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La (neo)maldición (ultra)bíblica
Cuando Dios expulsó a Adán y Eva del paraíso, lanzó sobre ellos y sus descendientes una maldición que habría de resonar durante siglos en los oídos de los hombres: “ Ganarás el pan con el sudor de tu frente “. Poco podía sospechar, sin embargo, el colérico Yahvé que, al correr de los tiempos, en una época que algunos bautizaron como “ el fin de la historia “, unos nuevos dioses, también omnipotentes, reformularían aquella imprecación y labrarían en bronce esta otra: “ Para ganarte el pan no será suficiente con el sudor de tu frente “.
Pocos dudarán ya, a estas alturas, que el temor al infierno (un paro omnipresente), ha llevado a nuestro país a una pauperización salarial de tal calibre que ha convertido a los “mileuristas”, otrora símbolos de la precarización y los empleos mal pagados, en privilegiados y especie a extinguir, y ha convertido en un puro sarcasmo (o en mera literatura, en palabras de un ministro del actual gobierno), la prescripción del artículo 35 de nuestra constitución: “Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo, a la libre elección de profesión u oficio, a la promoción a través del trabajo y a una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia“.
No se piense, sin embargo, que esa condenación recae exclusivamente sobre las cabezas de los españoles y otros marginados del sueño europeo, porque en Alemania, la propia tierra de promisión, hallamos, ocultos tras los brillantes datos económicos, la misma tendencia. Y es que, aunque las cifras oficiales exhiben un envidiable dato de paro de un 6,8% (2,9 millones de alemanes), si atendemos a la definición de los padres de nuestra constitución, a éstos habría que añadir, según informaciones del “Suddeustche Zeitung”, cerca de otros 1,3 millones que, pese a trabajar a jornada completa, perciben una ayuda estatal (la “Hartz IV”) para completar esos ingresos y poder vivir. Y eso sin olvidar la gran contribución germana a esta crisis (los “minijobs”), padecidos por otros 8 millones de asalariados. En fin, el paraíso parece repleto de agujeros.
Así las cosas, los gurús de la competitividad humana nos ofrecen como modelo el trabajador de los talleres de confección bangladesíes (ya se promociona el “milagro” de Bangla Desh, un país donde se ha producido “un espectacular descenso de la pobreza”) y se desliza el concepto de “trabajar en lo que, y por lo que, sea; porque no hay cosa peor que no tener trabajo”. Tal vez quien mejor haya definido el signo de los nuevos tiempos haya sido una empresaria de cierto éxito, en uno de los múltiples espacios de ensalzamiento del emprendedor con que la televisión pública nos castiga últimamente de forma obsesiva, y que reconocía que: “si tienes un negocio tienes que estar en él las 24 horas del día y no vale irse de vacaciones porque pierdes ventas y pierdes de todo”.
Autor: Raúl Rodríguez Mateos, de Alcorcón (Madrid)
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La chinización de la economía a la que se refieren algunos políticos de IU y analistas, ya se sabe que en el país de los tuertos.. En el país de los parados, el mileurista es el rey.
Lo de desenmascarar a Alemania es fundamental, no es la panacea.
Lo de cambiar la concepción del mundo del trabajo y de producción de este sistema, también.