también el pasillo para hacer su declaración pudo escuchar con nitidez como uno de los policías, que también esperaba para hacer de testigo, le preguntó a la mossa d’esquadra: «Pero el malo, malo, ¿quién es?». A continuación, según este testigo, ella mostró una carpeta y señaló un nombre. El mosso en cuestión fue llamado a declarar a continuación cuando la secretaria del juzgado gritó en voz alta el número TIP 15743. Una vez dentro de la sala, se da la circunstancia de que fue el único testigo que señaló a uno de los encausados citándolo directamente por su apellido.

Posteriormente, también declaró un responsable de BCNeta que, tal y como ocurrió en el reciente juicio contra manifestantes de la huelga general en el barrio del Clot de Barcelona (todos ellos fueron absueltos), presentó un informe donde no se detallaba ni dónde estaban ubicados los contenedores de basura supuestamente dañados (que han sido el origen de este procedimiento penal) y tampoco se concretaba el tipo de daños causados y el valor de estos.

A las cuatro y media de la tarde se levantó la sesión, los encausados abandonaron la sala y se dirigieron hasta la calle, donde fueron recibidos con una fuerte ovación de la gente todavía concentrada.

[Artículo publicado en La Directa]

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